lunes, 29 de junio de 2009

FALSO Y SOBERBIO


domingo 28 de junio de 2009

CARTA AL ANSES


AMADO POR SU DESIDIA,


FALSEDAD Y SOBERBIA

Amado Boudou, un funcionario hecho a la medida del P.E.


Quien suscribe, jubilado, de 67 años, agradece el mensaje enviado en vísperas de las elecciones del domingo 28 de junio por el Lic. Amado Boudou, Director Ejecutivo de la ANSES, en donde me anoticia de la bonanza que los gobiernos del Sr. Néstor Kirchner y de la Sra. Cristina Fernández, han diseminado por la Argentina en beneficio de jubilados y pensionados.

Me recuerda también que en 2003 el sistema jubilatorio estaba destruído, los haberes congelados y que cada vez había menos jubilados, entre otras consideraciones. Hace hincapié, además, que desde 2003 los Kirchner comenzaron a cambiar todo esto y hubo 14 aumentos de jubilaciones y pensiones.

Me apena también enterarme que cuando a las AFJP les iba bien el Lic. Boudou se encontraba entre los posibles desocupados. ¡Una lástima por tanto talento desperdiciado!

Pues bien, apelando a los recibos de cobro y liquidaciones mensuales, mi primera jubilación la cobré en febrero de 2007 y fue de $ 596,20; dos años y medio después estoy cobrando $ 780. Es decir, que, efectuando un cálculo simple, entre los aumentos que el Lic. Boudou esgrime como generosa reivindicación a los jubilados y pensionados de todo el país desde 2003, a mí en 36 meses me significaron un aumento del 32%. Menos del 1% mensual. Por lo cual, dando crédito a las cifras "truchas" del INDEC, no hay ninguna duda que mi jubilación se está consumiendo mes a mes (*) a causa de la inflación "trucha" y con mayor razón con la verdadera.


Para despedirme, si es usted creyente y al asumir su cargo juró que en caso de no cumplir con sus obligaciones como funcionario, Dios y la Patria se lo demandarían, espero que tenga el castigo apropiado a tanta desidia, falsedad y soberbia.

Roberto Calvaruso
DNI 4.396.516

(*) Aplicando las estadísticas que toma la ANSES para calcular la pobreza y la indigencia, el conjunto de alimentos indispensable para la subsistencia diaria de una familia tipo con la que los especialistas definen el nivel de pobreza, este arrojó en mayo un valor de $1001,74 (según el INDEC). Suponiendo que esa familia tipo esté compuesta por tres personas, la cifra de $1001,74 cubriría el gasto mínimo de alimentación de una persona por un valor de $ 334. Pero como la realidad indica que una persona de mi edad (67) comienza a tener algunos achaques, los gastos en medicamentos que debo pagar con descuentos del PAMI de entre un 40% y 80%, disminuyen en $ 80 mensuales mi beneficio.


De modo que si a los $ 780 que percibo por mes le deduzco los $ 334 del rubro alimentación (como mínimo), me van a quedar $ 346; y si a estos le descuento los $ 80 de medicamentos, el sistema que aplaude el Lic. Boudou me impone vivir con $ 266 mensuales.

Pero la cuestión no termina ahí. Tengo que pagar algunos servicios para no vivir en la oscuridad, desconectado del resto del mundo y poder consumir algún alimento caliente o no morirme de frío en invierno, como por ejemplo: $ 150 de teléfono por bimestre; $ 70 de luz por bimestre (sin tomar en cuenta que en el invierno obligadamente debo utilizar estufa eléctrica y voy a pagar una fortuna); el gas, cuya última factura bimestral sumó $ 25; un servicio de cable para poder ver la propaganda de la presidencia de la Nación que se emitió por todos los canales durante el período de veda electoral, que tiene un costo de $ 90 por mes. Todos estos gastos suman $ 225 por mes. De modo que si al saldo de $ 266 le descuento $ 225 me van a quedar para vivir todos los meses $ 41. Le confieso que estoy pensando seriamente en invertirlos en dólares o en euros para tener un ahorrito a futuro, por si las moscas...

Pero también tengo que dar gracias a Dios que no pago alquiler ni expensas. Y ni siquiera puedo pensar en comprar una papa o una batata más de lo que determina la Canasta Básica Total (CBT). Debo olvidarme de comprarme ropa, viajar (en subte o en colectivo), no ir a un cine, no tomar un café en un bar, ni comprar el diario, menos todavía hablar de la compra de un libro usado... y cosas por el estilo que hacen a la vida de las personas.

La consecuencia de mi caso particular llevado al de otros 5.000.000 de jubilados y pensionados, es que más de la mitad del superávit se logra gracias a la erosión que produce la inflación sobre las jubilaciones y los salarios públicos. La inflación es percibida como un fenómeno negativo porque castiga a los más pobres y desalienta la inversión. Sin embargo, juega un papel crucial en la gestión de las finanzas públicas que hace el Gobierno. Mientras que la recaudación aumenta casi espontáneamente siguiendo a los precios, el Estado no aplica mecanismos de indexación automática sobre rubros importantes del gasto público, como salarios y jubilaciones. Así, por la vía de licuar las remuneraciones, la inflación contribuye a aumentar el superávit fiscal. Como los jubilados no tienen paritarias ni se aplican los ajustes de la ley previsional, por la inflación, la mayoría de ellos que cobran desde la devaluación al año 2006 ya habían perdido alrededor del 76% de su poder de compra que tenían antes de la devaluación. Mejor no ver las estadísticas actuales. Al no sincerarse las cifras de la inflación, los jubilados continuamos siendo el jamón del sandwich".

Publicado por Roberto C. Neira

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