martes, 20 de marzo de 2012
NO AL DESARME
No al desarme
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La "sensación de inseguridad" se había llevado hasta ahora demasiada gente en silencio. Días pasados la "sensación" le llegó a Ángel Etchecopar, a su hijo, a su mujer, a su hija embarazada, a la novia de su hijo, a su suegra. Esta sensación le llegó en medio de un tiroteo del que -afortunadamente- él y su hijo pudieron tomar parte y perder menos que los malhechores.
Un delincuente muerto con ocho balazos, otro herido con dos, otro prófugo, Etchecopar con tres, su hijo con cuatro.
La popularidad del Etchecopar hizo que la noticia no se acallara, como en otros casos, por el contrario, tomó cuerpo y a medida que se conocieron los detalles, desarmó a muchos que viven desarmando a la gente.
Nadie en su sano juicio quiere ser parte de un enfrentamiento armado, ni siquiera estos asesinos que juegan a que la otra parte no lo esté, y son ayudados por quienes predican aquello de "ante la violación, relájate y goza". El caso de Etchecopar se transforma en un caso paradigmático ya que se defendió y mató a uno de los agresores, pero más aún, deja en claro que en caso de no tener armas o no usarlas, habría sido asesinado.
El animador tuvo a su favor la oportunidad -cuando lo quisieron asesinar el arma no funcionó pues la bala quedó encasquillada-y la decisión,-cuando se dio cuenta de que lo iban a matar fingió una descompostura, se tiró sobre la mesa de luz, sacó el arma y disparó.
Si hubiera seguido los sabios consejos de no tener o no hacer uso de armas habría sido asesinado y el delincuente, ahora felizmente muerto, ingresaría en la cárcel por poco tiempo y no como uno más sino con esa jerarquía de "poronga", que da el hampa a quienes matan a alguien de peso o que tiene cierta popularidad.
Los intentos de parlamentar con gente que se ha despojado de todo escrúpulo y previamente al ilícito se ha drogado, están destinados al fracaso. La saña con que atacan torturan y matan aún a quienes por su ancianidad no pueden defenderse, demuestra a las claras que con ellos la suerte está echada. Las posibilidades siempre serán menores para quien tiene que defenderse, pero cuánto mejor es intentarlo a ser una res más en este matadero democrático, donde el Estado no sólo no cumple el deber de proteger a los ciudadanos, sino que suelta a los delincuentes para que vuelvan a atacarlos.
Día a día se hace más palpable que para la gente común las posibilidades de convertirse en víctima son mayores. Los que tengan intenciones de sobrevivir deberían prepararse para ello. Un arma no es una garantía ni un seguro de vida, pero hace la diferencia. Una diferencia que implica además saber usarla y la decisión de hacerlo.
Si hubiese más casos como el de Etchecopar no se solucionaría el delito, pero disminuiría sustancialmente. Los delincuentes son, en su inmensa mayoría, cobardes que saben que su accionar es fácil porque la mayor parte de la gente no se defiende; porque no tiene con qué o no sabe cómo; porque ellos tienen a su favor el factor sorpresa; porque ellos están armados y los otros no.
Ya que el Estado no actúa, al menos las disposiciones oficiales deberían contemplar que cada uno pueda defenderse. Y si decide adquirir un arma que quien la vende lo instruya en su uso, su guarda y cuidado. Así también que los registros de armas oficiales no se limiten a cobrarle un canon sino también a que acredite una prueba de habilidad en su desempeño con la misma, algo que en otras épocas se llamaba: condiciones de tiro. La defensa personal y de quienes están a cargo de otro, no debería desalentarse sino promoverse, estimularse.
Seguramente nada de eso se hará. Si usted logra superar la estupidez desarmadora, consiga un arma confiable, aprenda a usarla, también a guardarla de la curiosidad infantil o adolescente, y si tiene la mala suerte de tener que hacer uso de ella mire a los ojos a su atacante y asegure el tiro. No piense que está terminando con un ser humano sino que está sacando algo de basura del mundo y haciéndolo un poco mejor, más seguro de ser vivido.
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