domingo, 30 de marzo de 2008

SOBERBIA

Jorge Lanata

¿Quiénes eran? ¿Por qué salieron? ¿De dónde venían?

La pregunta recorrió ayer la política, los medios y la calle. ¿Eran, como gritaba afónico D’Elía, golpistas del Barrio Norte? ¿Eran militantes de Carrió, como sugirió Alberto Fernández? ¿Era la alianza obrero-campesina, como trasnochó un sector de la izquierda? ¿Quiénes eran?

El martes a la noche algunas decenas de miles de personas en todo el país protestaron contra la soberbia. La mayoría no tenía ni tendrá jamás negocios en el campo, y si tuvieran que dibujar un pollo lo harían en el horno y no picoteando por la tierra. Pero están hartos de la soberbia, de los que siempre tienen razón en todo, de los que se apuran a señalar al enemigo, de los que dicen que quieren dialogar pero primero dictan los decretos. El análisis del Gobierno fue lineal: digamos que la culpa del desabastecimiento es de los que cortan las rutas. Es cierto, pero nadie lo vive así. Ellos cortan las rutas porque el Gobierno empezó primero cortándoles sus ingresos.

–Quienes corten las rutas irán presos –dijo, desafiante, el ministro Aníbal F.

¿Qué hará entonces el Gobierno con el corte de Gualeguaychú? ¿Hay distintos tipos de derechos, o de cortes?

El martes hubo, en la calle, personas hartas de convivir con leyes para uno y leyes para la gilada.

–Siempre estuvimos dispuestos a dialogar. Pero las retenciones no se modifican –dijo el ministro Lousteau.

¿Dialogar, entonces, sobre qué?

El martes hubo, en la calle, personas que saben que se dialoga de a dos y el resto es, simplemente, hacer la venia.

En la noche del martes, llamados oportunos del Gobierno “sugirieron” a los medios que mostraran la imagen de la Sociedad Rural. El Gobierno quería más Miguens y menos Federación Agraria. Lo que se veía en las rutas no eran millonarios: era gente del campo que en la última elección había votado por Lavagna o por Cristina.

El martes también fue bizarro: el error de la Presidenta sobre la laguna La Picasa (mencionada al solo efecto de demostrar su conocimiento del interior, que evidentemente no es tal), la reaparición de Samid y los juegos gimnásticos de D’Elía aportaron ese agobiante humo que aparece cuando sentimos que nuestro país no tiene destino.

El martes a la noche alguien decidió que la patota actuara con libertad plena, sin policía a la vista. Por milagro no hubo muertos ni heridos. La irresponsabilidad de quienes sacaron a la calle “espontáneamente” a piqueteros rentados es atroz.

Como si no hubiera alcanzado la soberbia del discurso, la decisión de disponer fuerzas de choque en la calle fue echar más y más nafta al fuego.

–Están discutiendo plata –escuché anoche a alguien, displicente, descalificando la protesta.

No. Están discutiendo otra cosa. Quieren ser tratados como personas.

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