Política y Desarrollo - 28-Dic-08
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2009: El año que viviremos en peligro
El año 2009, que promete al oficialismo algunas derrotas importantes y que ya se visualizacomo el año de eclosión de la crisis económica y política, será un tiempo que viviremos en peligro.
por Jorge Raventos
En su libro más reciente, Domingo Cavallo ha diagnosticado el destino cantado de la economía kirchnerista en caso de que el matrimonio presidencial no modifique su rumbo: avanzamos hacia una situación de estanflación, es decir, a una caída sostenida de la producción acompañada por alta inflación y, el peor de los casos, hiperinflación.
Cavallo no está solo en ese vaticinio. El Instituto Internacional de Finanzas, una entidad que agrupa a los 400 mayores bancos del planeta, ha dado a conocer un informe sobre la economía mundial en el que asevera que "la Argentina, Ecuador y Venezuela (.) siguen políticas insostenibles que terminarán en un aterrizaje forzoso y un posible default". Sobre nuestro país, el Instituto descarta pronósticos anteriores (que ya indicaban una fuerte caída en las tasas de crecimiento) para considerar ahora que la economía argentina tendrá crecimiento negativo. No corresponde culpar por la caída a la crisis mundial, sino a la singularidad kirchnerista. Perú, Colombia, Chile y Brasil -según ese análisis- no se encontrarán en rojo: crecerán, aunque lo hagan en medida algo menor que en los últimos años. El Instituto estima que, pese a la fuerte retracción de su economía, Argentina sufrirá en 2009 una inflación superior a la del ejercicio que concluye, y la mayor de todos los países que analiza el estudio.
La caída no espera al cambio de almanaque para manifestarse: ya golpea fuertemente el interior de la Argentina. La insensibilidad del gobierno de Kirchner en relación con la producción agropecuaria -a la que castiga inclusive cuando aparenta discursivamente acordarse de ella- repercute sobre el conjunto de la actividad económica.
Santa Fe es una de las provincias más golpeadas. Algunos centros de producción de maquinaria agrícola están virtualmente paralizados. En Las Parejas, los trabajadores del sector se encuentran inactivos, sea por vacaciones forzosas o porque han sido suspendidos. De sus 15.000 habitantes, más de 2.000 están laboralmente vinculados en forma directa a esa actividad. En Armstrong y Las Rosas, la situación no es demasiado diferente. En Villa Constitución, la firma Paraná Metal suspendió a 1200 operarios: ellos y sus familias pasaron la Nochebuena en carpas, acampando alrededor de la fábrica parada, acompañados por la solidaridad de la comunidad local.
Las autoridades santafesinas han informado que en diciembre se multiplicaron por cuatro las solicitudes de procedimientos preventivos de crisis presentados por empresas locales, por comparación con el mes anterior. "Y sabemos positivamente que en enero se van a incrementar", profetizó la número 2 de la cartera de Trabajo, Alicia Ciciliani. El titular del Centro Industrial de Las Parejas, Mirko D´Ascarnio, advirtió por su parte, que "han comenzado las suspensiones y los despidos; lamentablemente, para las empresas se hace imposible mantener los puestos de trabajo; aproximadamente 20 talleres, con un promedio de 6 personas cada uno, han desaparecido en los últimos meses". El Ministro de Trabajo santafesino, Carlos Rodríguez, resumió la raíz del problema: "Hay que solucionar de una vez por todas el conflicto del campo. Las respuestas dadas por la Presidenta fueron inconsultas".
Las consecuencias de la espasmódica política oficial se observan en el sensible espacio de los sectores más humildes: la pobreza crece, la indigencia se torna intolerable. La Iglesia hace oír su voz de alarma: "La deuda social no admite postergación", puntualizó, por ejemplo, el Arzobispo de Santa Fe, José María Arancedo. Otro Obispo de la provincia, el titular de la Diócesis de Reconquista, Ramón Dus, observó que "emergen algunos síntomas alarmantes de conflictividad social que preocupan y cuestionan. Síntomas que se irán agravando si los que tienen en sus manos la capacidad de resolverlos, los ignoran, los desestiman o no vislumbran una respuesta adecuada".
Esos síntomas no se visualizan sólo en Santa Fe. En Arrecifes, Provincia de Buenos Aires, los empleados de la fábrica de acoplados Gomatro tomaron la planta para protestar por el despido de trabajadores y reclamar el pago de salarios e indemnizaciones. Los trabajadores advirtieron que, si no surgen soluciones, convertirán a la industria en una cooperativa obrera. En algunas localidades del Gran Buenos Aires se registraron en vísperas de Nochebuena copamientos y saqueos de supermercados. Hubo medios oficialistas que deslizaron que esos asaltos estaban teleguiados por "el duhaldismo". Eduardo Duhalde les respondió, en una entrevista que concedió al diario que dirige Jorge Lanata: "Son todas estupideces. En las charlas que tengo con sectores medios les pregunto qué piensan que puede hacer una persona que llega a su casa, donde hace un calor de morirse, y no tiene plata ni comida. No dejo ni que me contesten. Les digo: harían cualquier cosa. Hay millones de argentinos dispuestos a hacer cualquier cosa. No joroben más con esto. Asuman el problema".
El poder tóxico
Duhalde agregó una interesante definición sobre el esposo de la Presidente: "Kirchner tiene un liderazgo tóxico basado en el dinero". La frase combina subliminalmente dos universos que hoy se vinculan en las páginas de los diarios cuando, al parecer, la Corte se dispone a despenalizar la tenencia de drogas, en coincidencia con el pensamiento oficial que suele difundir uno de los ministros Fernández, mientras el Gobierno impulsa la expansión del juego en los distritos más prometedoramente redituables y el Poder Ejecutivo, con los superpoderes en la mano, los fondos expropiados a los futuros jubilados en la caja y la ley de blanqueo de capitales que le regalaron sus congresistas en el Boletín Oficial, trata de recomponer el poder que se le escurre entre los dedos.
En sus horas de apogeo, el llamado "modelo K", mostraba una lógica transparente: succionaba recursos de todos los distritos (principalmente de la Argentina interior) hacia la caja central y los empleaba para condicionar y disciplinar gobiernos provinciales o municipales; confiscaba a los sectores más productivos y competitivos y con ellos distorsionaba los precios y generaba dependencia de sectores empresarios, que en lugar de obtener rentabilidad por la vía del mercado y la competencia, la conseguían como cortesanos y embolsando subsidios.
Ese mecanismo funcionó aceitadamente hasta que se produjo la rebelión del campo y la Argentina interior. La insistencia del gobierno K en librar esa guerra terminó aislándolo y dispersando a muchos de sus aliados. El caprichoso comportamiento frente al campo se sumó a la ostensible falsificación de las estadísticas oficiales y a una anacrónica erupción de estatismo que culminaría con la confiscación de los fondos de 9 millones de aportantes a las administradoras de fondos de pensión. La consecuencia está a la vista: no hay quien quiera prestarle dinero a una Argentina aislada, que sólo genera desconfianza, reflejada en una tasa de riesgo país de 2000 puntos y tasas de bonos que superan el 45 por ciento en dólares.
Con la caja pinchada, los Kirchner se encuentran en problemas: no saben gobernar en esas condiciones. Se multiplican las divisiones internas. Como crece la sospecha de que durante 2009 el país pueda ingresar en default, algunas voces del oficialismo plantean a la señora de Kirchner, por ejemplo, difundir un cronograma de pagos que acote la desconfianza generalizada. El esposo de la Presidente desautoriza ese recurso: no quiere poner negro sobre blanco un plan que permitirá que los cumplimientos o incumplimientos del Gobierno sean monitoreados. También fue el Primer Cónyuge quien decidió no rebajar las retenciones a la soja, medida que altos miembros del elenco de su esposa habían dejado trascender, con la esperanza de atemperar el conflicto con los productores agrarios y alentar la exportación del célebre yuyo, que descansa en los silos-bolsa, privando al Fisco de ingresos que necesita imperiosamente. Néstor está persuadido de que, más importante aún que los fondos que terminarán faltando, es demostrar capacidad de retaliación y castigo ante quienes se animen a desafiar su poder. Se verá más de ese comportamiento en el año que se inicia, cuando los desafíos se multipliquen.
Unos meses atrás, en mayo, a dos meses de iniciada la rebelión interior contra la Resolución 125, durante un viaje al Noroeste, en un acto en San Salvador de Jujuy, la señora de Kirchner ensalzó los esfuerzos de su gobierno en términos de "una nueva epopeya, como la del éxodo de Belgrano, como la del Exodo Jujeño". Tal vez se tratara de una metáfora reveladora, surgida menos de una súbita inspiración poética que de afiebradas conversaciones conyugales en la soledad de El Calafate. Manuel Belgrano decidió esa maniobra defensiva desesperada cuando se consideró en inferioridad ante los españoles del General Goyeneche, reforzados con tropas que llegaban desde el Alto Perú; ordenó abandonar la plaza y dejar atrás sólo tierra arrasada: quemar casas y cosechas. Cuando evocaba el Exodo Jujeño comparándolo con su propia epopeya (breve, debe admitirse) esas imágenes que desfilaban por la fantasía de la Presidente (huidas, incendios, desolación, amenaza enemiga) pueden, quizás, ser recuerdos del futuro, alucinaciones provocadas por las dificultades, las deserciones, los desafíos, los previsibles reveses.
El año 2009, que promete al oficialismo algunas derrotas importantes y que ya se visualiza como el año de eclosión de la crisis económica y política, será un tiempo que viviremos en peligro.
De cualquier modo, ¡que tengamos el mejor 2009 posible!
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