jueves, 29 de julio de 2010

EL MARCIANO BALZA


Heroico soldado argentino

Compartir




“Quemá esas cartas donde yo he grabado

Solo y enfermo, mi desgracia atroz,

Que nadie sepa que te quise tanto,

Que nadie sepa, solamente Dios.”

“Quemá esas cartas”, Vals de López y Cosentino



Por José Luis Milia para el Informador Público

Acabo de darme cuenta de que Balza, el embajador que la Argentina depositó como presente griego en Colombia, no es argentino, ni latinoamericano como alguna vez se autodefinió.

Quien, al igual que yo, creía eso merecería estar en el infierno destinado a los crédulos.

¡No, señores!, Martín Balza es marciano.

Quizás cayó de un plato volador que investigaba las juergas de Menem, y le cayó simpático a éste dándole ideas geográficas sobre Croacia y Ecuador, quizás pertenecía a una célula dormida presta a hacerse con el planeta empezando por la Argentina, o lo que es aún más aterrador, abducción mediante se apropió del cuerpo, ya que no de la memoria, de un oficial del Ejército Argentino del que algunos creen aún que tuvo destacada actuación en la guerra de Malvinas.

Quienes esto lean supondrán que ya estoy en la etapa diferencial de la locura senil, o que me volví loco directamente.

No, permítanme explicarlo.

Leo en Clarín un meduloso artículo sobre el infierno al que estuvo sometida la Argentina entre los años 1976 y 1983, y como una banda de criminales enjarretados en uniformes urdieron un plan siniestro para acabar con todos los argentinos, incluidos algunos familiares que les caían mal.

Este artículo, propio de “crónicas de un vampiro” se titulaba:

“Sentencias y alegatos que reflejan el terror vivido” y, ¡Oh, sorpresa!

Lo firmaba Martín Balza.

Debo confesar que mi confusión fue enorme porque por un lado leí en el artículo de Balza -ese al que creo marciano- la siguiente frase:

“Bignone repite lo mismo que Videla, Massera, Riveros, Bussi, Nicolaides, Menéndez (Luciano B.), Harguindeguy y Díaz Bessone, entre otros que tuvieron el control de los “Centros Clandestinos de Detención”, eufemísticamente llamados “Lugar de Reunión de Prisioneros”… “mientras recuerdo que el otro Martín Balza, en ese entonces Teniente Coronel, estaba destinado en Paso de los Libres, y debería haber sabido por su jerarquía -era jefe de un grupo de artillería al que le desapareció un soldado- que era la estancia “La Polaca” y que sucedía allí.

Fue a causa de la lectura de éste artículo que estoy sufriendo el desfasaje mental del que ya he hablado porque, ¿Cuál Martín Balza es el que firma el artículo de marras?

¿El mismo que siendo Jefe de Institutos Militares el 26 de marzo de 1989, a trece años y dos días del golpe militar de 1976 le escribía al General Videla: “le hago llegar mi más profundo agradecimiento a quien tanto diera por el engrandecimiento y la profesionalización de la institución que con tanto cariño hemos abrazado…”?

¿Es el mismo Balza que en el mismo año y aprovechando los saludos de Navidad volvía a escribirle a Videla: “A nadie escapa ya que los tiempos de la historia han comenzado a reubicar los hechos, iluminando la verdad que algunos intentaron colocar bajo un cono de sombra tan falso como poco creíble….”

“La conjunción de estas fiestas navideñas y el brillo de una gesta heroica que empieza a adquirir su real dimensión a pesar de las falacias, debe ser interpretado con la fe y la esperanza del que contempla un nuevo amanecer…”?

No señores, y por qué no señoras, para no malquistarme con la presidente, estoy seguro que hay dos Balza, uno que al inicio del Proceso era Capitán y a su fin Teniente Coronel.

Ese es el que -al igual que muchos argentinos que hoy se hacen los distraídos y que en ese entonces aplaudían esos hechos- sabía, por su jerarquía de oficial jefe, de desaparecidos y muertos y del que nunca supimos que alzara la voz contra sus Jefes ni que alguna vez fuera castigado por no cumplir una orden sea esta la que fuere, y el otro, el hoy embajador; el marciano que se apropió del cuerpo del primero pero no de su memoria, ya que no se acuerda de las cartas a Videla, de “La Polaca”, ni de Vicente González, el colimba que desapareció en Paso de los Libres en 1980, pero que tuvo la “sabiduría política de ser amigo incondicional, pese a la diversidad ideológica y moral de sujetos tales como Alfonsín, Menem y Kirchner.

Amistad incondicional que le sirvió para hacerse perdonar el pasado del otro Balza, el terrestre.

No hay comentarios: