miércoles, 14 de marzo de 2012

AL PEDO

BOUDOU, UN "ARRIBISTA" DE VUELO BAJO por Carlos Berro Madero carlosberro24@gmail.com Quizá sea mucho pedirle al vicepresidente Boudou que "se dé una vuelta" por el pensamiento clásico para poder comprender por qué algunas personas pueden llegar a extremos de estupidez que mueven a asombro. Fundamentalmente, porque más allá de sus ambiciones parece no haber entendido que la ideología es una máquina de triturar simpatizantes, en tanto el "credo" de un movimiento político se desplace de uno a otro extremo del arco iris según sus necesidades. Su designación fue, sin lugar a dudas, una "revancha" póstuma de Cristina, dirigida posiblemente a corregir la "herencia" que, según ella, recibió de su marido en vida: el nombramiento del tan denostado Julio Cobos. Los que saben, aseguran que alguna vez se lo echó en cara a Néstor de viva voz y con inusitada violencia doméstica de por medio. En este caso, muy probablemente además, optó por algunas cuestiones estéticas que hemos observado la atraen sobremanera: rodearse de una juventud "carilinda" y ambiciosa para cederles alguna porción de su poder en actos majestuosos de potestad "regente". Siempre y cuando, por supuesto, acepten que las riendas del carruaje las maneja solamente ella. A Martín Loustau se le podría preguntar algo de esto, y a Massa, y quizá a algunos otros cuyos nombres no importan tanto a los fines de lo que deseamos ejemplificar. Boudou es un emergente de las conductas "selectivas" de Cristina, que privilegia los "sentidos" por sobre el razonamiento, lo cual no es nada nuevo. En efecto, suele practicar su soberbia con magnanimidad, pretendiendo que los "elegidos" para cada caso mantengan ciertos patrones de "apariencia" y de conducta, respondiendo siempre a la "voz de mando" sin cuestionamientos. Fácil es comprobar que estas designaciones "viscerales", por medio de las cuales algunos han sido admitidos en el olimpo, los confunden y comienzan a construir para ellos lo que imaginan como "terreno propio". Esto parece haber sucedido con el "guitarrista rockero" vicepresidente. Probablemente no se detuvo a analizar el peligro que esto implica: donde las dan, las toman, dirían en España. Por otra parte, "si el hombre no fija nunca la mirada en su interior, y obra según le impelen las pasiones, sin cuidarse de averiguar de dónde nace el impulso, para él LLEGAN A SER UNA MISMA COSA PASIÓN Y VOLUNTAD", como sostiene Balmes. Otra vez debemos traer a colación los rasgos psicológicos de los protagonistas de estas historias de confusiones "palaciegas", enredos y castigos, porque allí se encierran muchos secretos que están enturbiando la vida política de nuestro país. Muy seguramente Boudou removerá cielo y tierra para recuperar "la vertical", y quizá lo logre. Lo que no podrá impedir, es salir de las cuestiones que hoy lo afectan considerablemente dañado, con lo cual pasará a constituirse en un verdadero títere del poder. Eso, siempre y cuando algún juez riguroso no entienda que ha sonado la hora de poner límites al absolutismo y la impunidad. Detrás del vicepresidente podría existir una larga lista de espera de funcionarios a los que habría que recordar que deberían dejar de lado algunos "goces" que les satisfagan, teniendo presente que por encima de ellos está la Presidente, una mujer inestable y dominante, que "fulmina" a quienes no aceptan las reglas de "su" juego. En toda esta historia de Ciccone, impresión de billetes y testaferros, causa la impresión de que Boudou ha resultado finalmente un mediocre "arribista" de vuelo bajo. ¿Su caso, servirá de atención a los demás?

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