jueves, 18 de diciembre de 2008

EL MASTER DE MOSCÚ

por Carlos Mira

¿Cuáles son los verdaderos motivos que impulsaron al kirchnerismo a visitar tierras rusas?

¿A qué fue Cristina Kirchner a Rusia? La respuesta quizás podía encontrarse en la primera plana de La Nación del martes pasado. Allí, detrás de las quejas de aquel país por la exportaciones de carne, se destacaba que, siguiendo con el proceso de nacionalizaciones forzosas a que Putin ha sometido a las empresas, el primer ministro se proponía ahora ir por la primera empresa de fertilizantes del país a la que le ha abierto una "investigació n" que, todos intuyen, terminará con otra intervención.

Quizás sea lógico responder entonces que Cristina fue a Rusia a realizar un master de postgrado en la carrera que podríamos llamar "cómo asociar el poder a los negocios personales".

Desde que Néstor Kirchner se instaló en el gobierno en 2003, no caben dudas de que ese ha sido su objetivo y que ha ajustado la metodología de su administració n a tal fin. Y digo "administració n" y debería corregirme. Porque Kirchner no se considera un "administrador" temporal de la cosa pública, sino un dueño privado de los recursos públicos a los que maneja como si fueran de su propiedad. Putin, por su lado, ha hecho una especie de maestría en la materia. Al ya poco claro proceso anterior de salida del sovietismo que estuvo teñido por la intervención de la mafia y por una rueda de amigos poco claros, el hoy primer ministro le agregó una maquinaria forzosa parecida a la de los Kirchner y que también busca replicar Chávez en Venezuela, recientemente visitada por el presidente ruso Medvedev.

Por lo que se ve el perfil proyectado del país parece claro: una nomenklatura todopoderosa compuesta por una casta selecta de funcionarios y unos cuantos amigos que atenazan como pulpos las sillas del poder y la fuente de los recursos económicos, sentando sus reales en las principales fuentes de producción. Una nueva forma de fascismo sofisticado y apabullante que desplaza de los centros de decisión a los individuos por el uso de la fuerza, el miedo, la extorsión, el atropello y la invención de procedimientos legales como fue el caso de Aerolíneas y ahora parece ser el de Edelap.

¿Por qué la Argentina tiene la manía de ponerse del lado equivocado de la Historia? Ha repetido periódicamente esta costumbre de hacer camarillas con los que personifican las ideas contrarias a la libertad y, aparentemente, no parece querer dejar esa costumbre.

Abrazó la causa perdida del fascismo durante la Segunda Guerra Mundial y pagó un precio altísimo por ello. Aun hoy el mundo civilizado la tiene etiquetada como un refugio -no de personas (eso sería lo de menos)- sino de un conjunto de ideas que, en buen romance, significaban la sujeción del hombre a una autoridad dueña de su vida y de su futuro.

A cambio de aparecer como interpretando un personaje que al parecer le encanta representar -el del rebeldón sin causa-, desafió los valores representados por las democracias avanzadas y por el concepto de "sociedad abierta" resumido brillantemente por Karl Popper, poniéndose del lado de lo que el escritor austriaco llamaba "sus enemigos".

Coqueteó con Cuba y con los movimientos de la guerrilla totalitaria de los 70 y encarnó la avanzada antinorteamericana en Latinoamérica.

Hoy vuelve sobre sus mismos pasos. Bajo el argumento mentiroso de "abrir mercados" (desmentidos por la propia realidad de un Moreno que vive prohibiendo las ventas al exterior), llega de la mano de su matrimonio presidencial a Rusia para tejer allí una nueva alianza contra los Estados Unidos, creyendo que Washington atraviesa su peor momento y que es el tiempo adecuado para unir a todos aquellos que desde hace rato quieren hacerle morder el polvo.

La autocracia de Putin ha sido el lugar elegido para ubicarse ahora en el concierto mundial. Todo vale con tal de ocupar un lugar en el colectivo antiyanqui. Como ocurrió otras veces lo más probable es que la Argentina vuelva a pagar un precio que no puede calcularse hoy por la ignorancia de quienes la gobiernan. Pero lo más lamentable es que las consecuencias de ese precio no recaerán sobre los emergentes de la ignorancia (los Kirchner y aquellos que los siguen) sino sobre la fuente, es decir, el conjunto del pueblo que por acción u omisión ha permitido que los destinos del país cayeran en sus manos.

© www.economiaparatod os.com.ar

No hay comentarios: