miércoles, 10 de diciembre de 2008

INTEMPERIE....................

La Nueva Provincia - 06-Dic-08 - Opinión
http://www.lanueva. com/edicion_ impresa/nota/ 6/12/2008/ 8c6049.html

OTRAS VOCES
La República a la intemperie
El proyecto de ley de Presupuesto 2009 contempla en gastos de capital, para los rubros Defensa y Seguridad, 757 millones de pesos, 32 millones menos de lo que se invertirá en el mantenimiento de dos puentes: el de Paso de los Libres y el de Gualeguaychú.

Con algo menos de lo que se gastará en repintar y resoldar esas dos obras, hay que defender (internamente luchar contra el delito) un país de 2,8 millones de kilómetros cuadrados, que, sin contar el sector antártico, se extiende a lo largo de 33 grados de arco, es el octavo del mundo en superficie, amén de la sexta reserva metalífera, y dueño titular de acuíferos y zonas agrícolas capaces de alimentar a 400 millones de personas.

A todo esto, la cantidad de "suplementos no remunerativos y no bonificables" que componen el haber militar permite que más del 75% de éste no tribute aportes sociales ni jubilatorios. El presupuesto bajísimo garantiza la incapacidad tecnológica de nuestras Fuerzas Armadas de actuar como escudo de ese conjunto de activos materiales y culturales que llamamos nuestro país. El tener al personal de las Fuerzas Armadas mayormente "en negro", con suplementos que constituyen una irregularidad fiscal, muestra no una mala política de recursos humanos en defensa; muestra su ausencia. Es el mismo desinterés por el cual, en una infografía de un documento oficial del Ministerio de Defensa, las Malvinas figuran como Falklands.

Resulta evidente que, en un momento particularmente tormentoso de la historia mundial, la República Argentina está a la intemperie. El dueño de la casa se enojó con el techista y decidió que se puede vivir con el piso y las paredes, no más. La clase política argentina, todavía enojada por los desatinos del Proceso, supone que la defensa nacional no es tema. Sí lo son la Justicia y la Educación, asuntos que no se arreglan, pero sobre los que al menos se debate.

Vamos a contramano de la historia y de la geografía. Nuestros vecinos y socios o asociados de Mercosur, Chile y Brasil, con los que gracias a Dios no hay hipótesis de conflicto, invierten sumas importantes en defensa: Chile, más de 5.300 millones de dólares al año, y su sociedad no parece empobrecerse por ello. Brasil desembolsa 27.540 millones y, en este último caso, de un modo muy dinamizador de su PBI, porque esos gastos van de cabeza a su muy lucrativa --y exportadora- - industria propia aeroespacial y de armamentos.

¿Y la Argentina? Gasta 2.800 millones en todo concepto defensivo, pese al equipamiento perdido en Malvinas, pese a la larga obsolescencia y bajo mantenimiento del que conservó, pese al cierre o enajenación de casi toda su vieja industria de defensa.


Veamos algunas preguntas incómodas.

¿Están equivocados nuestros vecinos o nosotros? Las páginas de economía de los diarios parecen sugerir que nosotros.

Cuando Brasil dice que va a construir submarinos nucleares para defender sus nuevos --y bien dotados-- activos petroleros off shore , está mandando tres mensajes al resto del planeta: el primero es que esos yacimientos no se defenderán solos; el segundo es que tampoco los defenderá la IV Flota, y el tercero es que lo hará Brasil, en alianza estratégica con Francia y Rusia. Hay un cuarto mensaje, menos obvio: en el camino, Brasil se volverá experto --todavía no lo es-- en propulsión nuclear naval, militar y civil.

Para los brasileños, de ahí a exportar su know-how es cosa de un par de décadas. Lo harán, sin dudas. Como lo hicieron con su experticia, lentamente acumulada durante los '60, '70 y '80, en construcción aeronáutica. Los aumentos de presupuesto de defensa que permitirán esto, el político argentino tipo los vería como un gasto demencial. El político, empresario, académico o dirigente sindical brasileño, en cambio, los ve como una inversión. Y no sólo inevitable, sino redituable.

En contraposició n a estos dos vecinos que fortalecen militarmente sus estados, rara vez el mundo estuvo tan aquejado de otros estados que colapsan, devorados por amenazas internas, separatistas, sediciosas o simplemente criminales, mejor armadas que sus propios ejércitos. Y no me refiero únicamente a pequeñas republiquetas- satélite, sino a estados fuertes y con prosapia, aunque con menos medios económicos y capacidad de fuego que algunas multinacionales o que las mafias del narcotráfico.

En un punto, el mundo parece haber regresado al siglo XIX, sólo que no con 1.500 millones de habitantes, sino con casi 8.000.

La Argentina, en tanto, capaz de alimentar a casi el 20% de la población planetaria, adolece de una enorme permeabilidad de fronteras (especialmente en el NOA) que la puso en el mapa mundial del narcotráfico. Además, tiene por vecino a un país al borde de una guerra de secesión entre sus llanos hidrocarburíferos y la región andina metropolitana. Y sigue mirándose el ombligo, sin enterarse de que el mundo se ha vuelto más peligroso que nunca.

Malas costumbres adquiridas en los '90, cuando --pese a las lecciones de Malvinas-- se nos vendió la idea de que podíamos vivir sin techo, bajo el paraguas aparentemente sin agujeros de la Pax Americana ¿Cuánto vale ese paraguas, hoy, con los Estados Unidos en implosión financiera, con su economía interna en recesión, y capturados además en guerras carísimas e imposibles de ganar en Irak y Afghanistán? ¿Puede ser eterna nuestra buena suerte?


El activo principal es el humano.

¿Que hizo la Argentina de bueno en este último cuarto de siglo en materia de defensa? Como consecuencia de la derrota en Malvinas, a falta de presupuesto para su reequipamiento, el Ejército --sólo puedo hablar por la fuerza a la que pertenezco-- decidió salir del búnker cultural de su educación cuartelera y modernizar la educación de sus oficiales y suboficiales, apuntando a la calidad del recurso.
Un modo cínico de entender la movida es: "Ya que no podemos actualizar el hardware, avancemos con el software ", y algo de eso hubo. Pero hay razones más profundas: las empresas pueden sacarse sus ejecutivos unas a otras, pero si la Argentina se queda sin jefes militares que entiendan medianamente bien de su asunto, no se los puede sacar a ningún otro estado. O los forma en casa y buenos, o está destinada a perder cualquier guerra en que se meta o la metan.

Entonces, en los '90, para mejorar el recurso humano del Ejército Argentino en todos los niveles, se potenció el conocimiento de las ciencias afines a las necesidades militares (administració n, relaciones internacionales, todas las ingenierías, ciencias exactas) con carreras de posgrado, grado y pregrado universitario. Y, además, idiomas: se impuso que los propios suboficiales debían ser al menos bilingües.

Al respecto, dos cosas: estos cambios prácticamente revolucionarios se hicieron sin ninguna publicidad, en primer lugar. En segundo, a partir de 2003, en el ámbito de Defensa, sin ninguna reflexión. Se suprimió en la educación militar del Ejército todo lo avanzado en disciplinas "civiles" y volvió a su vieja matriz casi autista de educación cuartelera.

Si no tenemos oficiales y suboficiales expertos, ¿cuál es nuestra solución de defensa? ¿El protectorado? Es una ilusión poco inteligente. El techo del vecino protege al vecino, y mejor que comprarle un paraguas de humo es tener un techo propio. No importan las cuentas pendientes que se tenga con el techista. Hay que terminar la casa y ponerle tejado. No está el clima mundial para andar a la intemperie.

Miguel Angel Sarni es general de división e ingeniero militar y par evaluador de la Coneau. Escribió el libro Educar para este siglo .




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