Al menos descubrieron que existe la curva de Laffer.
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1080030 .
Por Roberto Cachanosky.
Si bien todavía no se conocen los detalles sobre los cambios o eliminación total que tendrá la famosa tablita de Machinea sobre el impuesto a las ganancias, algo que no es una cuestión menor cuando este gobierno anuncia alguna medida, el anuncio en sí parece estar bien encaminado.
Recordemos que la famosa tablita aplicada a comienzos del 2000, establecía que el impuesto a las ganancias que tributaban los empleados, aumentaba a medida que el empleado ganaba más porque se le permitían menores deducciones.
Dicho en forma más sencilla, para determinar el impuesto a las ganancias se tomaba los ingresos del trabajador, a esos ingresos se les restaban ciertos rubros como esposa, hijos, etc. y al resultado del ingreso menos las deducciones, se le aplicaba el impuesto a las ganancias de acuerdo a una escala determinada. El porcentaje del impuesto crecía más que proporcionalmente a medida que subía la ganancia calculada.
La característica de la tablita consistía en que, a medida que se incrementaba el ingreso de los trabajadores, las deducciones por esposa, hijos y demás rubros iban disminuyendo, en consecuencia se incrementaba el monto sobre el que el empleado tenía que pagar el impuesto a las ganancias e, inclusive, pasaba más rápido de categoría hacia tasas cada vez mayores.
La tablita en sí tiene muchos problemas, como todo el impuesto a las ganancias, pero en particular la tablita tienen el inconveniente de que los incrementos de salarios por inflación determinan que mucha gente pueda deducir cada vez menos gastos y pague más impuestos.
Si a un empleado le ajustaban el salario para compensar la inflación, tenía más ingreso nominal, pero la tablita lo tomaba como un aumento del ingreso real y, por lo tanto, el pobre empleado terminaba pagando cada vez más impuesto a las ganancias porque, por el funcionamiento de la tablita, podía deducir menos gastos por mantenimiento de la esposa y los hijos, hasta llegar un punto en que, a cierto nivel de ingreso, no se le permitía deducir ningún gasto incrementado fenomenalmente la base sobre la que se le aplica el impuesto.
¿Cuál es el objetivo que uno intuye que se busca con esta medida? Tratar de reducir la carga tributaria sobre los asalariados para intentar reactivar el consumo.
En otras palabras, se le estaría devolviendo capacidad de demanda al sector privado, lo cual es bienvenido.
Pero si el gobierno reconoce que esta tablita tiene el inconveniente señalado, y por eso la deroga, debería reconocer que la famosa tablita no sólo afecta a los sectores de ingresos fijos, sino también a los profesionales independientes y a las empresas.
Los montos de deducciones para los profesionales independientes prácticamente no se han modificado, con lo cual el impuesto a las ganancias tiende a ser un impuesto sobre los ingresos brutos.
En el caso de las empresas, al no permitirse el ajuste por inflación de los balances, el impuesto a las ganancias se aplica sobre utilidades inexistentes, lo que implica aplicar un impuesto sobre el stock de capital.
La inflación tiene este inconveniente y, por eso, en los años de alta inflación se permitían los ajustes de los balances por las variaciones de precios, justamente para evitar gravar ganancias que eran ficciones contables, algo que sigue sin permitir este gobierno.
Todavía debemos esperar a conocer el nuevo esquema impositivo, pero, en principio, pareciera ser que el gobierno descubrió que existe la famosa Curva de Laffer.
El economista norteamericano había establecido para el caso del impuesto a los ingresos en EE.UU., que el Estado podía incrementar la alícuota y recaudar más hasta cierto punto.
A partir de ese punto el premio por evadir se incrementaba y las personas preferían evadir o trabajar menos porque el Estado se llevaba todo el excedente de su producción.
O sea, a partir de determinado punto, todo lo que generaba una persona se lo llevaba el Estado, en consecuencia, si el Estado aplicaba alícuotas muy altas, llegaba a un punto donde comenzaba a recaudar cada vez menos.
El mejor ejemplo que podemos dar en la actualidad son los impuestos a las exportaciones de determinados granos que hace que para el productor no sea negocio producirlos porque la carga tributaria es tan alta que, finalmente, termina perdiendo plata.
Resultado: la economía tiene menos riqueza generada y el Estado, por voracidad fiscal, se queda sin los ingresos tributarios que esperaba recaudar con una tributación salvaje.
Un largo camino le queda al gobierno en materia de reforma impositiva: impuesto al cheque, retenciones a las exportaciones e impuesto a las ganancias sobre utilidades irreales, son algunos de los rubros a considerar.
Si sólo se limita a eliminar la tablita de Machinea, en materia de reactivación y crecimiento, la medida será una gota de agua en el océano, porque de nada servirá intentar mejorar el consumo si, al mismo tiempo, el sistema tributario no incentiva las inversiones, que son las que crean los puestos de trabajo y los salarios
lunes, 15 de diciembre de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)



















No hay comentarios:
Publicar un comentario