miércoles, 17 de junio de 2009

CAMPAÑA SUCIA


Nueva Mayoría - 17-Jun-09 - Análisis

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La campaña sucia

por Rosendo Fraga


Estudios realizados sobre la última elección presidencial norteamericana confirmaron lo que venía sucediendo desde elecciones anteriores, verificándose que los mensajes de campaña negativos tienen un nivel de recordación de siete a uno respecto a los positivos.

Es decir, que si una persona denuncia, critica, ataca, o insulta, los votantes lo recuerdan mucho más que si propone medidas para mejorar la calidad de la educación y la salud públicas, la independencia de la justicia o el medio ambiente.

La mencionada situación se registra tanto en Europa como en los EEUU. En parte, es consecuencia del papel casi exclusivo que está teniendo la televisión en las campañas electorales. Sólo se trata de lanzar lemas, frases o a lo sumo mensajes cortos, ya que no hay espacio para el discurso y la argumentación.

Esto da una clara ventaja al que realiza la campaña negativa, que tiene asegurado mucho mas espacio mediático que quien no la hace. Presentar una plataforma no es una novedad para los medios de comunicación, pero si consideran que lo es una denuncia de corrupción sobre un candidato.

Desde esta perspectiva se hace casi inevitable el aumento de la "suciedad" de las campañas año a año.

En el caso argentino, las elecciones legislativas de 2005 mostraron una campaña más sucia que las presidenciales de 2003. A veces, incluso el mismo Ministro de Interior irrumpía pronunciando malas palabras contra algún candidato opositor como López Murphy, y Aníbal Fernández obtenía espacio mediático con este recurso.

La denuncia contra Enrique Olivera en Capital fue otro ejemplo del uso de la campaña negativa, en este caso muy pocos días antes de la elección, lo que impide a la víctima una defensa eficaz.

Es así como la campaña electoral de 2007 parece profundizar aún más la tendencia universal de utilizar con mayor frecuencia la campaña negativa.

Es que dicha campaña ha terminado contribuyendo al efecto polarización, que se está registrando en la provincia de Buenos Aires, entre Kirchner y el candidato de la Unióin-PRO.

Es que ha contribuido a ello mucho la estrategia oficialista, que ostensiblemente ha mostrado que considera a De Narváez y no a Stolbizer como su principal ya no adversario, sino enemigo. Las denuncias sobre la efedrina, las investigaciones de la AFIP sobre las compañías del empresario, la supuesta vinculación de un comité del PRO con un desarmadero de autos, la candidatura de Luis Patti desde la cárcel y la de un rotisero que se llama Francisco Jesús Narváez, son todas acciones dirigidas desde el oficialismo, que pusieron en evidencia que su riesgo electoral no es Stolbizer sino Narváez.

Ello muestra una vez más, que la política es arte y no ciencia, porque aplicando análoga estrategia a la misma situación, no siempre se obtiene el mismo resultado.

Es así como la campaña sucia del oficialismo contra De Narváez en la provincia de Buenos Aires, en este caso, hasta ahora tuvo el resultado adverso al buscado.

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