miércoles, 3 de junio de 2009

CORTINAS DE HUMO


Elecciones 2009

Escraches, fascismo y cortinas de humo: la última de Kirchner
El ex presidente está logrando imponer con éxito su última maniobra discursiva. La construcción del kirchnerismo como una fuerza política democrática y luminosa, que sufre el asedio de columnas proto fascistas de productores golpistas, escenifica la victimización de una fuerza que hizo de la coerción su mecanismo de concentración de poder. La discusión con Agustín Rossi.
Por Ignacio Fidanza


La Mesa de Enlace finalmente hoy se acostó en la cama que con todo cuidado, les tendió Néstor Kirchner. La conferencia de prensa que brindaron para explicar lo obvio –esto es que no avalan los denominados escarches de productores a candidatos oficialistas-, no hizo sino reforzar el escenario discursivo que el ex presidente diseñó para esta campaña.

Un escenario muy favorable para el oficialismo, en el que se habla de cualquier cosa menos de los efectos concretos de las políticas del gobierno que hace seis largos años ejerce el poder. Se trata apenas del segundo capítulo de una novela que se inició con el debate sobre las “testimoniales”, que en otra toma de judo Néstor Kirchner logró que monopolizara el primer mes de una campaña, a la que apenas le quedan 28 días.

Debates de fondo sobre el rumbo, los costos y los beneficios del actual modelo, están absolutamente ausentes –no ya del discurso oficial, lo que es comprensible- sino lo más alarmante, de la oposición. Un oficialista como Hugo Moyano reconoció que la desocupación subió ¿Quién habla de esto? Aerolíneas Argentina pierde más de un millón de dólares por día que pagan todos los ciudadanos ¿Está bien, está mal, es necesario? Hugo Chávez estatiza empresas argentinas –las pocas que quedan- y defiende las brasileñas ¿No hay nada para debatir sobre la política exterior del gobierno? La mortalidad infantil y la deserción escolar han vuelto a crecer con fuerza ¿Tampoco merece esto una mención?

No, en vez de hablar de los problemas y desafíos que enfrenta la Argentina, la campaña gira en torno a los dos ejes que planteó Kirchner: testimoniales y escraches.

Es tan grande la dificultad de la oposición y de la propia Mesa de Enlace para sortear esta trampa, que ya no se habla de los problemas del campo que tiene inmensos sectores en estado crítico (ganadería, tambos, trigo), sino de los productores que escrachan.

“"No queremos victimizar a quienes fueron victimarios. Las víctimas en este país somos los productores, que no nos corran el eje de la discusión”, afirmó Eduardo Buzzi en la conferencia de prensa que dio la Mesa de Enlace para condenar los escraches. No es casual que el más político de los dirigentes agrarios se haya dado cuenta del paso en falso que estaban dando. El propio Mario Llambías, cuando un periodista le preguntó si no les parecía que con esa conferencia le hacían el juego al Gobierno, sólo atinó a responder que lo hacían “por la presión de los medios”.

Para jugar limpio hacen falta dos

Una vez más la dirigencia agropecuaria y la propia oposición, no logra comprender la naturaleza de su adversario. Este Néstor Kirchner que hoy se victimiza, es el mismo que envió a Luis D´Elía a golpear a quienes marcharon a la Plaza de Mayo, a los camioneros de Hugo Moyano a romper por las malas los cortes de los productores, en su lucha contra la resolución 125. El mismo que desde la Presidencia convocó públicamente a un escrache contra Shell. El que hizo pegar afiches con la frase “Cobos traidor, a vos te va a pasar lo que le pasó a Vandor”.

Ahora, se da vuelta y recuerda las normas de convivencia civilizada, los necesarios límites del debate político en el sistema democrático ¿Y mañana qué podría llegar a hacer, si la hora de la debilidad le exige endurecer los dispositivos de control? Es el enorme error de discutir principios, con quien sólo atiende las razones del poder, aquello que le sirve a su proyecto de acumulación. No se trata ni siquiera de una discusión ideológica, por más que el ex presidente, muy hábilmente, la disfrace de debate de ideas.

La pavada del fantasma fascista

“Cambiaron los tanques por tractores”, lanzó ayer Kirchner en un acto en la localidad agropecuaria de Cañuelas. Se trató de un deliberado regreso a su discurso más duro –ese que le eriza la piel a la natural posición conciliadora de su compañero de lista, Daniel Scioli-. Ese que busca emparentar a los productores de hoy, con la oligarquía ganadera del pasado.

Profundizando esa línea, el jefe del bloque kirchnerista, Agustín Rossi, afirmó en un tenso diálogo con este periodista en radio El Mundo, que los escarches de los productores son el primer paso hacia el fascismo, y quien no los condene de manera absoluta, se convierte en cómplice de ese proyecto político.

Una manipulación más de la realidad y la historia. Así como Kirchner se reinventó un pasado “heroico” de militante revolucionario –que no lo fue- y tildo de genocidas golpistas a todos los que se le opusieron; ahora los productores enardecidos son hijos políticos de Mussolini.

El argumento esconde una falacia de proporciones. Todos los regímenes totalitarios se construyeron desde el manejo del Estado, desde el uso desorbitado de sus resortes administrativos, de su poder punitivo, desde el avasallamiento de las instituciones y la división de poderes que plantea el ideal republicano. De manera que sería una exageración tan flagrante como la que comete Rossi con los productores, acusar al kirchnerismo de fascista, por ejemplo, por sus avances sobre el Congreso –ley de superpoderes- o la Justicia –Consejo de la Magistratura, vaciamiento de la Fiscalía Nacional de Investigaciones Administrativas-.

En todo caso si se quiere jugar a la comparación histórica, estas manifestaciones de protesta rural, que hasta los propios damnificados como Rossi reconocen son producto de “autoconvocados”, se asemejan a grupos preinsurgentes que se alzan contra el Gobierno. Nada tienen que ver con el ejercicio despiadado del poder punitivo estatal.

Por supuesto, que causa indignación y pena, ver el martirio público que sufre este candidato kirchnerista, que además, es reconocido por propios y extraños como un militante convencido, un hombre de diálogo, que no se enriqueció con la política ni hizo alarde de sus posiciones de poder. Pero no se trata de cuestiones personales. Rossi fue una de las caras de la intransigencia extrema del kirchnerismo durante el conflicto con el campo. Y tal vez sea esta la explicación de su drama, si es que sirve buscarle explicaciones a las cosas que suceden.

Un vacío de representación

Lo notable de la situación actual, es que frente a un oficialismo resistido y hasta rechazado por la gran mayoría de la sociedad –alrededor del 70 por ciento-, la oposición no logra dar la talla y se pierde en estrategias de marketing light. No es casual que ante esta deserción de la política, adquieren importancia desmesurada técnicos de campaña como el ecuatoriano Jaime Durán Barba. Como la política se vacía de contenido, son los ideólogos del oportunismo, los apóstoles del “no hagamos olas que llegamos”, los que monopolizan el discurso público, en el que por ejemplo, esta notoriamente ausente el problema de la corrupción ¿Casualidad?

Así, lo que comienza a insinuarse es un vacío de representación de las frustraciones profundas de importantes sectores de la sociedad. Se puede arriesgar que aún se está lejos de la crisis del voto bronca y el que se vayan todos, pero contra lo que sostienen los profetas del discurso liviano, no es con menos política, ni eludiendo los debates de fondo, como se sortean las crisis. Tomar el toro por las astas no es un ejercicio agradable, pero a veces es la única salida.

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