lunes, 1 de junio de 2009
CRÉDITO E INFLACIÓN
UN CRÉDITO PARA APOSTAR A LA INFLACIÓN
¿Qué se esconde detrás de la nueva línea hipotecaría presentada la última semana? ¿Conviene tomarlos? ¿Realmente ayudan a la clase media?
Por Roberto Cachanosky (*)
Los famosos créditos para inquilinos que había anunciado Kirchner poco días antes de las elecciones del 2007 (si mal no recuerdo) quedaron en solamente eso. Un anuncio sin trascendencia. Habrá que ver si en esta oportunidad no queda todo en otro globo de ensayo de frente a las elecciones del 28 de junio o efectivamente se otorgan. Las dudas surgen porque el gobierno anunció un monto total de créditos disponibles por U$S 1.600 millones. Al tipo de cambio vigente son aproximadamente $ 6.000 millones. Considerando que el stock de créditos hipotecarios al 22 de mayo era de $ 18.000 millones, el gobierno estaría dispuesto a financiar créditos por el equivalente al 33% del stock de créditos actuales. Un porcentaje nada despreciable.
Pero dejando de lado las dudas sobre el efectivo cumplimiento del anuncio, han informado que miles de personas han formulado consultas al respecto. Claro, es que la ausencia de un mercado de capitales hace inviable el otorgamiento de este tipo de créditos y por eso la gente trata de agarrarse de la primera madera que puede en el medio del naufragio con la ilusión de salvarse.
Por ejemplo, para que un banco privado pueda otorgar estos créditos, el fondeo no lo puede sostener con los depósitos que tiene. Es que más del 50% de los depósitos en el sistema financiero están a la vista (cuentas corrientes y cajas de ahorro) y el resto está en plazos fijos a plazos no mayores a los 60 días. Otorgar préstamos a 15 años de plazo contra pasivos que, potencialmente, vencen todos los días, es un poco loco. Los bancos podrían otorgar créditos a esos plazos si existiera un mercado de capitales (ahorro privado) dispuesto a comprar esos créditos para devolverles liquidez a las entidades financieras. Puesto en otras palabras, los bancos otorgarían esos créditos, luego los venderían y recuperarían liquidez para hacer frente a los pagos en ventanilla. Pero hoy eso no puede hacerse en Argentina, entre otras causas, porque el gobierno ha destruido el mercado de capitales y además no tenemos moneda.
¿Cómo es posible que ahora surjan estos créditos a esos plazos? Porque se utiliza, para financiar estos créditos, el dinero de los que aportamos al sistema previsional. Aquí caben dos posibilidades: a) que la ANSES esté financiando estos créditos con superávit entre lo que le ingresa por los impuestos al trabajo que cobra y lo que le paga a los jubilados o b) que los financie con parte de los fondos que nos confiscaron de las AFJP.
Si es el primer caso, quiere decir que la ANSES está estafando a los actuales jubilados porque el sistema de reparto no es otra cosa que un sistema por el cual los que estamos en actividad pagamos impuestos para sostener a los jubilados. Si hay superávit quiere decir que nos cobran impuestos que no van a los jubilados.
Si el financiamiento proviene de la utilización de los fondos que nos confiscaron, hay otro debate a considerar que es el costo de estos créditos anunciados. Veamos un ejemplo.
Supongamos que un matrimonio joven quiere comprar un departamento de 2 ambientes. Si desea comprar algo potable y en una zona que no sea marginal, tiene que pensar en unos U$S 50.000, esto es $ 188.000. Las condiciones del crédito son que le prestan hasta el 70% del valor del inmueble, es decir, unos 132.000 pesos y tiene que tener ahorrado el resto.
Para un plazo de 15 años, la tasa anual anunciada, para un departamento usado, fue del 15,20% fija. Pero lo relevante no es la tasa nominal anunciada, sino el costo financiero total (CFT), que incluye la tasa de interés que habrá que pagar, más los gastos de seguro, comisión por el otorgamiento del crédito, gastos de administración, impuestos, etc. En este caso la tasa trepa, entonces, a casi el 19%. Primera reflexión, el gobierno anunció, con bombos y platillos, un plan para beneficiar a la clase media. Al mismo tiempo el INDEC dice que la tasa de inflación es del 7% anual, por lo tanto, la tasa de interés real sería del 12% anual. Realmente, una flor de tasa y totalmente inconsistente con las declaraciones de Kirchner de días pasados en que le decía a los bancos que tenían que bajar la tasa de interés. Probablemente estas tasas sean menores a las que cobran los bancos (aunque no hay bancos privados que otorguen préstamos hipotecarios) pero en todo caso es como decirle a la gente que el gobierno es bueno porque los bancos los quieren matar con dos tumores malignos y él les ofrece matarlos solo con un tumor.
Volviendo al ejemplo, si el matrimonio joven de clase media tomara este crédito por $ 132.000, pagaría una cuota mensual, a un plazo de 15 años, de $ 2.160. Esto significa que en 180 cuotas, bajo el sistema francés, terminaría pagando unos 388.000 pesos (peso más, peso menos). Si el valor total del departamento era de $ 188.000 (el equivalente a los actuales U$S 50.000) terminaría pagando dos veces el departamento y tres veces el monto del crédito solicitado. Un concepto un tanto curioso el de Cristina Fernández de Kirchner al anunciar estos créditos que supuestamente benefician a la clase media. Yo diría: ¡mejor no me ayuden!
¿Se justifica, entonces, tomar este crédito? Solo si el joven matrimonio considera que la economía vivirá otro de sus típicos saltos inflacionarios. O sea, el gobierno solo estaría otorgando créditos beneficiosos para la población si se dispara la inflación y los salarios se ajustan en un contexto de desmadre inflacionario que le permita licuar la deuda al tomador del crédito. Si el panorama que nos pinta el matrimonio presidencial es de un país con estabilidad en los precios, más que darle una mano a la gente, le estaría tirando un salvavidas de plomo.
Si, por el contrario, el matrimonio que toma el crédito apuesta a una fenomenal licuación de su deuda gracias a un pronunciado proceso inflacionario, entonces los Kirchner no estarían otorgándole una ayuda a los tomadores de crédito, estaría estafando a los futuros jubilados que terminarían pagando el costo de la licuación dado que se están usando sus recursos para financiar estos créditos. Es decir, estarían estafando al mismo matrimonio que el día de mañana se jubilará y, por efecto de la inflación, recibirá migajas por su retiro. Le estarían vendiendo espejitos de colores. Hoy te doy un departamento y mañana te morís de hambre. Total, en ese momento, yo ya no voy a estar en el gobierno y podré acusar a los futuros gobernantes de lo mal que cobran los jubilados de ese momento.
(*) Artículo editado en "Economía Para Todos" por Roberto Cachanosky Licenciado en Economía - Universidad Católica Argentina (1980). Consultor económico. Autor del libro "Economía para todos" y "El Síndrome Argentino". Columnista de temas económicos en el diario La Nación. Con anterioridad, ejerció la misma tarea para los diarios La Prensa (1985-1992), El Cronista (1992-2001) y La Nueva Provincia de Bahía Blanca (1992-1998). Conductor del programa de TV por cable "El Informe Económico". Profesor titular de Economía Aplicada en el Master de Economía y Administración de ESEADE, profesor titular de Teoría Macroeconómica en el Master de Economía y Administración de CEYCE. Presidente del Centro de Estudios Económicos e Institucionales. Asesor económico de la Cámara Argentina de Comercio (1983-2002) y de la Cámara Argentina de Importadores (1992-1993).
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