sábado, 3 de julio de 2010

DE QUE NOS DISFRAZAMOS ?


¡AY SEÑORA!…¿AHORA DE QUÉ NOS DISFRAZAMOS?.
Acaba de finalizar el partido, señora. Le escribo antes que los comentarios pertinentes e impertinentes, empiecen a llover. ¡Ud. sabe cómo somos, y nosotros sabemos cómo es Ud.!. De hecho, ya nada podrá modificar semejante penosa realidad. ¡Exactamente, señora!; eso mismo le iba a preguntar… ¿ahora de qué nos disfrazamos?. Ocurre que el FULBO, mal que nos pese, es tan capaz de echar un manto de piedad sobre todas las miserias humanas, como exacerbarlas. Y entonces, conforme al RESULTADO, las miserias humanas afloraran en toda su dimensión, ¿me entiende?. Y se las va a tener que bancar, señora. ¡Ya sé que Ud. no tiene nada que ver!, pero convengamos en que por su alocada cabecita, pasó la idea de “subirse a la gloria” hoy negada. ¡Además!, le consta que laburé a lo loco, preparando los festejos que “no podrán ser”. Es el momento de sacar pecho, señora. ¡No!, no le hablo de cirugías, señora, así está Ud. muy bien, créame. Ahora, los conflictos se multiplicarán…¡bué!, en realidad no se van a multiplicar un “jocara”, van a volver a flotar sobre la superficie de un océano crispado llamado Argentina. Es como tener que hacerle frente a un TSUNAMI, cuando por nuestras cabezotas, no había pasado siquiera efímeramente, semejante posibilidad. ¡Los argentinos somos así, señora!.

Y aunque nada tenga que ver…¿ o sí tiene que ver?, esto me retrotrae a la Guerra de Malvinas, señora. ¿La diferencia?. Para entonces, esos muchachitos vestidos de “militares”, fueron llevados al sacrificio estéril, ¡cruento, le diría!. Y mientras eran masacrados, la noticia mentirosa emitida a través de la para entonces “Cadena Nacional”, la misma que utiliza Ud., tantas veces como se le ocurre, nos decía que todo marchaba bien…¡los Ingleses se estaban comiendo la paliza de su vida!. Y entonces la joda seguía, señora. Teatros, cines, distintos lugares de esparcimiento, seguían “abarrotados” de argentinos. ¡Seguramente, las madres, los hijos, los hermanos sanguíneos de esos ilustres soldados, permanecían en silencio, en la vigilia de la impotencia, y a la espera angustiante de la “noticia verdadera”. Y entonces tengo que concluir en que esto ha sido PEOR. ¡Lástima grande, señora!. Una simple confrontación deportiva, convertida en una GUERRA; una guerra sin muertos, sin heridos. ¡Sin embargo, en la calle no hay nadie!; ¿ESTAREMOS ACASO GUARDANDO EL LUTO QUE PARA ENTONCES NO SUPIMOS GUARDAR?. ¡Penoso, señora!.

¡Y ahora, así como ese General con ambiciones de Emperador se la tuvo que bancar!, se las tendrá que bancar Ud., señora, asi me diga que no fue la que propuso EL PARTIDO. Pero no voy a caer sobre Ud., señora. Estoy pensando en otra cosa, ¡vuelva a creerme por favor!. ¡Estoy pensando en una enorme BANANA!. ¡Nos cuesta y mucho, ponernos los pantalones largos de una Nación!; por algo Ud. está donde está, y nosotros estamos donde estamos.

Ricardo Jorge Pareja

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