EL SÍNDROME DE MARADONA
Por Andrés Oppenheimer (*)
En Argentina, donde el fútbol y la política están tan estrechamente entrelazados, la humillante derrota sufrida por la selección nacional de Diego Maradona en la Copa del Mundo podría ser una excelente oportunidad para que el país repensara su veneración por los líderes carismáticos y los ídolos individuales, por encima del trabajo en equipo. Pero todavía no está claro que eso vaya a suceder.
Hace apenas una semana, Maradona --el mejor jugador de fútbol de todos los tiempos, y un semidiós en su país-- fue aclamado por la mayoría de los argentinos como el hombre que podía llevar a su país a ganar la Copa del Mundo. Pero luego se produjo la desastrosa derrota por 4 a 0 ante Alemania, que eliminó al equipo argentino en los cuartos de final.
La goleada de Alemania fue una sorpresa para todos. Argentina tiene el mejor jugador del mundo del momento --Lionel Messi-- y un plantel de delanteros de la que muy pocas selecciones pueden jactarse. Alemania, con menos estrellas pero con eficiencia, trabajo de equipo y cuidadosa planificación, fue tan superior en el campo de juego que incluso sus propios jugadores se sorprendieron con el resultado final.
Las diferencias entre ambos equipos son notables. Maradona fue elegido director técnico de la selección argentina a pesar de tener muy poca experiencia para ese cargo. El equipo de Maradona perdió numerosos partidos en las clasificatorias, y apenas logro clasificarse para el mundial.
Hubo rumores de que Maradona fue nombrado técnico por razones comerciales, y porque la presidenta Cristina Fernández de Kirchner esperaba extraer beneficios políticos de su popularidad. Los partidarios de Maradona respondían que nadie como él podía motivar a sus jugadores, porque todos ellos habían crecido venerándolo. No fue de extrañar que, durante el mundial, las cámaras de televisión enfocaran más a Maradona que a cualquiera de sus jugadores.
Por su parte, Alemania fue una máquina futbolística implacable, sin super egos. Tal como escribió Stephen Glennon en la revista alemana Der Spiegel, Alemania tiene un equipo con mentalidad ganadora, pero con jugadores prácticamente desprovistos de personalidad. Recordó que los que se salían del libreto fueron condenados al ostracismo, citando el caso de Stefan Effenberg, quien fue enviado de regreso a casa por hacer un gesto grosero en el mundial de 1994.
Pero cuando Maradona volvió a Argentina a principios de esta semana, casi 20,000 personas lo recibieron como un héroe. La presidenta Fernández de Kirchner, consciente de que la mitad de los argentinos todavía adoran a Maradona a pesar de la derrota en el mundial, anunció que recibirá al técnico en el palacio presidencial.
El bloque de legisladores oficialistas en la legislatura de Buenos Aires propuso esta semana erigir un monumento a Maradona, por ser ``un icono de la cultura popular argentina". En momentos de escribirse estas líneas, todavía no esta claro si Maradona renunciará a su cargo.
Daniel Kaufmann, un académico de la Brookings Institution y ex director del Instituto del Banco Mundial, escribió en su blog que dicho con simpleza, un buen gobierno a nivel institucional, ya sea en un equipo de fútbol o en cualquier otra organización, es la capacidad del equipo de lograr resultados en los que el todo sea superior a la suma de sus partes.
En el equipo alemán, el equipo fue mejor que la suma de sus jugadores. En el equipo argentino, el equipo fue inferior a la suma de sus estrellas, y eso se debió a la falta de un buen técnico, agregó.
Mi opinión: Argentina debería superar su síndrome Maradona, o la veneración de celebridades individuales por encima del trabajo de equipo, la disciplina y la planificación. Aunque Maradona ha sido el mejor jugador del mundo, no ha sido un buen director técnico, y ha sido un desastroso modelo de conducta.
En el mundial de 1986, en México, Maradona convirtió un gol con la mano, mientras fingía que había cabeceado la pelota, y luego del partido bromeó que el gol había sido hecho por la mano de Dios. Muchos argentinos todavía hoy usan ese ejemplo para ilustrar la ``viveza criolla'' que caracteriza a muchos de sus coterráneos.
Más tarde, Maradona fue acusado de evasión de impuestos en Italia, y pasó varios años entrando y saliendo de clínicas de rehabilitación para drogadictos en Europa y en Cuba. Durante todo ese tiempo, casi siempre culpó a otros por sus problemas.
Personalmente, a pesar de Maradona, me hubiera encantado que Argentina derrotara a Alemania y siguiera adelante hasta ganar el mundial. Y no me entristeció ver a Alemania perder frente a España el miércoles.
Pero ahora, sólo queda desear que Argentina se vuelva un poco mas escéptica sobre los líderes carismáticos, y un poco más consciente de que los buenos gobiernos son aquéllos en los que el todo es mejor a la suma de las partes.
Con su increíble reserva de talento en todos los campos, eso le ayudaría a Argentina a llegar muy lejos.
(*) Andrés Oppenheimer es columnista de The Miami Herald y de El Nuevo Herald. Fue miembro del equipo ganador del Premio Pulitzer, ganador del Premio Ortega y Gasset , ganador del Premio Rey de España, y ganador del Emmy. Es autor de varios libros. Artículo publicado en el Nuevo Herald.
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