martes, 20 de julio de 2010

HOMOS Y SIDA


Sobre la Homosexualidad y el SIDA


Reproducimos un artículo del Dr. Melvin Anchell, psiquiatra de la escuela psicoanalítica freudiana, sobre la homosexualidad, el Sida y sus efectos sociales.

Por el Dr. Melvin Anchell


Recomendamos que su lectura sea limitada a personas con la debida edad y madurez como para enfrentar la crudeza con que se aborda la descripción de estos hechos, que es necesario que padres y educadores conozcan.

Un examen psicoanalítico de la homosexualidad y el SIDA

Hay algo fatalmente equivocado en una cultura que condena a sus ciudadanos por promover la inmoralidad sexual y al mismo tiempo, aprueba leyes que favorecen la homosexualidad.

Durante los últimos 15 años he sido llamado algunas veces a servir como testigo experto en psiquiatría y sexualidad humana. Mi testimonio en juicios ha sido de testigo en los gobiernos locales, estatales y federales. Recientemente fui llamado a Washington como consejero de la Oficina para las Familias, de la que es parte Salud y Servicios Humanos.

Cuarenta años de experiencia médica en psiquiatría y medicina general me han enseñado, que la homosexualidad causa gran daño físico y mental al homosexual, y a la sociedad de la cual él es parte.

Desde el punto de vista del psicoanálisis, el homosexual es el más enfermo de los pervertidos. El homosexual es un hombre que busca a otro hombre como un objeto sexual. Cuando una mujer busca a otra mujer como un objeto sexual a esto se le llama lesbianismo. Sin embargo, las personas actualmente prefieren usar el término homosexual tanto para mujeres como para hombres.

Algunas personas piensan que un hombre homosexual es como una mujer buscando a un hombre. Mientras esto puede ser cierto en algunos casos, la mayoría de los homosexuales retienen las cualidades masculinas físicas y mentales y tienen pocas o ninguna de las características secundarias del sexo femenino.

El hombre homosexual busca en su compañero sexual cualidades femeninas, no masculinas. Lo que atrae y excita a un homosexual es el parecido físico y mental de su objeto sexual a una mujer. El hombre homosexual busca a alguien que tenga cualidades sexuales femeninas y al mismo tiempo genitales masculinos.

Este deseo sexual constituye el primer gran peligro que presenta el homosexual para la sociedad. Los niños y jóvenes pre adolescentes tienen características muy preciadas para muchos hombres homosexuales. Esto explica también el por qué las revistas pornográficas homosexuales están profusamente ilustradas con actos sexuales que envuelven niños pre-adolescentes.

Si las circunstancias lo permiten, el homosexual usará al niño como un objeto sexual, si tiene una urgencia sexual y si un adulto de su propio sexo no está disponible. Por lo tanto, un homosexual es al mismo tiempo un pedófilo (abusador de niños) en potencia.

Debido al tremendo incremento de la población homosexual y porque el muchacho joven es un objeto sexual deseado por muchos homosexuales, miles de niños son robados de sus padres para satisfacer las necesidades sexuales de los homosexuales.

Las seducciones a las cuales estos niños secuestrados son sometidos, tronchan su crecimiento sexual y no con poca frecuencia convierten en pervertidos. Consecuentemente, pocos tratan de regresar a su hogar otra vez.

Los análisis muestran que los objetivos del homosexual son poliformológicamente perversos, esto es, que los homosexuales no aspiran a ningún objetivo sexual en particular, pero son capaces de practicar cualquier tipo de acto perverso. Por ejemplo, relaciones anales (sodomía), lamer el ano y los excrementos, masturbación propia o a otro, relaciones oro-genitales, flagelación, exhibicionismo y voyeurismo (ver a otros en el acto sexual), son algunas de las prácticas sexuales usadas por los homosexuales, para alcanzar orgasmos en sus inútiles intentos de encontrar alivio de sus necesidades sexuales no satisfechas.

Enfermedades infecciosas relacionadas con las relaciones homosexuales

Los actos sexuales oro-anales del homosexual son responsables de la enfermedad mayor que ha golpeado a nuestra nación en los últimos años. Su nombre es Síndrome de Inmuno Deficiencia Adquirida o SIDA. Opino que el nombre es un eufemismo del original, cuando primero la enfermedad fue descubierta en homosexuales.

Originalmente fue llamada "enfermedad infecciosa relacionada a los homosexuales"(GRID). Sin embargo, los homosexuales infectados que tenían relaciones sexuales con mujeres les contagiaron la enfermedad y poco después SIDA/GRID no se limitó a la población homosexual.

Recién nacidos cuyas madres tenían SIDA, personas que recibían una transfusión de sangre contaminada, personal médico expuesto a secreciones del cuerpo y sangre de pacientes con SIDA, drogadictos que usaban jeringuillas infectadas, muy frecuentemente desarrollaron la "enfermedad de los homosexuales". El contagio del SIDA no conoce fronteras.

En un intento de separar, aún más la relación GRID/SIDA del homosexual, algunos médicos se refieren a la enfermedad como "infección HTLV-III", aunque su origen es el mismo.

Mi juicio médico, basado en 40 años de observación clínica y crítica, es que el SIDA sólo podrá ser erradicado en los homosexuales cuando dejen la práctica sexual oro-anal. El virus que causa el SIDA se encuentra en grandes cantidades en el tracto bajo del intestino. Está particularmente concentrado en la región anal y en el excremento.

Normalmente la gente está protegida de participar en actos sexuales perversos por barreras mentales heredadas, comúnmente llamadas "tabúes". Esas barreras, presentes en el nacimiento, son sentimientos como el asco, el dolor, el horror, la moral, la vergüenza, la estética, etc. Aunque esas barreras son débiles y no están desarrolladas todavía durante la niñez, en un ambiente civilizado normalmente son reforzadas por la influencia de la familia, la religión y la educación.

Cuando el niño alcanza la pubertad, las barreras mentales están establecidas normalmente en su mente. El desarrollo de esas barreras mentales es sumamente importante para proteger al individuo de los instintos sexuales brutos.

Por ejemplo, el asco es una de las barreras mentales que hace que la persona se cohíba de tener relaciones oral-genital. En lo que respecta al ano, está aún más claro, que es el asco el que hace ver estos objetivos homosexuales como perversiones. El ano es usado para defecar y tiene contacto con los excrementos, una cosa desagradable por sí sola. Años atrás los líderes de la Asociación Americana de Psiquiatría proclamaron que la homosexualidad no era una enfermedad, sino simplemente una variación sexual. (Esta declaración es una contradicción total a los preceptos psicoanalíticos que han sido repetidamente comprobados por clínicos o psicoanalistas por los últimos 100 años.)

Falsamente se quiere atacar el problema promoviendo el uso del condón. Un absurdo que nadie explica, ya que el acto homosexual es infecundo por naturaleza. Por otra parte, el condón no evita siempre que el invisible virus del SIDA pueda traspasar los poros del látex. Tengamos presente que el virus es 500 veces inferior en tamaño a un espermatozoide y puede transmitirse además por la sangre, la saliva, el semen, el flujo, el orín, la leche materna y hasta por las lágrimas.

La asociación psiquiátrica reivindicó la homosexualidad y el objetivo sexual del homosexual. La incidencia de homosexualidad aumentó después que se hizo popular la opinión de la Asociación de Psiquiatría Americana. Se le hizo creer al homosexual que su homosexualidad era "normal". Se le estimuló a involucrarse en perversidades tales como las relaciones sexuales oral-anales. Y como consecuencia, apareció el SIDA. Hoy su prevalencia se ha convertido en epidemia.

En el siglo XIV, una calamidad estremeció al mundo, en sólo 20 años las tres cuartas partes de la población del mundo desapareció debido a la peste bubónica. Según el psicólogo Paul Cameron, Presidente del Instituto para la Investigación Científica de la Sexualidad, el SIDA puede convertirse en la peste bubónica del Siglo XXI.

La Asociación Americana de Psicología ha criticado al Dr. Cameron por sus declaraciones públicas sobre el problema de los homosexuales. Sin embargo, hay una justificación científica a la preocupación del Dr. Cameron. Si el SIDA continúa extendiéndose y no se controla, será una plaga tan devastadora como cualquier holocausto nuclear lo sería.

No aman al compañero sexual

Los homosexuales y las lesbianas consiguen mucha satisfacción sexual al infligir dolor físico o mental a sus objetos sexuales (una condición llamada sadismo), y al mismo tiempo ellos reciben gratificación sexual cuando sus compañeros sexuales les infligen dolor físico o mental (una condición conocida como masoquismo).

Otra característica constante de la homosexualidad que ha sido anotada desde que Freud llevó a cabo sus investigaciones, es que los homosexuales tienen personalidades psicopáticas. Es decir que son personas que no son capaces de sentir amor afectivo por sus compañeros sexuales. El homosexual realmente no se preocupa más que por sí mismo, y por los otros sólo si puede utilizarlos para sus propósitos. Sus actos sexuales exentos de amor son simplemente una forma de masturbación que da placer sexual que no está dirigido hacia sus compañeros sexuales.

El placer sensual del homosexual proviene sólo de su propio cuerpo, sin sentimientos afectivos, los compañeros sexuales sólo sirven para el propósito de respuestas orgásmicas; cualquiera de ellos sirve.

Parafraseando a Sigmundo Freud, cuando se dan las circunstancias en que el homosexual puede amar, no tiene deseo sexual, y en las que tiene deseo sexual, no puede amar. Freud consideraba la homosexualidad una perversión.

Aunque la sexualidad del homosexual es anormal porque destruye la vida y no puede llenar sus aspiraciones, el homosexual en todos los otros aspectos puede parecer igual que el individuo promedio.

Con no poca frecuencia busca aliviar su sexualidad incompleta convirtiendo sus frustradas energías sexuales, en objetivos sociales e intelectuales. Muchos homosexuales muestran gran admiración por mujeres muy apreciadas. Pero precisamente debido a la capacidad social e intelectual de los homosexuales, ellos presentan un peligro adicional a la sociedad. Cuando se sitúa en posiciones públicas de poder e importancia como policía, político, maestro de escuela, etc., el homosexual gana tremendo prestigio personal. Desde esas posiciones puede fácilmente influir e iniciar a otros en la homosexualidad.

Todo homosexual es el producto de una seducción prematura en la niñez, ya sea esta seducción debido al ataque de un adulto o por haber estado expuesto mucho tiempo a observar actividades sexuales. El psicoanálisis muestra que las perversiones son desórdenes psicológicos. Todas las perversiones en realidad son producto de interferencias en el desarrollo sexual normal durante la niñez. Este hecho psicoanalítico está ampliamente respaldado por otros profesionales.

Por ejemplo, el Dr. Ralph Slovenko en su libro "Social Behavior & the Law", (El Comportamiento Social y la Ley), informa sobre sus estudios en presos de Sing-Sing condenados por crímenes sexuales. El llegó a la conclusión de que las "experiencias sexuales tempranas han detenido al pervertido en una etapa inmadura de desarrollo sexual, impidiéndole llegar a un buen ajuste sexual normal".

Nunca antes en la historia como ahora, los niños y los jóvenes habían estado tan expuestos a las actividades sexuales perversas. Para empeorar estas seducciones, tenemos una cultura que considera la perversión como algo normal y en la cual los derechos de los pervertidos sexuales son mantenidos a expensas de los que no lo son.

Psicológicamente es un hecho, que cuando los instintos sexuales normales que sostienen la vida se pervierten, los instintos mortales toman el control. Esta es una de las leyes inexorables de la naturaleza. El primer paso hacia la propia destrucción es un desajuste sexual anti-natural.

Se van por la borda

El alarmante incremento del alcoholismo, la adicción a las drogas y el suicidio en nuestra sociedad moderna puede ser atribuido al incremento de la perversión sexual.

El sentimiento de asco, por el que se rechaza lo anormal, es un mecanismo de defensa subconsciente en contra de la perversión. Cuando esta defensa se destruye, el individuo normal queda sin protección.

Los esfuerzos humanitarios de hoy para entender y simpatizar con estos desafortunados individuos pervertidos son encomiables, pero se han excedido en tolerar la perversión, lo cual ha dejado desprotegido al individuo normal. Como resultado, niños y adultos se contaminan en un grado alarmante.

La preocupación humana por los enfermos mentales y por los pervertidos no debe llevarnos a colocarlos en posiciones públicas poderosas, en las cuales puedan incrementar su prestigio y servir de modelos de perversión.

Es hora de dirigir nuestra compasión y nuestros esfuerzos humanitarios, no tanto al pervertido, como a rescatar a las víctimas de los pervertidos y a la sociedad, a la cual el pervertido inflige sus perversiones.

En una sociedad democrática, la demanda popular puede hacer, si sigue los cauces pertinentes, que las leyes cambien y respondan a las necesidades de la gente normal. Nuestros legisladores deben saber que ya estamos hartos, y que esperamos que ellos aprueben leyes que protejan a los niños y a los individuos normales.

Los educadores morales de hoy deben saber que esperamos que fortalezcan, no que debiliten las barreras mentales innatas que controlan la sexualidad básica.

La conciencia individual, fortalecida por la familia y la religión, no debe ser reducida por las leyes, las escuelas o por medios de comunicación que justifican la inmoralidad.

El problema es arduo. O nuestra sociedad acepta los argumentos de los pervertidos y se convierte en un bastión para la perversión, o protege la sexualidad madura, que depende de la familia y de la conciencia social. No puede haber componendas. La perversión y el amor maduro no pueden existir juntos. Uno destruye al otro.

Esperamos que el énfasis que pone nuestra sociedad en las relaciones sexuales sin amor o afecto y en la tolerancia por la perversión, sea puesto en el verdadero y total significado de la sexualidad humana. Es esencial para la supervivencia de la civilización occidental.

Nota: El Dr. Melvin Anchell es psiquiatra desde 1948. Es miembro de muchas prestigiosas organizaciones médicas. Ha escrito cinco libros y un buen número de artículos. Ha sido llamado en varios casos a los tribunales, como testigo experto en asuntos tales como la pornografía. Ha estado casado por 36 años, tiene 5 hijos y vive en Misión Viejo, California. Este artículo fue publicado en la revista Our Family, con el título "A Psychoanalitic Look at Homosexuality and AIDS".

Escríbanos a ed.dia7@gmail.com

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