jueves, 8 de marzo de 2012
ANDATE BOUDOU !!
Lo verdaderamente destituyente
Por Carlos Mira
(Fuente: Mira Quien Habla- Newsltter)
El vicepresidente Boudou inició entre ayer y hoy un raid mediático para atacar a los medios. Resulta paradójico que necesite recurrir a aquellos a quienes busca destruir para justificarse y explicarse.
No importa que los medios por donde salió Boudou (Pagina 12, AF, La Red (Jorge Rial) y Continental (Víctor H. Morales) no sean los mismos a los que él acusa (La Nación y Clarín).
Lo que Boudou como integrante del gobierno Kirchner no entiende es que una sociedad libre no puede vivir sin medios independientes que publiquen sus informaciones y opiniones de acuerdo a lo que saben o a lo que sean sus convicciones independientemente de la posición o de las ideas del gobierno.
Ese es el sentido de la cláusula constitucional de libertad de "publicar las ideas por la prensa sin censura previa". Admito que la llaneza y amplitud de lo que dispone la Constitución en este sentido puede dar origen a incrédulos diálogos como por ejemplo el siguiente:
- "¿Pero Ud. me quiere decir que cualquiera puede decir cualquier cosa amparado en esa libertad?
- "Si, efectivamente, eso quiero decir..."
- "¿Pero cómo 'cualquier cosa', eso no puede ser... tiene que haber alguna regulación para poner límites a los disparates..."
- "Esa es una típica respuesta fascista de alguien que evidentemente no está imbuido de los mismos valores que la Constitución y que, además, si alguna vez se los enseñaron, no entendió nada..."
- "¿Qué me está queriendo decir...?”
- "Eso quiero decir: que quien crea que el derecho de libertad de expresión es susceptible de regulación no entiende nada de lo que los constituyentes pretendieron para este país...
- "¿Pero cómo se va a poder decir cualquier cosa sin que pase nada...?
- "Mirá, los argentinos estamos de hecho tan acostumbrados a no ser libres que no nos entra en la cabeza el mismísimo concepto de la libertad... No hay caso: no concebimos la vida sin una autoridad que la dirija.
Pero créase o no el perfil social que la Constitución diseñó no es ese. En este como en otros muchos aspectos, la Constitución apeló a un sistema de libertades y responsabilidades, arriesgado a que alguno, en el ejercicio de esa libertad, pudiera cometer alguna irresponsabilidad. En ese caso, quien cometió la irresponsabilidad debería hacerse cargo de ella cuando quien se lo demande pruebe justamente el acto irresponsable. Pero la Constitución no admite que, con el argumento de evitar irresponsabilidades, se restrinja la libertad, y menos aun la de expresión...
- ¿Entonces...?"
-" Entonces Boudou debe aguantarse que los diarios publiquen lo que publican y en todo caso demostrar democráticamente que no tienen razón. Pero acusar de destituyentes a los medios porque publican informaciones que lo comprometen es lo verdaderamente "destituyente", si por "destituyente" entendemos un antónimo de "constituyente". Lo que la Argentina "constituyó" es una sociedad de libertad en donde los ciudadanos -entre otras libertades que el Estado no puede invadir con su poder- se encuentra la de publicar sus ideas por la prensa sin ser molestados por eso. El "destituyente" es el que desconoce esa libertad, no el que la ejerce. Si hubiera un "límite a los disparates" inmediatamente necesitaríamos inventar a alguien que estableciera esos límites y cuando hagamos eso habremos pasado de un Estado de Derecho a un Estado fascista porque habríamos creado el Frankenstein que, con el objeto de "tornar razonable el ejercicio de la libertad", la anula. Es por esa razón y no por otra que la Constitución le prohibió al Congreso dictar cualquier norma que afecte a la prensa. En materia de prensa la norma es que no haya normas..."
-"¿¡¡ Qué no haya normas!!? ¡Pero eso sería un aquelarre...! ¡Todo el mundo se creería con derecho a decir cualquier cosa...!
-" Es que ese es el derecho que tenemos... Debemos ejercerlo con razonabilidad. Pero esa razonabilidad no se puede escribir en la letra de una ley. Esa razonabilidad es inasible, etérea... Debe surgir de nuestra responsabilidad individual y del temor a sufrir las consecuencias por el ejercicio irrazonable, falaz o fraudulento. Esos deben ser los "límites" a la libertad de expresión, pero nunca la acusación de "destituyentes". Ese es un argumento fascista.
Este diálogo imaginario con un despistado de buena fe que, a fuerza de vivir sumido en un océano de regulaciones cree firmemente que ésa es la única forma de vida que puede vivirse, da cuentas de una realidad muy extendida en la Argentina. La mente del país ha sido sodomizada por un repiqueteo constante del fascismo que la ha convencido de que la libertad no es posible sin limitarla. Por eso todos los derechos en el país están limitados. Y lo malo es que la limitación no deriva de la educación que enseñe el ejercicio razonable de los derechos, sino de la ley que establece límites escritos, con los que, en la práctica, los derechos dejan de ser tales.
La sociedad debería ser reeducada en el sentido de que la regla es el derecho y el límite la excepción. La Argentina actual piensa al revés, y sus reacciones espontáneas son coherentes con ese mantra que hemos escuchado de chicos: "las cosas no pueden hacerse a menos que el Estado las autorice".
Esa mentalidad -que no tuvo el rechazo que se merecía de parte de la Justicia- es la responsable de nuestra miseria, de nuestra pobreza y de nuestra corrupción. Todos esos son males de la escasez y la escasez es una consecuencia directa de la no vigencia irrestricta de otro derecho madre de la Constitución, como es el derecho de propiedad. Cuando la vigencia plena de este derecho se relativiza y se pone en duda, la riqueza y el dinero se van y el país cae en el subdesarrollo con el que nos topamos todos los días.
Es en la limitación de los derechos en donde debemos buscar la fuente de todos nuestros males. Esa limitación es la que ha "destituido" a la Argentina del círculo de naciones de avanzada.
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