jueves, 29 de septiembre de 2016
MONROE Y MALVINAS
La Doctrina Monroe y las Islas Malvinas
“Entre la anexión colonial de Sudamérica a una nación de Europa, y la anexión no colonial a los Estados Unidos ¿cuál es la diferencia? ¿Cuál es la preferible para Sud América? Ninguna."
Juan Bautista Alberdi
La doctrina Monroe, consiste en uno de los postulados rectores de la política exterior de Estados Unidos con respecto a América, según el cual cualquier intento de colonización o intervención de una potencia europea en territorio del continente americano sería respondido por Estados Unidos, que no toleraría ninguna clase de intromisión en la zona.
Su autor material, es John Quincy Adams, Secretario de Estado de la presidencia de James Monroe, a quién debe su nombre, siendo anunciada en el discurso pronunciado hacia 1823.
Su frase representativa, es “América para los americanos”, que en realidad también vislumbra su verdadero espíritu, debido a que con calificativo de “americanos” se denomina genéricamente a los ciudadanos estadounidenses, a pesar de estar el continente integrado por numerosos otros países.
América no es sólo Estados Unidos, por consiguiente no es correcto designar como “americanos” excluyentemente a los integrantes de ese país. Pero es correcto el eslogan, en tanto la intencionalidad real que le dio origen, era dejar América únicamente bajo dominio de los estadounidenses, y sólo defender la invasión del continente, en tanto la misma afecte los intereses de éstos últimos.
En nuestro país, un caso emblemático del uso de la doctrina Monroe en su real significado o su falta de uso en su significado ideal, lo vemos planteado en la persecución de la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas y el análisis de la postura norteamericana.
El l0 de junio de 1770, el entonces gobernador de Buenos Aires, Francisco de Paula Bucarelli, comisionó al Capitán de navío Juan Ignacio Madariaga para que desalojara de las Islas Malvinas a los ingleses que las ocupaban desde 1766, habiéndose aposentado en la parte occidental de las mismas en el lugar que ellos denominaron Puerto Egmont.
Poco tiempo después, el gobierno español devuelve el territorio a Inglaterra para evitar un conflicto, quedando hacia la época de la emancipación (1810) en un virtual estado de abandono por los españoles, en virtud de los críticos acontecimientos que conmovían al continente por ese entonces.
En 1820, un mercenario norteamericano al servicio del gobierno argentino, David Jewet, al mando de la fragata "Heroína", navegó con el propósito de asentar nuestros derechos en las islas. El desconocimiento de esos mares y un fuerte temporal, sólo le permitieron anclar a unos seis kilómetros de la costa debido a los peligrosos escollos, en medio de nuevas muertes por los embates del escorbuto y los motines sufridos durante la travesía.
El primer izamiento de la bandera argentina se produjo el 6 de noviembre de 1820, con la presencia de tripulaciones argentinas y británicas y de los loberos de las inmediaciones. Argentina asentaba su soberanía. El hecho tomó estado público en la mayoría de los diarios europeos y ningún país imperialista presentó una reclamación por ese acto.
El abuso de los buques balleneros norteamericanos, que se apoderaban sin límite de ballenas y lobos marinos, llevó a Buenos Aires a prohibir ese tipo de pesca, encargando su cumplimiento al comandante de las islas, Luis Vernet.
Dos años más tarde, la prohibición (de difícil cumplimiento por falta de barcos), fue reemplazada por un impuesto al tonelaje de los barcos, apresándose varias naves norteamericanas a las que se retuvo como garantía.
El 11 de diciembre de 1831, una corbeta de guerra norteamericana, la “Lexington”, fue enviada a rescatar sus unidades y someter a las autoridades argentinas. Simulando ser una nave francesa, desembarcó en el Puerto de la Soledad, y después de arrasar sus defensas y viviendas, obligó a sus pocos habitantes a desalojarlo.
El gobierno de Balcarce protestó ante el presidente Jackson por el acto de piratería, pero el gobierno de ese país dijo desconocer los planes de la "Lexington". El gobierno argentino insistió en una indemnización ante el cónsul norteamericano en Buenos Aires, Mister Bailies, quien para librarse de esa responsabilidad afirmó que las Malvinas eran inglesas. Juan Manuel de Rosas declaró persona no grata y expulsó a Mister Bailies.
El gobierno argentino, manda a Malvinas otra guarnición bajo las órdenes del Comandante Pinedo. Al mismo tiempo, iba a Gran Bretaña una circunstanciada información del episodio ocurrido en las islas australes y del deseo de apoderamiento abrigado por los estadounidenses que ocultaban su real propósito tras la excusa que las islas eran inglesas y no harían uso de la doctrina Monroe.
Como consecuencia de todo ello y para impedir la instalación de la fuerza norteamericana también al sur del continente, el 2 de enero de 1833, la corbeta de marina de guerra británica “Clio”, comandada por el Capitán Ovislow, exigió al jefe argentino José María Pineda el desalojo inmediato de las Malvinas y sin más demora la dio por incorporada al dominio de Inglaterra.
También fue ignorada la doctrina Monroe en 1982 por la política exterior norteamericana. Aquel loable principio de "América para los americanos", se transformó en "América para los norteamericanos", cuando Estados Unidos volvió a ponerse del lado de los ingleses, proporcionándoles valiosa información satelital sobre la ubicación de los navíos argentinos durante la guerra de Malvinas, a pesar de la solidaridad de ayuda militar ofrecida por otros gobiernos americanos como Cuba, la Nicaragua sandinista y el Perú. La negativa de la dictadura militar que gobernaba en ese entonces argentina, evitó la continentalización de la guerra.
Desde entonces Argentina no cesa de plantear año tras año sus reclamos soberanos sobre las islas ante el Comité de Descolonización de la ONU, mientras los colonos británicos que las ocupan, persiguen su autodeterminación (principio muy fuerte en el derecho internacional público contemporáneo), que Inglaterra avalará, si constituye un estado independiente kelper miembro del Commonwealth, en tanto le permitirá a ésta hacer uso libre del paso estratégico interoceánico sur, a contario de la actualidad donde continúa en vigencia la prohibición de vuelos desde y hacia Argentina y la sanción en el Congreso de la Nación argentina que prohíbe a los buques y empresas que operan en el Mar Argentino, estar asociados con empresas que cuentan con licencias malvinenses.
En el caso de Malvinas, EEUU, no ha hecho uso de la tan ponderada doctrina Monroe para defender los intereses argentinos contra el apoderamiento inglés. El sector más austral del continente, ha quedado entonces en manos inglesas, pero no ajeno a los norteamericanos: sus intereses se ven así más resguardados aliados a un socio estratégico en el paso sur interoceánico.
“América para los americanos” es un enunciado, cuya realidad se verá condicionada a las ventajas que la defensa internacional de este principio, provea a su creador: que sus intereses geopolíticos se mantengan indemnes o acrecentados por ventajas estratégicas que lo posicionen en un mejor lugar.
"América para los norteamericanos", es el verdadero principio rector internacional, que se defiende a costa de la solidaridad continental que tanto se pregona, pero que no ha visto en la práctica ningún acto representativo que la sostenga.
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