martes, 20 de septiembre de 2016

VOLVEMOS AL PRESTAMISTA

Vuelve el FMI: sin shock tarifario y con más rojo fiscal, Macri lo mira como prestamista de última instancia Por Claudio Zlotnik Tras diez años arribará al país una comitiva del organismo, con todo lo que ello representa para muchos argentinos. El Gobierno "maquillará" la visita como un formalismo técnico. Pero lo cierto es que son otros los intereses que persigue. ¿Qué cambios pueden esperarse? Decidido a quebrar tabúes, el Gobierno dará hoy otro paso simbólicamente importante en su política "market friendly": volverá a recibir una misión de monitoreo por parte del FMI. Tras el impulso del exitoso "Mini Davos" y los primeros resultados positivos en inflación y recuperación de la actividad, los funcionarios darán el paso que faltaba: el acercamiento al organismo, para que haga las veces de prestamista de última instancia. La misión de ocho funcionarios será encabezada por Alejandro Werner, nacido en Argentina pero nacionalizado mexicano, que dirige el departamento para el Hemisferio Occidental. Pretende formarse una imagen del momento económico del país mediante reuniones con ministros, dirigentes opositores y hasta organizaciones sociales. Claro que no será una visita como aquellas de los turbulentos años '90, cuando las misiones eran recibidas en Ezeiza por un ejército de movileros y camarógrafos, y toda la clase política asumía la visita con la misma gravedad con la que se espera un diagnóstico médico. Pero, aun con cierta cautela por la mala imagen del organismo, el Gobierno está determinado a tomar distancia de la política de abierta hostilidad cultivada por el kirchnerismo. Para el Ejecutivo, la llegada de la misión es un hecho importante, en este contexto en el que todavía las inversiones privadas no llegan al ritmo esperado y luego de que quedara en evidencia que deberá recorrer un camino más gradualista a la hora de achicar el rojo fiscal, luego del revés judicial que recibiera al querer implementar el "shock" en las tarifas de la energía. Es, en este contexto, en el que la Argentina y el organismo internacional vuelven a cruzar sus caminos, luego de diez años y dos meses de una separación de "tono épico" gestada por Néstor Kirchner. El vínculo se rompió en aquel lejano 27 de julio de 2006 y se reciclará dentro de pocos días, cuando arribe a Buenos Aires una misión del FMI. El encuentro está pautado para el lunes 19 y será encabezado por el mexicano Alejandro Werner, jefe de la Dirección del Hemisferio Occidental. También serán de la partida el encargado del FMI para la Argentina, Roberto Cardarelli, y técnicos especializados en temas fiscales y monetarios. Durante los doce días que permanecerán en Buenos Aires, la comitiva se reunirá con el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger; el ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat Gay; y con el jefe de Gabinete, Marcos Peña. El Gobierno querrá "maquillar" la visita y darle un tratamiento de tipo técnico. Como un paso lógico en el proceso de acercamiento al mundo financiero global. Pero lo cierto es que este approach le representa al Ejecutivo mucho más que eso, ya que será un claro mensaje hacia toda la comunidad financiera internacional en el sentido de que hay nuevas ventanillas disponibles para tomar créditos, de ser necesario. En otras palabras, es un guiño de que la Argentina -si lo necesita- vuelve a contar con un prestamista de última instancia. Es cierto que no significa que el Gobierno vaya a utilizar este canal de financiamiento a corto plazo, pero también es verdad que el sólo hecho de poder contar con esta alternativa será observada como una muestra de solidez. Más aún, en momentos en los que, desde la city porteña y desde Wall Street, se elevan las criticas a raíz de la falta de un mayor ajuste en las cuentas públicas. Hay, además, otro aspecto muy relevante: esta visita abrirá las puertas para que las calificadoras de riesgo mejoren la nota asignada a la Argentina, que se encuentra en niveles bajos desde la crisis 2001-2002. ¿Qué impacto tiene? Que, de ser así, el país podría financiarse a tasas más bajas y en tiempos más cortos. Ya no solamente recurriendo a las ventanillas de organismos multilaterales, sino también al sector privado. Así las cosas, una buena parte del sobrecosto que paga el país (reflejado por ejemplo en relación con lo que abona Brasil) va a disminuir tras el acuerdo con el Fondo Monetario. Para tener una idea, el país vecino emitió recientemente un bono a 30 años por u$s1.500 millones y convalidó un 5,9% anual, pese a cargar con un déficit récord en sus cuentas públicas. En paralelo, el FMI está dispuesto a levantar la Moción de Censura impuesta a la Argentina, en clara señal de que está conforme con los cambios introducidos en las estadísticas del INDEC. Ello ocurriría una vez que concluya la misión y el Directorio analice la evolución de los números. En el Gobierno creen que esto sucederá a mediados de noviembre. Sin censura La reaparición del FMI se dará en el marco del llamado "Artículo IV" de su estatuto, que avala un monitoreo anual sobre la marcha de la economía de los países que son socios. A pesar de haber mantenido ese status, la Argentina dejó de recibir misiones técnicas durante el gobierno de Néstor Kirchner, meses después de que el ex Presidente cancelara la deuda de u$s10.000 millones con el organismo. En el orden institucional, el actual Gobierno analiza todo lo referente a este nuevo acercamiento en el contexto de la "normalización" financiera de la Argentina, ya superado el default. Por lo pronto, existen objetivos claros asociados con la visita. Entre ellos, el de aceitar los contactos del país con otros organismos financieros, que también quedaron deteriorados. En el Ejecutivo aseguran que no habrá sobresaltos en esta primera visita eminentemente técnica. En clara señal hacia la comunidad financiera internacional, uno de los anuncios que dejará el encuentro será el levantamiento de la "moción de censura" contra la Argentina. La misma fue impuesta en 2013 a raíz del falseamiento de las estadísticas sobre inflación y crecimiento económico. La cuestión fue analizada en Washington días pasados por las máximas autoridades del Fondo. Allí dejaron planteado que el levantamiento de la Censura ocurrirá tras la visita a Buenos Aires. El FMI aseguró que registra "los esfuerzos" hechos por la Argentina en la mejora de sus estadísticas, si bien "necesita más información" para evaluar la calidad de los números del INDEC. Expectativa y alerta en la city La visión de varias consultoras de renombre, que mantienen una fluida relación con Washington, es crítica en referencia a la labor del Ejecutivo. Sus referentes dejan trascender las advertencias respecto de la situación fiscal, que se viera agravada tras el fallo de la Corte. La sentencia del máximo tribunal modificó el rumbo previsto para los aumentos de las tarifas y, en consecuencia, agravó el agujero de las cuentas públicas. Adelantándose a cualquier cortocircuito, el propio Palacio de Hacienda ya admitió una peor performance en este sentido. Al igual que con las proyecciones inflacionarias, en el plano fiscal también empezó a tallar fuerte la palabra "gradualismo". No obstante, a diferencia de lo ocurrido durante la década del ‘90 y hasta el año 2001, esta vez la Casa Rosada espera un trato más amigable por parte de los auditores. En aquella época, las críticas de los técnicos se habían convertido en un clásico. Reclamaban severos ajustes para ordenar las cuentas que resultaban difíciles de digerir por la población. Estas exigencias parecen haberse moderado, producto no sólo de la cantidad de años transcurridos sino también de la propia crisis atravesada por el FMI y por otros organismos financieros. Más allá de los cuestionamientos por sus "recetas" económicas, se le objeta que "no vieron venir" los fuertes cimbronazos que atravesaron tanto Estados Unidos como Europa, de las que todavía hay secuelas. Tal es así que aún persisten tasas insólitamente cercanas al 0%, regímenes de ayuda estatal y magros crecimientos de varios países. Lo cierto es que el monitoreo de las cuentas públicas y el de la marcha del programa de gobierno llega en momentos en que el Ejecutivo es duramente criticado desde la oposición, con el kirchnerismo a la cabeza. También se oyen críticas desde el sector empresarial. En particular, de aquellos que se sienten perjudicados por el aumento de las tarifas o por la apertura económica. Surgen objeciones desde el denominado "establishment", que le reclama al Ejecutivo un mayor orden fiscal para facilitar, según su visión, una reactivación de la economía. Hasta hace un par de meses, el Palacio de Hacienda pronosticaba un rojo en las cuentas públicas no mayor al 3,3% para el año que viene. Ahora, esa cifra luce exigua. De hecho, para el Presupuesto 2017 se elevó a un nivel de entre 4% y 4,5% del PBI. Las explicaciones de ese ensanchamiento sobran: la "reparación histórica" para los jubilados, que se lleva el equivalente a 0,6% del producto bruto, y el revés en las tarifas propiciado por la Corte forman parte de esta lista de argumentaciones. En contexto El hecho de que el Gobierno convalidará un rojo fiscal de hasta 4,5% generó todo tipo de críticas. Sobre todo, por la manera en que habrá que financiar ese déficit, ya que consistirá -ni más ni menos- en seguir colocando deuda en el mercado. Atento a este riesgo, el prestigioso economista Guillermo Calvo recomendó "repensar esa estrategia". Su sugerencia es "acudir al Banco Mundial y a la Corporación Andina de Fomento (CAF), ya que ofrecen más plazo y seguridad. Pero, para ello, habrá que pasar por el FMI". "El ahorro de la Argentina es el más bajo de la región y no es de largo plazo, lo que provoca vulnerabilidad financiera", apunta Calvo. "El descalce es muy grave en el país y cada vez que hay una crisis no sufren sólo los bancos sino toda la economía", añade. Hay un dato que resulta clave para entender el "alerta temprana" que están lanzando varios analistas: en lo que va del año, la Argentina acaparó el 60% del total de emisiones de deuda de los países emergentes. Es cierto que buena parte de esas colocaciones fueron para terminar con el default, pero hay una cuestión que en el mundillo financiero nadie rehúsa observar: ¿cuántos títulos más, con sello local, podría absorber el mercado? La respuesta, por ahora, está abierta. De ahí que dar un paso hacia la reparación del vínculo con el FMI genere expectativas positivas. La comitiva ya prepara las valijas. Nigel Chalk, adjunto en la Dirección para el Hemisferio Sur, ya adelantó que tras las dos semanas de trabajo en septiembre "será elaborado un informe que luego será discutido por el Directorio". No es de extrañar, entonces, que el paper con las conclusiones le llegue al gobierno de Macri como regalito de Navidad.

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