lunes, 31 de octubre de 2016

ARCHIVOS VATICANOS

Otros Archivos vaticanos María Lilia Genta Sería bueno, quizás, y lo esperamos -¿contra toda esperanza? -, que se abran también otros Archivos vaticanos, los correspondientes a la Argentina anteriores al año 1976. Tal vez se conocerían datos sobre los asesinos de los “muertos que nunca existieron”: la hijita del Capitán Viola, los soldaditos de Formosa, los profesores católicos Genta y Sacheri y muchísimos más. Especial interés reviste el período que va de los años 60 al ’76, años de gestación y luego de ejecución de la Guerra Revolucionaria en nuestro país. Es casi seguro que existe, al respecto, una abundante documentación y que allí se encontrarán, entre otras cosas, las prédicas de los teólogos de la liberación, de los muchos curas y cinco obispos tercermundistas, que con absoluta dedicación y empeño pudrieron las cabezas de tantos amigos nuestros mandándolos a matar y a morir por las banderas del marxismo bautizado. Mandándolos, en realidad, al horror ya que no sólo mataron sino que cometieron numerosos secuestros sometiendo a torturas increíbles, en algunos casos durante meses, a sus víctimas. ¿Podremos esperar, también, que la Jerarquía de la Iglesia pida perdón por las palabras y las acciones de esos obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos que reemplazaron la Biblia por El Capital? En mi experiencia personal encuentro algunos cambios de actitud que me desconciertan. Un 27 de octubre, aniversario de la muerte de mi padre, me llamó por teléfono -a las nueve de la mañana- el Cardenal Bergoglio, hoy Papa Francisco, para saludarme y decirme que había ofrecido la misa de ese día por papá. Beau geste. Pero tan distinto, tan opuesto a su reiterada negativa de recibir a los familiares y abogados de los militares presos en condiciones infrahumanas (sobre todo en lo que hace a la atención médica: han muerto más de trecientos). ¿A ellos no los comprenden los derechos humanos? Pienso -y muchos comparten este pensamiento- que para la mayoría de estos presos la prisión es su último acto de servicio en defensa de la Nación Argentina contra el terrorismo marxista gestado en la Unión Soviética y lanzado desde la cabecera de playa que fue Cuba. Pero para la política vaticana, parece que nada de esto cuenta. ¿Acaso también ella está aquejada de una “visión hemipléjica” de la historia argentina reciente, visión que se repite en otros países de Iberoamérica? ¿Cómo entender lo de Colombia y Venezuela? ¿Las FARC antes que Uribe? ¿Maduro sí, la oposición no? En este panorama de soledad y de tristeza ocurren, pese a todo, hechos extraordinarios que a lo mejor harán reflexionar a muchos confundidos y mover la voluntad de quienes toman las decisiones en la Iglesia. El Presidente de Perú acaba de consagrar a su Patria al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de María y ha pedido perdón por todas las veces que se ha violado y desobedecido la Ley de Dios. Aquí, en nuestra Argentina, ha sonado como una clarinada la arenga que el Teniente Coronel Nani (herido y condecorado en las dos guerras) pronunció en el Colegio Militar de la Nación en el acto conmemorativo de los cincuenta años de su Promoción. Con valentía y lucidez reivindicó las razones de la guerra contra el terrorismo marxista y homenajeó a los muertos y a esos heridos que son, hoy, nuestros presos. Un buen gobernante siempre renueva la esperanza. La voz de un buen soldado siempre reconforta.

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