sábado, 1 de octubre de 2016

PANORAMA SEMANAL

Panorama político nacional de los últimos siete días Francisco, la política y el escándalo de la pobreza Si el Papa hubiera avisado durante (o después de) la visita que Mauricio Macri le hará a mediados de octubre que no viajará a la Argentina tampoco el año próximo, muchas voces interesadas o superficiales habrían especulado que se trataba de un gesto de rechazo al Presidente. Francisco, que conoce a fondo su país y sabe con qué bueyes ara, decidió adelantar el anuncio y desactivar así esa interpretación. Un año atrás se sospechaba que el Pontífice se haría presente durante el año del bicentenario de la Independencia. La Curia romana desactivó esas hipótesis y se dijo entonces que Bergoglio recién viajaría en 2017. Él mismo acaba de saltearse ese plazo. Sucede que el próximo es un año electoral (un decisivo año electoral, podría enfatizarse, en el cual el gobierno juega su consolidación y el peronismo dirime su liderazgo) y el Papa no quiere que su visita sea instrumentada facciosamente. La cultura del encuentro No se trata de que Bergoglio pretenda una actitud neutral o descomprometida. Todo lo contrario: es su compromiso con lo que designa como “cultura del encuentro” lo que lo conduce a eludir, en lo que de él depende, el tironeo banderizo de su figura. Pero ese cuidado no tiene nada que ver con la tibieza: tanto personalmente como en el ejercicio de su influyente prédica sobre el episcopado argentino, el Papa ha abogado con franqueza y energía por una política de acuerdo, de unión nacional y de prioridad a la situación de los más sumergidos. La Iglesia viene jugando un papel de importancia en la exhortación al diálogo y en la contención de posturas intransigentes y beligerantes. La CGT escucha esa palabra: una semana atrás puso en la heladera los reclamos de paro general que llegan desde afuera (desde fracciones gremiales radicalizadas, desde la política revanchista) y también desde dentro del movimiento obrero más orgánico. Esta semana se comprobó que el gobierno también atiende el mensaje: pese a nueve meses de renuencia, después de reunirse con los dirigentes de la central obrera los ministros de Macri anticiparon que se convocará a un “diálogo productivo”, es decir, a un ámbito tripartito en el que empresarios, sindicatos y gobierno puedan poner las cuestiones de la emergencia en un marco de mayor extensión, en la búsqueda de una estrategia en la que confluyan productividad y justicia social. El gobierno también puso sobre la mesa patéticas miserabilidades de corto plazo: la voluntad de eximir el medio aguinaldo de diciembre del pago de impuesto a las ganancias y alguna suma adicional para atravesar el mes de diciembre. No es el final de un diálogo, sino el inicio. Macri quizás llegue con mejores noticias a Roma cuando viaje a celebrar la canonización del cura Brochero y a conversar con Francisco. Pobreza y cinismo EDl tema de la pobreza, por otra parte, se ubicó en el centro del escenario. Los datos sobre el tema que el último miércoles hizo públicos el INDEC sólo podrían sorprender a los distraídos o a los negadores sistemáticos de la realidad. Después de un largo vacío de información (cubierto con mentiras o silencio), hay al fin datos oficiales. De todos modos, información seria no faltaba: el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina viene difundiendo sus estudios desde hace años y sus cifras no muestran una realidad diferente de la que describió el INDEC esta semana: 32,2 por ciento de pobreza (ingresos que no cubren la llamada Canasta Básica Total, compuesta por alimentos, indumentaria y servicios básicos) y 6,3 por ciento de indigencia (ingresos que no cubren la Canasta Básica Alimentaria, esto es, los alimentos indispensables para la subsistencia). Más de diez millones de personas sumergidas en ese paisaje de miseria. Algunos voceros del kirchnerismo reaccionan ahora con indignación (o cinismo) ante este cuadro que hasta nueve meses atrás eludían o refutaban (la señora de Kirchner certificó ante la Asamble de la FAO que la pobreza en Argentina no superaba el 5 por ciento, y la indigencia era apenas mayor de un punto; “Tenemos menos pobres que Alemania”, llegó a afirmar el incomparable Aníbal Fernández; “No medimos pobreza porque eso es estigmatizante”, teorizó Axel Kicillof. Todos testimonios del año último.). En el Barómetro de la Deuda Social que abarca el período 2010-2015 referido a la infancia, la UCA muestra el mínimo avance producido en esos años (la tasa de indigencia económica pasó de 11,8 por ciento en 2010 a 9,3 por ciento en 2015; la de necesidades básicas insatisfechas, de 28,3% a 24,7%; la de pobreza multidimensional, de 60,2% a 56,2 por ciento). Marca también el peso de la herencia recibida en este campo por el nuevo gobierno. ¿Cuál es la meta del gobierno ahora? Es cierto que estos meses de la administración Macri no registran descenso en las cifras de pobreza, sino algún punto arriba. El Presidente, por otra parte, advirtió que con esas cifras el objetivo de Pobreza Cero, una de las metas que había fijado para su gobierno, “no se puede cumplir” en cuatro años. . Por otra parte, así enunciada, la ambición era, en rigor, imposible desde el vamos: también para el actual oficialismo estaban disponibles los estudios de la UCA, de modo que tampoco él puede alegar sorpresa No se trata de pedir a este (ni a ningún) gobierno que alcance cimas inaccesibles. Pero sí es legítimo reclamarle que fije y explicite una meta realista, a partir de la cual evaluar, al final del mandato su, cumplimiento o incumplimiento. “Este punto de partida es sobre el cual acepto ser evaluado como presidente”, dijo Macri. Y es justo que así sea, pero se requiere algo más. Él debe decir, eliminada la “pobreza cero” como objetivo, cuál es la meta que en este tema se propone su gobierno: fijar para la etapa un punto de partida pero también uno de llegada. La palabra accountability no debería ser sólo un anglicismo para discursos elegantes. La pobreza que legó el kirchnerismo es un escándalo. Y lo es, particularmente, porque la década larga gobernada por la dupla conyugal Néstor-Cristina fue un tiempo en que el país contó con recursos extraordinarios, provistos por los buenos vientos del mundo, que evidentemente se desperdiciaron. Terminar con ese escándalo no requiere, como ha sugerido el expresidente provisional Federico Pinedo, hacer “un gobierno de izquierda”. La dicotomía izquierda-derecha no sólo es vieja, sino obsoleta. De lo que se trata, más bien, es de aplicar un principio antiguo y sabio, clásico: “Mejor que regalar pescado es enseñar a pescar”. Sin duda la emergencia requiere ayuda. Pero la manera consistente de terminar con la creación de pobreza pasa por restaurar un círculo virtuoso de creación sustentable de riqueza por medios que, por sí mismos, contribuyan a una mayor y mejor justicia social. Se trata de ayudar en el corto plazo y trabajar para el plazo más extendido, comprendiendo que en la sociedad contemporánea, que ha sido llamada sociedad del conocimiento, la formación es no sólo un factor de crecimiento personal, sino una inversión colectiva para garantizar las posibilidades de competitividad del país, el in cremento de la productividad general y la generación de una base económica sustentable, capaz de ofrecer empleo genuino a cada vez más personas. Aprender a pescar empieza por comprender cuáles son las condiciones de la pesca y cuáles los instrumentos necesarios. Francisco convocó a “ponerse el país al hombro”. De eso se trata. Jorge Raventos

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