Según el diccionario, vergüenza significa: turbación del ánimo ocasionada por alguna falta cometida, o por alguna acción deshonrosa y humillante, propia o ajena.
Por Malú Kikuchi
Hubo un tiempo en que decir "Argentina", sugería esperanza y futuro. Argentina fue una nación respetuosa de la vida y los bienes de sus habitantes y fue respetuosa de los contratos que asumía.
En Argentina imperaba el estado de derecho, los diputados y senadores eran personas honorables y en el poder judicial, había justicia.
Argentina fue una nación prestigiosa. Pero fue, ya no lo es.
¡Qué vergüenza! El 23 de diciembre 2001, cuando Adolfo Rodríguez Saá, asumió la presidencia de la Nación, dijo: "Anuncio que el Estado Argentino suspenderá el pago de la deuda externa", y los legisladores (salvo honrosas y muy escasas excepciones) de pie, estallaron en aplausos.
¡Qué vergüenza! Argentina dejaba de pagar sus compromisos y lo festejaba ruidosa y públicamente. Los representantes del pueblo y las provincias, aplaudían el incumplimiento de contratos, que en el caso de los bonos argentinos, tenían el respaldo soberano de la nación.
¡Qué vergüenza! Argentina, en marzo de 2005, terminó de reestructurar su deuda. Protagonizó la mayor estafa perpetrada sobre la mayor cantidad de personas a lo largo de la historia. Por cada US$100 que invirtieron holandeses, italianos, japoneses, alemanes y argentinos, entre otros, se les devolvió US$30.
¡Qué vergüenza! Los bonistas que no aceptaron la quita del 70% de su capital, invertido confiando en Argentina, siguen reclamando lo suyo ante tribunales internacionales. El juez Griessa de Nueva York, embarga cuanto capital del estado argentino esté a su alcance.
¡Qué vergüenza! Hasta no arreglar con los "hold out" y el Club de París, el país sigue en default. Lo que equivale a no poder pedirle dinero prestado a nadie que no sea Chávez. Y con el barril de petróleo por debajo de los US$50, ni siquiera a Chávez (que cobró 15,5% de interés, mientras el denostado FMI cobraba el 5%).
¡Qué vergüenza! La inseguridad se ha adueñado de Argentina. Robos, asesinatos, secuestros, violaciones, toma de rehenes, salideras, atracos, asaltos, todos los delitos tipificados en el código penal, acosan a los aterrorizados habitantes del país. ¿Qué hace el gobierno para terminar con este flagelo? NADA.
¡Qué vergüenza! Además de no hacer nada, el gobierno, a través de su entonces ministro del interior, Aníbal Fernández, decretó que "la inseguridad era una sensación exacerbada por los medios de comunicación" (4/4/04). Ahora, como ministro de justicia reconoce que: "metí la pata" (7/12/08). Las víctimas, agradecidas.
¡Qué vergüenza! El mismo ministro de justicia, ¡seguridad! y derechos humanos, dijo en marzo de este año, al impulsar la despenalización del consumo de droga, "nadie sabe de qué se trata el paco, puede estar hecho con substancias ilegales o legales". Argentina no sólo ya no es un país de paso para la droga, la consume y la fabrica. Sólo le falta premiarla.
¡Qué vergüenza! De acuerdo al Documento 2008 de la UNCTAD (Conferencia de Comercio y desarrollo de las Naciones Unidas, Ginebra) existen 300 demandas internacionales ante el CIADI, la ONU y la Corte Internacional de Comercio, en contra de 77 países. Argentina, con 46 reclamos es el país más demandado ¡Qué honor! Y faltan Marsans y los afiliados a las AFJP que quieran reclamar.
¡Qué vergüenza! América Latina es la zona con más paros docentes en el planeta, sólo en 2007 padeció 370 conflictos. Dentro de la zona, y siempre en 2007, Argentina se lleva el premio mayor con 125 conflictos, o sea el 33,8%. Una vez más, ¡qué honor!
¡Qué vergüenza! El ejecutivo ha enviado al legislativo un proyecto de ley impulsando una moratoria general y un blanqueo indiscriminado. De ser aprobado, la vergüenza y con ella el honor, la honestidad, la rectitud, los valores esenciales, se perderán por años y años y más años. Quizás sean irrecuperables.
¡Qué vergüenza! Si la moratoria es aprobada, se caerán más de 3.000 juicios iniciados ante la justicia por evasión impositiva. Entre esos juicios están Skanska, Antonini Wilson, las facturas truchas y, y, y… Es una forma de bendecir la corrupción de los privados, la de los privados con el estado y directamente la del estado.
¡Qué vergüenza! Si se aprueba el blanqueo, el resultado equivale a poner sobre el territorio nacional, un inmenso letrero luminoso que invite a los narcos mexicanos, colombianos y afganos, a los piratas somalíes, a los coimeros, a los terroristas, a los estafadores en gran escala, a todos los delincuentes de peso y pesos, a venir e instalarse en el país.
¡Qué vergüenza! El proyecto de ley ya tiene la firma de dos comisiones en diputados y este miércoles se trata en el recinto. La idea es que se apruebe y pase para el otro miércoles al senado. El ejecutivo necesita la ley como regalo de Navidad.
¡Qué vergüenza! ¡Pero qué vergüenza! Se trata del futuro de Argentina, del futuro de sus habitantes, del de sus hijos y los hijos de sus hijos.El congreso puede recuperar parte de la república, si no vota este engendro de ley.
En nombre de esa Argentina que fue y puede volver a ser, con la ayuda de todos los que la habitan, es que se les recuerda a los diputados y senadores que:
"Muchas cosas pierde el hombre
Que a veces las vuelve a hallar,
Pero les debo enseñar,
Y es bueno que lo recuerden,
Si la vergüenza se pierde
Jamás se vuelve a encontrar"
(La vuelta de Martín Fierro, XXXII, 1879, José Hernández)
La Caja de Pandora
jueves, 11 de diciembre de 2008
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