sábado, 27 de marzo de 2010

CLASE MEDIA


Río Negro - 27-Mar-10 - Opinión

http://www.rionegro.com.ar/diario/opinion/editorial.aspx?idcat=9542&tipo=8

Cristina y la clase media

No se equivoca la presidenta Cristina Fernández de Kirchner cuando afirma que "muchos sectores como las clases medias terminaron siendo funcionales a proyectos políticos que las terminaron devastando". Por ser en términos culturales la Argentina un país de clase media, realidad ésta que una serie de desastres económicos no ha modificado, es lógico suponer que todos los gobiernos de las últimas décadas han debido su existencia a la voluntad de muchos integrantes de lo que es el segmento social mayoritario. También es lógico que la dirigencia política nacional siempre haya sido representativa de la clase media; como es notorio, los dirigentes de origen obrero nunca tardaron en adquirir hábitos "burgueses". Huelga decir que el gobierno encabezado formalmente por Cristina no constituye una excepción a esta regla. La presidenta debió su triunfo electoral del 2007 al aporte de votantes de la clase media; de no haber sido por ellos nunca se hubiera mudado a la Casa Rosada. El problema, desde su punto de vista, es que el electorado de clase media pronto se dio cuenta de que, una vez más, había terminado siendo funcional a un proyecto, en esta ocasión el kirchnerista, que terminaría devastándolo y, como es natural, optó por oponérsele.

Gracias en buena medida a la dictadura militar que se apoderó del país luego del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 Cristina y su marido lograron enriquecerse, pero así y todo los dos siguen siendo productos bastante típicos de la clase media que ahora dicen despreciar. Por cierto, comparten la propensión difundida a creerse víctimas de conjuras siniestras urdidas en el exterior, aunque a diferencia del grueso de sus congéneres supieron aprovechar tal convicción en beneficio propio: Néstor Kirchner debió el alto nivel de popularidad que lo acompañó durante más de cuatro años a su voluntad de embestir contra los presuntos responsables, tanto extranjeros como argentinos, de las desgracias sufridas por la amplia clase media. Otra característica ya tradicional de la franja de nuestra clase media en que se formaron los Kirchner consiste en el deseo de suponer que la Argentina es un "país rico" y que por lo tanto hay que preocuparse más por "la distribución del ingreso" que por la productividad. Hasta mediados del siglo pasado quienes pensaban de tal manera conformaban una minoría, pero a partir de entonces han dominado el escenario político.

Atacar a "las clases medias" por lo que han permitido a través de los años equivale a atacar al país tal y como es, algo que acaso podría procurar hacer un historiador neutral que se esforzara por explicar lo que en opinión de algunos fue el fracaso colectivo más llamativo del siglo XX, ya que hace poco más de cien años la Argentina pareció poseer suficientes recursos materiales y humanos como para erigirse en una gran potencia económica y cultural, pero no es apropiado que lo intente quien forma parte de un gobierno que está en el poder desde mayo del 2003. Es como si Cristina quisiera decir que, si menos del 20% de la población aprueba su gestión, es porque no está a su altura, pretensión que, en vista de su propia conducta como presidenta, sería francamente absurda. Sea como fuere, aunque puede considerarse legítimo criticar a las maltrechas "clases medias" nacionales por haber confiado demasiado en las dotes de políticos como Juan Domingo Perón, cuyo regreso fue festejado con fervor por quienes tendrían motivos de sobra para lamentarlo, Carlos Menem y Néstor Kirchner, además de haber permitido que éste se las arreglara para hacerse suceder por su esposa, es por lo menos posible que de resultas de tantos errores garrafales hayan aprendido lo bastante como para que en adelante sea más difícil engañarlas. Tanto los peronistas disidentes como los radicales y la mayoría de los líderes de la Coalición Cívica-ARI parecen ser más sensatos de lo que eran sus antecesores recientes y menos proclives que los Kirchner y quienes militan en su Armada Brancaleone a comprometerse con teorías conspirativas extravagantes. Existen, pues, motivos para esperar que en las próximas elecciones la clase media, debidamente aleccionada por la nueva frustración protagonizada por Cristina y su marido, vote con más prudencia y realismo que en otras oportunidades.

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