lunes, 29 de marzo de 2010

CONCIENCIA


La voz de la conciencia de Néstor y Cristina

por Luis Majul

Hay una persona sencilla y austera que cada vez que abre la boca golpea la conciencia de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández de Kirchner más que los grandes medios y los máximos líderes de la oposición. Habla en voz muy baja y es casi un desconocido para el gran público, pero cuando empieza a recordar, todo el andamiaje ideológico y moral del kirchnerismo parece tambalear, porque lo que dice deja al matrimonio desnudo, y sin argumentos para convencer a nadie. Se llama Rafael Flores, tiene la misma edad que el ex presidente y estudió junto a él en la facultad de Derecho de la Plata, militó en la misma agrupación, compartió tres noches de cárcel durante 1977 en Río Gallegos y sus caminos se empezaron a dividir con el ejercicio de la profesión y las ambiciones políticas: Flores eligió defender en forma gratuita a las víctimas de la dictadura y Kirchner prefirió intimar a los morosos que se atrasaban o no podían pagar las cuotas de las hipotecas.

Lo conocí hace más de dos años en un café de la Avenida Santa Fe y Riobamba, donde lo cité con la intención de chequear información sobre Kirchner para la investigación que estaba preparando. Enseguida me di cuenta que ese hombre educado y escrupuloso se convertiría en una de las mayores pesadillas de los encargados del relato oficial.

Flores fue diputado hasta 1994, pero no responde a las características de un político tradicional. Es decir: no forma parte del toma y daca, su discurso y sus acciones van en el mismo sentido y no hay cargo oficial ni prebenda que lo haga renunciar a sus convicciones más íntimas.

Flores desarmó, palabra por palabra, el discurso del supuesto compromiso original de los Kirchner con los derechos humanos. Dio detalles de la cercanía del matrimonio con la derecha peronista. Sugirió que comparar el buen trato que ambos tuvieron mientras permanecieron detenidos con lo que sufrieron quienes fueron torturados y asesinados por la dictadura era una falta de respeto a la memoria. Recordó el silencio del entonces gobernador de Santa Cruz cuando Carlos Menem decidió los indultos. Y además comparó a Kirchner con Shylock, el usurero judío protagonista central de El Mercader de Venecia, una de las obras más conocidas de Shakespeare. Lo hizo en una presentación judicial para responder a una demanda que la financiera para los que trabajaban Néstor y Cristina le había iniciado a una mujer que ya había pagado su deuda.

'Rafa' no llama a los medios para contar una y otra vez lo que sabe. Solo responde, con amabilidad, cuando lo llaman a él. El diputado mandato cumplido no modifica ni le pone picante a su recuerdo. Repite palabra por palabra lo que viene diciendo desde que le preguntaron por primera vez cómo eran de verdad el actual diputado y la ahora jefa de Estado. Hace añicos la biografía autorizada con pocas palabras y notable precisión. En la última nota que concedió ayer a Leonardo Míndez, un periodista de Clarín, Flores desbarató la versión oficial de 'la acumulación primaria' de riqueza personal para precisar el origen de la fortuna de los Kirchner en los malditos años noventa, cuando asumió como gobernador y empezó a autorizar millonarios contratos de obras públicas y negociar cuantiosos créditos del Banco de Santa Cruz para empresarios amigos.

El periodista le preguntó además si no se sorprendió cuando Kirchner asumió la presidencia y levantó con fuerza la bandera de los juicios a los represores. Entonces Flores respondió algo que debería golpear muy fuerte en las organizaciones de derechos humanos que apoyan al gobierno sin condiciones: 'No (me sorprendió) para nada. Porque los Kirchner siempre se apropian de los discursos y prostituyen las ideas'.

Flores no trabaja para ningún 'monopolio'. Tampoco lo alienta ningún espíritu 'destituyente' ni forma parte de la oposición. No pide ni quiere nada. Vive de su trabajo de abogado y su vida se vuelve un poco menos rutinaria cerca de cada 24 de marzo, cuando los periodistas le preguntan sobre la historia de los Kirchner y los derechos humanos. Entonces vuelve a contestar, con paciencia y amabilidad, sobre su inquietante versión de la historia.

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