sábado, 27 de marzo de 2010
LA TETA
El Liberal - 27-Mar-10 - Opinión
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Cuando los empresarios aplauden para
seguir prendidos a la teta del Estado
por Hugo E. Grimaldi
En día de pujas dialécticas, con Hugo Moyano como abanderado de las polémicas con Amado Boudou y Eduardo Buzzi, la Presidenta no se dio tiempo para disentir con nadie.
Más bien, puso en fila en Olivos a un grupo de dirigentes empresarios que dicen que representan a las Pyme y que además juran a los cuatro vientos que piensan como ella, a quienes les dio lecciones, sin réplicas, de mercadointernismo y filosubsidios.
De paso, y con la picardía que los caracteriza, ellos le hicieron creer a Cristina Fernández que sus manifestaciones económicas son casi la verdad revelada, ya que no dejaron pasaje sin refrendar, al menos con una inclinación de cabeza.
Las críticas más furiosas fueron realizadas desde el atril hacia la Convertibilidad, modelo que efectivamente fue la tumba de muchos que no pudieron ir a la reunión porque ya no están, pero que nunca ha sido un estorbo crucial para ciertos sellos de goma que se dieron cita frente a la jefa del Estado.
En su discurso, Cristina exhortó al auditorio a que "no nos vendan gato por liebre", en línea con una política oficial que sonó como música para los oídos de su auditorio, en general bastante reacio a competir, en lo que ella atribuyó al "modelo macroeconómico que ha permitido este desarrollo de las pequeñas y medianas empresas, a las que queremos seguir fortificando".
Este modelo de 2003, de tipo de cambio competitivo dedicado a promover las exportaciones y sustituir importaciones y de doble superávit, hoy está haciendo agua desde el costado fiscal y todo lo que la Presidenta se ocupó en alabar tiene dos lastres muy claros en la inflación y en la obsesiva pasión que el Gobierno muestra por el uso de las reservas.
Sin embargo, los dirigentes que fueron a almorzar no estaban para cuestionar nada y mucho menos la suba de los precios que erosiona el salario de sus eventuales compradores y que le suelen endilgar a las empresas grandes que los proveen, sino para ver si le podían sacar al Estado alguna cosita más, quizás un crédito barato o alguna traba extra para las importaciones.
En todo caso, estaban allí para asentir ceremoniosamente cuando la Presidenta dijo que no es tiempo de "cantar victoria" debido a los problemas que se vienen, aunque según ella es porque la crisis internacional pudo no haber terminado.
Tampoco hubo quien se atrevió a decirle a Cristina que por haber dicho "tercamente" ningún periodista se iba a atrever a criticarla, como ella enfatizó para abrir un paraguas innecesario, ya que el adverbio usado en su discurso significa nada menos que "con terquedad", tal como lo ratifica el viejo mataburros de la Academia.
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