lunes, 22 de marzo de 2010
CIVISMO
En los primeros meses del año 1982, en mi carácter de convencional, concurrí para integrar alguna comisiones de trabajo, a la reunión de NARI (North American Recycling Industries) celebrada en el hotel Century Plaza de Los Angeles. Al finalizar el evento, se realizó una cena para los 2000 convencionales, en el transcurso de la cual hablaría el abogado de NARI: Gerald Ford, ex presidente de los EEUU, luego de la renuncia de Nixon. La prensa amarilla, comentaba que Ford era incapaz de caminar y comer chiclets al mismo tiempo. En el momento que Ford ingresa al salón, los 2000 concurrentes, se pusieron de pié al unísono y aplaudieron calurosamente al ex presidente. Sin lugar a dudas entre tal concurrencia habría gente con muy diferentes opiniones políticas, pero el ejercicio del civismo y del respecto de lo que representan las investiduras desde el punto de vista Institucional, está muy arraigada en la sociedad estadounidense. Esto se llama tener respeto por uno mismo como integrante de una Nación.
Nosotros, los argentinos, que somos unos vivos bárbaros, nos atrae el deporte de denostar continuamente a figuras políticas pero no discutiendo sus ideas o realizaciones, sino con gestos infantiles que nos rebajan como integrantes de una sociedad. Doy como ejemplo, lo que sucede con De la Rua o con Menem. Respecto a este último, no puedo olvidar la figura degradante de la condición humana, cuando un presidente recién elegido, en el momento que el riojano jura como senador, se tocó groseramente sus testículos en señal de rebajar al jurante, que hasta hacía muy poco había sido reconocido por el mismo como el MEJOR PRESIDENTE DE LA HISTORIA ARGENTINA.
Rodolfo R. Vila
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