miércoles, 31 de marzo de 2010

SYRIANA




Syriana (I)
Según Robert Boer, ex CIA, Irán tiene “el destino manifiesto”. Construir el imperio.

Syriana (I)escribe Jorge Cayetano Zaín Asís
especial para JorgeAsisDigital

“A la comunidad le hacía falta un responsable. Se decidió que el responsable sea Menem. Es un disparate, pero el tema se cierra”
Anónimo identificable

Por impulso infatigable del Fiscal, doctor Alberto Nisman, el idóneo refritador del ex Juez Galeano, la Cámara Federal porteña confirmó el procesamiento dispuesto por el Juez Federal Ariel Lijo. Afecta a los metafóricos tripulantes de la Trafic. El vehículo utilizado en el miserable atentado a la Amia, de junio de 1994.
La tragedia, ya banalizada, deparó 85 muertos.
Carlos Menem es el jefe del comando “encubridor”. Con los chacales que “instrumentaron”. Mártires como el hermano Munir. El peligroso Hugo Anzorreguy. El Fino comisario Palacios (de ninguna conspiración Palacios puede estar ausente). El juez Galeano, el que más trabajó en la causa.
El Refritador es implacable con el Refritado.
El refrito de referencia estuvo inspirado en diseñados informes de inteligencia de evaluación precoz. Investigación predestinada para pulverizar, en el plano internacional, a los enemigos del Estado de Israel. Para facilitar al pragmatismo diplomático de Estados Unidos la ofensiva que más le interesa. Sobre la “teocracia” de Irán y el Hezbollah. Apéndice del Líbano, Hezbollah representa -junto al Hamas palestino-, la principal franquicia chiita que ejecuta, en la investigación oficial, el atentado terrorista ordenado por Irán.
Directivas que nunca son tomadas, en todo caso, por el presidente. En la actualidad es Mahmud Ahmadinejad. “El milenarista”, según Laurence Louër, en “Chiisme et politique au Moyen-Orient” (ampliaremos).
Las directivas surgen a través de otro complejo sistema decisorio de poder. Basado en el secreto. En el anonimato. Lo confirma Robert Boer, en “Iran, l· irréssistible ascencion”. Edición de Gallimard. Colección Folio. 435 páginas.
Fisk y Boer

Junto con el inglés Robert Fisk, y la francesa Laurence Louër, el americano (del norte) Robert Boer es, a nuestro juicio, de los pocos que conoce, en profundidad, el entramado de la política del Medio Oriente.
La aproximación de Boer es distinta a la de Louër (doctora en Ciencias Políticas). Pero sobre todo es distinta a la del periodista Fisk, el corresponsal de The Independent. Fisk es autor de ”La gran Guerra por la civilización”, crónica indispensablemente monumental. Editada por Destino. 1512 páginas.
El enfoque de Boer es calculado milimétricamente. Corresponde al típico agente de la CIA. Espionaje que lo mantuvo contratado, en la región, entre 1976 y 1998.
Textos de Boer inspiraron el film Syriana. Obra malograda por la celeridad de un guión que lo torna casi incomprensible. Aunque Syriana contiene la más impresionante escena de tortura, y de atentado suicida, que se hayan mostrado en la cinematografía.
De haberse atendido los informes de Boer, en Langley -sede central de CIA-, el mundo podía haberse ahorrado el desmoronamiento de las Torres Gemelas.
En los informes profesionales, Boer señalaba, a los destinatarios sin rostro, que el problema principal no estaba radicado en Palestina, donde se libraba el conflicto eterno de Israel (pronto ampliaremos). Tampoco en Irak, donde se floreaba Saddam Hussein, el déspota que supo ser “amigo” de La Casa. O en “la teocracia” de Irán, que los había humillado con la revolución de 1979.
El origen del mal, para Boer, estaba en Arabia Saudita (ampliaremos).
Intervenciones demenciales

El atentado del 11 S, en Nueva York, aparte de millares de víctimas produjo que, a través de Bush hijo, Estados Unidos arrastrara, al coro inestable de Occidente, hacia la cruzada de dos intervenciones demenciales.
En Irak, junto a los ya agotados Tony Blair y José María Aznar. Para generar el triunfo inconcebible, pero no deseado. El de los chiitas de Irán.
“Sin disparar un solo tiro”, acierta Boer.
Iniciada por Bush-Blair-Aznar, la locura de Irak fue continuada, hasta agravarla, por Obama, el inexplicable Premio Nobel de La Paz.
Es Obama quien intensifica la segunda equivocación militar, en Afganistán. En “el cementerio de los imperios”. Fue en Afganistán donde la Unión Soviética acudió oportunamente a sepultarse.
Cuando la URSS perdía por ingenuidad ante los románticos mujaidines, tildados como “guerreros de la fe” (estimulados por la CIA). A cuyos hijos, hoy, los americanos combaten. En la escenografía del mismo cementerio.
Los románticos que combatían el comunismo se transformaron en talibanes despreciables que combaten al capitalismo. Mientras explotan, comercialmente, el haschis más puro del universo. Y en nombre de la utopía peor.
En la frontera montañosa de Afganistan con Pakistán, los talibanes le brindan cobijo a Bin Laden, el líder de las franquicias devastadas de Al Qaeda. Pero la organización temible -Al Qaeda- se encuentra en estado de bancarrota. En condiciones operativas de filmar, de vez en cuando, algún mensaje corto, para Al Jazeera.
Entonces Boer advierte sobre los riesgos de la tercera intervención. Irán.
Final con Imad Moughnieh

Abundan los libros de estudiosos que tratan la problemática apasionante.
Textos infinitamente más fundamentados que los consignados por Galeano. Refritados por Nisman, el apasionado sostenedor de la “pista siria” que conducía hacia Menem y los tripulantes de la simbólica Trafic. A los que Nisman quería presos.
A través de la historia de la civilización persa, Boer describe la prospectiva estratégica de Irán. Alude al “destino manifiesto”. La vocación inquietante por construir un imperio.
Trata Boer la transición en que Irán, en los ochenta, pasa de ser un “Estado Terrorista”, a erigirse como “potencia regional”. Período que se extiende -para Boer-, desde 1981 al 88. Hasta seis años antes del miserable atentado que -en la versión Galeano/ Nisman-, comete el Hezbollah, con el patrocinio de Irán. Para algarabía de la diplomacia de Estados Unidos e Israel. Para estricta desorientación geopolítica del país sin estrategia. Argentina.

Para Galeano/ Nisman, la cabeza inteligente del operativo en la Amia fue el libanés chiita Imad Moughnieh. Cuadro del terrorismo que fue ajusticiado, selectivamente, por Israel. En un taxi pulverizado de Damasco. En el 2008. Dos años después de la victoria del Hezbollah sobre el ejército israelí.
Hoy se investiga la probable participación de Moughnieh en el asesinato de Rafik Hariri, aquel potentado que fuera Primer Ministro de El Líbano (ampliaremos).
Boer indaga la transformación de Irán a través de la biografía de Imad Moughnieh.
Detalla la formación en Fatah. Hasta el acercamiento con Irán, por intermedio del Cheick Hussein.
Desfilan los innumerables atentados en que Moughnieh participó. La mayor parte de las voladuras y secuestros. Desde el avión de la TWA hasta el último, de las Aerolíneas Kwaities. Es justamente cuando Moughniegh se le convierte, a Irán, “en un problema”. Por la decisión de tomar distancia de los actos terroristas.
En Boer, infortunadamente, no se encuentra ninguna palabra que aluda a la participación de Moughnieh en la voladura de Buenos Aires. Según hallazgo de Galeano/ Nisman.
Para ser franco, en ninguno de los volúmenes calificados en la materia, puede rastrearse la menor señal del atentado del Hezbollah, en Buenos Aires. A más de diez mil kilómetros de distancia, para destruir la Amia y generar 85 cadáveres.
Lagunas informativas, probablemente, de los ensayistas.
Limitaciones conceptuales de los investigadores.
Soberbios del norte que distan de tomar en cuenta la sabiduría del sur.

Jorge Cayetano Zaín Asís
para JorgeAsísDigital

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