domingo, 28 de marzo de 2010
QUÉ TEME KIRCHNER ?
EL EX MOTONAUTA, CON MEJORES ENCUESTAS PARA SER REELECTO O IR POR LA PRESIDENCIA
El kirchnerismo a la defensiva para no terminar Scioli-dependiente
Por Carlos Tórtora
Carlos Kunkel, Mario Ishi y el equipo ultra-k bonaerense se habrían movido discretamente en los últimos días para que algunos punteros de su confianza en Pinamar le arrimen votos en la elección de hoy a la candidata radical Mercedes Chuqui Taurizano. Esta extraña operación tendría que ver con el siguiente cálculo. Blas Altieri, candidato a intendente por el Movimiento de Unidad del Partido de Pinamar, aparece como el favorito para suceder a Roberto Porreti en la mayor parte de las encuestas. La candidatura de Altieri es obra de Daniel Scioli, que actuó contrariando a la dirigencia “pejotista” -encabezada por el vicegobernador Alberto Balestrini-, que pugnaba por un candidato de pura cepa peronista y no un vecinalista y ex menemista como Altieri. Así las cosas, como la candidata del PJ Roxana Di Pascuale casi no tiene chances de ganar, los ultra-k preferirían un triunfo radical antes que sciolista.
Este cuadro de una microelección de 17.000 votantes pinta claramente el clima de prevención que existe en Olivos.
¿Qué teme Kirchner?
Al ex presidente le disgustaría de sobremanera que el eventual triunfo de Altieri sirva para que se afiance el proyecto Scioli-2011. También le disgusta -y mucho- que Sergio Massa y Pablo Bruera puedan llegar a pactar con el ex motonauta para ser la fórmula para la gobernación bonaerense. Aun reteniendo hoy la suma del poder público -y partidario- Kirchner lucha contra dos enemigos casi imbatibles: las encuestas y el paso del tiempo. Con los números en la mano, que le dan hoy entre 10 y 15 puntos más que Kirchner, Scioli vendría conversando discretamente no sólo con el gobernador salteño Juan Manuel Urtubey sino también con kirchneristas de paladar negro, como el gobernador chaqueño Jorge Capitanich y el discreto pero movedizo José Luis Gioja, que pretende que San Juan tenga un vice en la próxima fórmula presidencial del PJ. La tesis de Scioli, apoyada por el Presidente Provisional del Senado Juan José Pampuro, es simple: el candidato del PJ debe ser el que esté en mejores condiciones de ganar la elección. Léase, de ganar en una casi segura segunda vuelta. El mensaje para Kirchner es claro. Él podría tal vez llegar a la segunda vuelta, pero la enorme polarización que su figura provoca en la sociedad le garantizaría perder el ballotage casi contra cualquier adversario (una situación parecida a la que sufrió Carlos Menem en el 2003). En otras palabras, el ex motonauta estaría planteando que él es el único oficialista que puede evitar una derrota y que, cuanto antes se lo unja como delfín, será mejor para el oficialismo. Acá es donde juega el factor tiempo. Ni los gobernadores ni los intendentes K se animan a levantar la voz con este tema por temor a las represalias. Pero la proximidad del calendario electoral será inversamente proporcional al temor al castigo. Obviamente Scioli también estudia la posibilidad de disputar su reelección, pero sabiendo que sus chances pueden disminuir si la fórmula presidencial llega a actuar como un ancla de la provincial.
El costo de decir no
Mañana los gobernadores oficialistas almorzarán en Olivos con CFK para tratar la vaga promesa de Kirchner sobre una nueva ley de Coparticipación y para frenar la embestida del Peronismo Federal y la UCR para coparticipar el impuesto al cheque. El problema es que ya hay como mínimo seis senadores del Frente para la Victoria que amenazan con votar contra el gobierno. Y el caso de Buenos Aires -la más castigada por la actual coparticipación- es el más grave. Scioli ya anunció que concurrirá esperando buena voluntad por parte de los Kirchner. Como lo más probable es que no haya ninguna concesión importante, se estima que Scioli podría usar el fracaso como un boomerang, para demostrarle a la dirigencia bonaerense que Kirchner les da la espalda en un tema crítico.
No por nada el martes pasado el intendente de Bahía Blanca, Cristian Breitenstein -enfrentado con el kirchnerismo- recibió una llamada de Julio Pereira, el intendente de Florencio Varela que preside la FAM (Federación de Municipios) y actúa como cajero K entre sus pares. Pereira le transmitió que Kirchner estaba dispuesto a superar rencores y que Bahía Blanca recibiría todos los fondos que estaban pendientes. Similar tregua estaría en marcha con Massa en Tigre, Bruera en La Plata, Alberto Geleme en Las Flores y Darío Giustozzi en Almirante Brown.
La nueva línea política K pasaría entonces por abandonar el papel de malos de la película y evitar que se siga formando una masa de intendentes y legisladores resentidos con Olivos.
Los pasos del sciolismo también alarman en la Casa Rosada en otro sentido. De Narváez acaba de prestarle sus legisladores provinciales a Scioli para que la Cámara de Diputados le é media sanción a la reforma del Código de Procedimientos en lo Penal. Este pacto coincide con la aparición de José Scioli en el nuevo staff porteño de De Narváez.
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