domingo, 4 de julio de 2010

CUÁNTAS MINAS QUE TENGO




Por Corina Milán*

El cantautor kirchnerista Ignacio Copani bien podría reflotar su hit para acompañar la euforia de la presidente Cristina Fernández por el encuentro con el dueño de la compañía canadiense Barrick Gold ( y socio de los grandes traficantes de armas ), Peter Munk.

Los ratoncitos que siguen las melodías de los flautistas K deberían leer algunas de las notas que el boletín del “No a la mina” ha publicado por estos días para pensar en ciertas contradicciones groseras entre el discurso y las acciones de nuestra mandataria:

• Cristina levanta la bandera de los DDHH, siempre que sean los de las décadas oscuras de la última dictadura; los de los habitantes de nuestro país que desde los años 90 son avasallados y violentados por las empresas mineras que se instalan y arrasan con el medio ambiente y la cultura de los pueblos, parecen “invisibles”. Valga como ejemplo, la represión ejercida por la policía provincial y la Gendarmería Nacional a los pobladores de Andalgalá, en Catamarca, cuando se manifestaban en contra de los emprendimientos Bajo La Alumbrera y Agua Rica ( 15 de febrero 2010).
Cabe señalar que esta noticia no fue mostrada por los medios que están bajo el control oficialista; sin embargo, un mes después, hubo que soportar la campaña del programa 6-7-8 de canal 7 para promocionar hasta el hartazgo la marcha de los capitalinos- clase media- enamorados del modelo K que se autoconvocaron por Facebook para celebrar su orgullo de ser “la mierda oficialista” (como versa una canción compuesta por Carlos Barragán, columnista de dicho programa y devenido “poeta de la corte”).

• Cristina, envuelta en el manto del populismo, se jacta de haber superado las políticas neoliberales del menemismo; sin embargo, las leyes mineras que propician el saqueo de los mal llamados recursos naturales (como bien sostiene Javier Rodriguez Pardo deberían llamarse “bienes comunes” para descartar esa noción de que los recursos se definen por su disponibilidad para el uso y abuso capitalistas) fueron pergeniadas por el gobierno de Carlos Saúl y están siendo sostenidas complacientemente por el kirchnersimo.

• Cristina, que libró una batalla a brazo partido con el sector conocido como “campo” para subir las retenciones y apeló a todos los argumentos progresistas que tenía a disposición para fundamentar la justicia de la redistribució n de las ganancias entre los que se están enriqueciendo con las exportaciones y el resto del pueblo argentino; no tiene ningún problema en favorecer a las empresas mineras multinacionales que se llevan todo y no dejan nada (deberían pagar sólo 3% de retenciones de lo que extraen, según una declaración jurada que ellos mismos confeccionan y nadie controla; pero que con las exenciones impositivas que determinan las leyes vigentes resultan en saldo negativo para el país). Y cabe mencionar que este año, la exportación de oro ocupa el cuarto lugar; dato no menor para tener en cuenta a la hora de analizar la cantidad de dinero que estamos regalando a los amigos mineros.

• Cristina, que dice que “Calafate es mi lugar en el mundo” y adora la vista del Perito Moreno, vetó mediante el decreto 1837/08, en noviembre de 2008, la Ley de protección de glaciares, que había votado unánimemente el Congreso Nacional, para favorecer a la empresa Barrick Gold que necesitaba mover algunos milenarios bloques de hielo para llevar adelante el Proyecto Pascua Lama.

• Cristina, junto a Gioja, Jorge Mayoral, Beder Herrera y demás secuaces está sirviendo en bandeja la riqueza del suelo de nuestro país, está regalando nuestras reservas de agua potable, está permitiendo que decenas de pueblos sean contaminados y destruidos, está desoyendo la voluntad de miles de argentinos nucleados en asambleas a lo largo y ancho del país que piden se respete el art. 41 de la Constitución Nacional, está avalando la criminalizació n de las protestas populares y la represión más o menos explícita que ejercen los gobiernos provinciales vinculados a las empresas mineras.
Mientras en Costa Rica la presidente Laura Chinchilla, a poco de asumir (en mayo de este año), prohibió la minería a cielo abierto; Cristina la promueve y celebra.

Entretanto, vivimos un momento en el que los discursos se clasifican maniqueamente: o se está del lado del gobierno “progresista- popular” acríticamente o “se le hace el juego a la derecha”; o se pondera al matrimonio presidencial o se vive en el planeta de los simios. Tristes horizontes para el pensamiento y el destino de los mortales que crecimos alrededor de la ilusoria idea de la libertad. Para quienes aún pretendan vivir coronados de gloria, servía de consuelo el sueño de ganar el Mundial.

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