miércoles, 7 de julio de 2010

EL PÁNICO SERÁ VIOLENCIA




Por el Lic. Gustavo Adolfo Bunse

La soberbia del “matrimonio” y su enorme desprecio por la Constitución Nacional, van a pasar a la historia.

Con total desapasionamiento, es hoy mucho más fácil predecir que van a encontrar un final turbulento, que pronosticarles el más pequeño bronce bruñido para su posteridad.

Ni un solo político de la oposición ya tiene dudas:

Es absolutamente improcedente e ilegal lo que hicieron en Venezuela.

Dicho sea en modo mucho mejor y más claro:

Los episodios que hasta ahora han salido a la luz, siendo -como deben ser- una mínima parte de las trapacerías del matrimonio, son realmente de una torpeza tan infame y de una ilegalidad tan evidente, que sólo la íntima convicción de sentirse impunes les ha permitido perpetrarlas.

El presidente del otro país, coautor pleno de los hechos, resulta hoy, en forma ridícula, su único testigo a favor, lo cual es exactamente igual a pretender garantizar la transparencia con un cómplice del desfalco.

La firma de una veintena de acuerdos de absoluta intrascendencia para el país, delatan que los viajes a Venezuela, sin excepción alguna, de todos nuestros funcionarios de gobierno, tenían por único objeto perfeccionar la más importante arboladura de saqueos y malversaciones que hayan ocurrido en el país en los últimos 50 años.

Que la Jefa de Estado trate de inyectarle alguna transparencia a estos episodios, jamás ha de resultar tan sencillo como inyectarse colágeno.

Y sus consecuencias “estéticas” pueden sin duda tener una diferencia muy sustancial en el peligro que conllevan.

Es obvio que necesitan perpetuarse para enterrar el edificio del robo.

Pero tal parece que se sienten acorralados y que por esa razón, ya se siente en el país un acre olor a epílogo traumático.

Puede adivinarse el fogonazo del último fotograma.

Atentos a ello, desde ahora mismo han de necesitar del refinamiento para la práctica del escape y fuga. Su pánico a caer… ha de ser violencia.

Han de necesitar imperiosamente, profundizar las prácticas totalitarias de sus regímenes gemelos en la violación sistemática del plexo institucional de la República.

Y hasta que diseñen el momento traumático de su autocolapso, formarán un torbellino de confusiones para mantenerse aferrados y seguir dando una proclama de tranquilidad falsa cada día.

Puede adivinarse fácil el fogonazo del último fotograma.

Con el pueblo amurallado en su impavidez, sea él o sea ella, no habrá mucha diferencia para seguir degollando vidas y haciendas.

Togas y tiaras irán siendo retiradas del boato del imperio hasta que quede definitivamente claro que ellos serán los únicos que las vistan hasta su muerte. Harán lo que sea -en la agonía que les toca- para acallar la disidencia usando como herramienta los dineros del Estado.

Son algo más que un simple estigma del mal.

Vetarían la cura del cáncer si acaso les fuese posible.

Ahora, por el pavor, se van a poner verdaderamente desencajados

Ningún báculo ha de ser portado en puño de nadie, so riesgo del peor de los destierros del Olimpo.

Toda prosperidad de algún prestigio excitará la furia de este matrimonio, así como cualquier resplandor suele irritar los ojos de los enfermos.

El talento los seguirá estremeciendo a ambos.

Transidos de miedo, jamás van a perdonar al portador de alguna gloria legítima, aún cuando haya sido consagrada con todo el mérito, por cuanto es tan insoportable para sus almas el encumbramiento ajeno como así también lo es de temible quien pueda amenguarles el propio.

Estallarán de ira cuando empiecen a descubrir a todos los que planean renunciar a la adulación decretada por ellos, ó a los que quieran, por ventura, convertirse en arquetipo de alguna genialidad.

Hasta que les llegue la hora…. deberemos sufrir…

Su proyecto es caer con el mayor estrépito posible.

Sin miramientos… van a horadar la prosperidad de cualquier surgimiento individual e, inversamente, en una serenata de idolatría a la chatura intelectual, seguirán sacando mediocres ó montoneros de la gran bolsa en la que guardan sus reservorios.

Ningún lacayo, jamás, osará desplegar ideas propias ó aportes de cualquier iniciativa que se salgan un milímetro de la partitura que están obligados a rezar cada noche en su temerosa soledad.

Ambos serán pues, cada vez más, los Ministros de todos los ministerios, meras cuevas de nivelación de los ineptos y de los domesticados. Confiables todos ellos, no por su virtud sino por aceptar ser rapados y ser elegidos naturales de esa casta temerosa y obsecuente cuyo precio para la complicidad es sólo mantener su empleo sin el riesgo a merecer jamás el enojo del “matrimonio”.

Cambiadores de su honor por la menor prebenda, y renunciantes a la virtud, seguirán formando la pléyade montonera y mediocre de la pareja real, dueños y señores de la suma del poder público, amos de lacayos que bajan la cerviz, tutores idolatrados de los ciegos que ayudaron con su voto a alfombrarles el camino hacia la “nada” de país que tenemos.

Esto es pues, lo que veremos hacia delante, en una rara sucesión de fotogramas que jamás… ni en sueños… pueden terminar bien.

Estas historias nunca terminan bien. El pánico deviene violencia

Y no importan aquí los estigmas individuales, porque eso es lo efímero. No importa la marca en la piel de los ladrones, ni la ruina personal de los siervos que queman incienso cada noche con astillas de su propia dignidad. Eso, en verdad, importa poco.

Importa sólo el país que nos espera en el último fotograma que, esta pareja de ideólogos de la escoria social… nos va a dejar… al huir.

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