sábado, 3 de julio de 2010

GLOBALIZACIÓN




Por Jorge Omar Alonso

La socióloga holandesa Saskia Sassen que recientemente visitara Buenos Aires, sostiene que lejos de ver su influencia recortada, los Estados nacionales son el lugar por donde pasa buena parte de la globalización.



"Buena parte de la globalización se da dentro de lo nacional, de maneras muy específicas", manifestó en un reportaje al diario La Nación.



“El primer error dice, es pensar que lo global es fundacionalmente distinto de lo nacional, que hay una especie de mutua exclusividad y, por ende, que cuando gana la globalización pierde lo nacional”. Poniendo el ejemplo de los EE.UU. manifestó: “Cuando se hicieron los rescates de los bancos norteamericanos, se vio un retorno del Estado nacional fuerte. En realidad, lo que pasó es que una parte del Estado nacional, el Poder Ejecutivo, que hoy ha adquirido mucho poder y tiene mucha relación con la economía global, usó leyes nacionales para extraer impuestos a la ciudadanía y así rescatar el sistema financiero global. Eso es un ejemplo que muestra esa imbricación, porque lo global y lo nacional mantienen su especificidad. Buena parte de la globalización se da dentro de lo nacional, de maneras muy específicas. E incluso en los términos de lo nacional”. En este aspecto hay que conceder que el sentimiento de pertenencia a una nación es un elemento fundamental para entender la capacidad de supervivencia de los estados, que siguen siendo la principal unidad de organización política.



El Premio Nobel de Economía de 1998 Amartya Sen, había señalado que la globalización no era un hecho nuevo, como tampoco que pudiera caracterizarse como una especie de occidentalización. “Durante miles de años, la globalización ha contribuido al progreso del mundo a través de los viajes, el comercio, las migraciones, la difusión de las culturas, la diseminación del saber y el conocimiento”.



Por otra parte ese fenómenos que llamamos globalización, es afín al concepto ya elaborado por Carl Schmitt llamado “época global” (globale Zeit), en los años de la década del treinta y a partir de la relación tecno-política. En su obra “El nomos de la tierra” (Struhart), el jurista alemán nos habla de la concepción de un universalismo global, alrededor de 1900, no siendo considerado dicho concepto por los juristas de aquella época; a excepción de Alemania, en donde los representantes científicos de la economía nacional ya discutían abiertamente la cuestión de: “¿universalismo o pluralismo de la economía mundial”?



“A la concepción de un universalismo global, no espacial, de aquella época correspondía, dice Schmitt, una realidad en el ámbito de la economía, que era distinguida del Estado, o sea, un comercio mundial y un mercado mundial libres, con libertad del disposición del oro, del capital y del trabajo”.



En el prólogo de la referida obra, el Doctor en Ciencias Jurídicas argentino Luis María Bandieri, escribió que el “El nomos de la Tierra”: “pretendía, en un mundo por entonces (1950) bipolar, señalar la posibilidad de un nuevo “nomos” del planeta conformado por una pluralidad de “grandes espacios”.



Carl Schmitt ya se refería a un tiempo global.



Como señalara Giacomo Marramao en “Pasaje a Occidente” (Katz), “la obra de Carl Schmitt es una de las extraordinarias anticipaciones de los temas de la época global”

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