martes, 13 de julio de 2010

HOYO HERVIDO EL FIEL LACAYO




por Ricardo Medrano
ricardo.g.medrano@hotmail.com

Han pasado muchos años ya desde la tristemente célebre servilleta de Corach, esa que mantenía en funcionario en el bolsillo para mostrar en determinadas oportunidades, que detallaba con nombre y apellido a los jueces afines o más bien cooptados, por el Gobierno nacional.

En los días que corren nadie escuchó hablar de ninguna servilleta, papel, libreta o de cualquier otro artículo que se preste a la escritura, pero lo que nadie duda es que hay algunos jueces que por diversos motivos pierden su independencia para favorecer con sus fallos al poder central.

En esto no existen las certezas, sólo sospechas, de existir pruebas físicas de este favoritismos servil, el lugar para asentar la denuncia sería en los juzgados, frente a sus pares y no a través de estas líneas que no acusan de delito alguno, pero ciertamente ponen atención a la seguidilla de fallos parciales que determinados jueces tienden a emitir con inusitada frecuencia.

El caso del Juez Federal Norberto Oyarbide es más que emblemático, ya que su modo de actuar tiende a ser el mismo siempre, independientemente de quien ostente el poder, en la década del 90 era uno de los sospechados de integrar la infame lista de la servilleta y en la presente década es sin duda el más funcional de todos los jueces a la política kirchnerista.

Es común ver como las causas que toman relevancia pública por las implicaciones, directas o indirectas, del entramado kirchnerista caen inexorablemente en sus manos, como si fuera el único juez de la Nación, causas que por supuesto duermen en expedientes durante prolongados períodos hasta que finalmente son cerradas por el juez con una diligencia extrema, sin llegar a ninguna conclusión que permita dilucidar el crimen en cuestión.

En las únicas que el juez muestra una eficacia demoledora es en aquellas causas que atañen a los enemigos del poder, cosa por cierto que no es reprochable, ya que esa es su función, lo que se le puede objetar al magistrado es la diferencia manifiesta que hace entre algunas causas y otras.

Este accionar parcial no ha pasado desapercibido a nadie, y las muchas veces que el juez Oyarbide fue cuestionado por sus pares acudieron raudos a su rescate los legisladores kirchneristas que integran el Consejo de la Magistratura, permitiendo con el salvataje la continuidad en el cargo de uno de los más fieles lacayos del matrimonio presidencial.

Hombres como Norberto Oyarbide no le hacen daño solo al Poder Judicial, que trata a diario por medio de millares de jueces intachables que ejercen su labor con honestidad y capacidad de asegurar la impartición de justicia, sino que atentan a diario contra un país hastiado de estos enquistes de corrupción que amenazan con destruir todo.

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