sábado, 17 de julio de 2010

SHHHHHHHH GALLEGO BUCHÓN




En la polémica sobre la homosexualidad ha intervenido ahora el señor Esplugas con un artículo algo confuso y palabrero, como suelen ser muchas discusiones en España, sugiriendo además que homosexualismo y liberalismo van juntos. Para no perder el tiempo, resumiré algunas cuestiones básicas:

1. Una cosa son los homosexuales y otra el homosexualismo, como una cosa son los obreros y otra el marxismo, o las mujeres y el feminismo, o los catalanes y el nacionalismo catalán, etc. Esas ideologías se dicen, falsamente, representantes de los homosexuales, los obreros y demás, y pretenden transformar la sociedad de acuerdo con sus particulares concepciones.

2. El término "GAY" se ha interpretado como "Good As You", pero no es verdad. Un homosexual puede ser tan bueno o mejor que la mayoría como arquitecto, nadador o matemático, pero su homosexualidad no será "tan buena" como la normal: seguirá siendo una desgracia, que puede afrontar mejor o peor. Por hacer una comparación trivial, un cojo puede ser un gran empresario o científico, pero no logrará convencernos de que andar cojeando es tan bueno como andar normalmente.

3. Tampoco lograrán convencernos –ni convencerse– de que el único problema consiste en la actitud de la gente con respecto a esas desgracias o a cualesquiera otras, o de que solo hay desgracia si uno se siente desgraciado. Se trata de la idea de que la realidad no existe, que solo existen constructos o invenciones mentales, y que basta cambiar el punto de vista sobre la realidad para que esta se transforme en otra cosa. "La mujer no nace, se hace", decía Simone de Beauvoir, y esa concepción se ha extendido mucho. Este modo de ver las cosas es inconsecuente, porque entonces valdría igual un punto de vista que otro, una opinión que otra, etc., ya que todas son invenciones en el fondo arbitrarias. Valdría tanto, por ejemplo, el homosexualismo como lo que llaman la homofobia. Pero ahí las ideologías se detienen: solo valen los puntos de vista, las invenciones de ellas.

4. La homofobia, como el antiobrerismo, el machismo o el anticatalanismo, son, en ese sentido, palabras-policía, intimidatorias, a fin de paralizar la expresión de ideas o puntos de vista no conformes a tales ideologías. Estas rebosan odio a sus contrarias, pero no toleran el mismo odio en las demás. Pretenden, incluso, crear leyes para perseguir criminalmente a quienes piensan u obran de modo diferente, y cultivan asiduamente el victimismo sobre el pasado para justificar privilegios y opresiones presentes a los que aspiran –y a menudo logran.

5. El homosexual razonable no hace de su condición sexual el centro de su personalidad y de su vida, acepta su realidad si cree que no puede cambiarla, y la lleva con discreción, ya que se trata de un asunto íntimo, como debieran hacer también los heterosexuales, aunque hoy se procura ya desde la escuela destruir los sentimientos de pudor y otros parecidos. El homosexualista, más consciente que nadie de su desgracia, en lugar de asumirla intenta grotescamente convertirla en motivo de orgullo y obligar a los demás a creerla "good as you".

6. El homosexualismo no se limita a decir que un homosexual es una persona y debe ser respetado. En realidad eso le importa poco y va mucho más allá. Hace de su condición sexual el centro de su pensamiento y de su acción, y pretende que la sociedad se conforme según sus teorizaciones. Necesita creer y hacer creer que el apego social a una sexualidad normal, a la reproducción, a la familia, al pudor, etc. son "prejuicios" que deben desarraigarse por todos los medios. El homosexualismo, el feminismo y otras ideologías "radicales" suelen ir juntos, con efectos "progresistas" como el creciente fracaso matrimonial y familiar, el auge de la prostitución en mil formas y otros muchos que en otro artículo he definido como índices de mala salud social.

No hay comentarios: