sábado, 8 de octubre de 2016
EL STENT
El "efecto stent de Lilita" ya se siente en el escenario político y cambia el mapa de las legislativas 2017
Por Fernando Gutierrez
Tras la operación de urgencia por su afección cardíaca, quedó en duda si Carrió estará en condiciones de soportar el estrés de una campaña y eventualmente confrontar con Cristina Kirchner en Buenos Aires. Cambiemos debió suspender su relanzamiento y evalúa una nueva estrategia electoral
Solo los fumadores saben lo duro y difícil que es dejar el vicio en forma definitiva. Requiere voluntad y soportar el síndrome de abstinencia.
Muchos fallan en esa lucha y recaen en su adicción al tabaco aun cuando los doctores les hayan advertido sobre los riesgos que amenazan su salud.
En el caso de Elisa Carrió, tal vez haya un mandato médico todavía más complicado que el de abandonar el cigarrillo: achicar el estrés que le ocasiona la política.
Los profesionales de la salud le aconsejaron cuidar ambos temas luego de la operación de urgencia en la que le colocaron dos stents, tras constatar una lesión severa en la arteria coronaria.
"Ella es una paciente muy expuesta, con mucho estrés, demasiadas cosas", aseguró Alejandro Hita, jefe de cardiología del Hospital Austral.
"Es obvio que a nadie favorece estar en contacto con ese nivel de estrés. Ella es una paciente que tiene factores de riesgo en los que vamos a trabajar y corregir", añadió.
Esto, luego de transmitir la tranquilizadora noticia de que "Lilita" estaba fuera de peligro y recibiría el alta.
Es probable que, con fuerza de voluntad, la diputada pueda controlar su adicción al cigarrillo. En cambio, resulta una incógnita mucho mayor si será capaz de alejarse del estrés político.
Para empezar, deberá reflexionar sobre si continúa con su idea de presentarse como candidata a senadora por la provincia de Buenos Aires en las legislativas de 2017.
Por cierto, este tema pasó a ser uno de los mayores interrogantes en el ámbito político. Más aun, puede darse un profundo cambio de escenario según la decisión que adopte.
Un shock en el escenario político
El shock causado por su imprevisto quebranto de salud quedó elocuentemente reflejado en la suspensión del acto de la coalición Cambiemos.
Ese encuentro había sido planificado para relanzar ese espacio político y para definir las estrategias con vistas a las legislativas 2017.
También quedó en evidencia lo difícil que le resulta a Carrió despojarse de su rol de dirigente.
Apenas se despertó, luego del efecto de la anestesia, una de las primeras cosas que preguntó fue: "¿Qué va a pasar con el acto de Cambiemos?".
Su ansiedad política es entendible. En las elecciones del año próximo se renueva la mitad de la cámara de Diputados y un tercio del Senado, incluyendo las bancas correspondientes a la provincia de Buenos Aires, bastión fundamental por concentrar 38% del padrón.
En Cambiemos y en la oposición peronista dieron sobradas muestras de que se tratará de una votación crucial para definir el futuro político.
Una mala elección del oficialismo dejaría con poco margen de acción al presidente Macri para continuar con su plan de reformas.
Incluso, pondría en serio riesgo la continuidad de su proyecto político.
Es un análisis que no sólo hacen los analistas sino, sobre todo, los empresarios y los jugadores del mercado financiero.
No por casualidad, en los recientes foros de negocios las principales objeciones por parte de los potenciales inversores no se centraron tanto en el plan económico macrista, sino en su solidez política para defender las reformas.
Tal es la importancia que el ámbito económico le asigna a esta elección que hasta el mismísimo Fondo Monetario Internacional se mostró comprensivo e indulgente con los pecados de exceso fiscal, en aras de asegurar que el Gobierno pueda consolidar su gobernabilidad en 2017.
El peronismo, tanto en su versión kirchnerista como massista, ven a la "reconquista" de la provincia de Buenos Aires como el paso previo e indispensable para pensar en un regreso al poder en 2019.
La danza de nombres ya está en marcha. E incluye a "peso pesados" de la política como la propia Cristina Kirchner.
Se prevé que la batalla será encarnizada. Y es por eso que el macrismo puso en campaña a la gobernadora María Eugenia Vidal y a medio gabinete de ministros.
En este esquema, el rol reservado para Carrió es central.
"Lilita" no sólo es muy conocida por el electorado y es una figura fundacional de la coalición Cambiemos: es, sobre todo, la gran abanderada en la denuncia contra la corrupción.
Los analistas coinciden en señalar que su grado de influencia siempre ha sido mucho mayor que su menguada performance electoral.
Todos en el Gobierno saben que no hay que confundir la pequeñez de su bloque parlamentario -de apenas cuatro diputados y un senador- con su capacidad de modificar el clima político que, por cierto, sigue siendo alta.
A fin de cuentas, fue sólo gracias a la alianza con el "lilismo" que Macri logró romper el techo que le impedía crecer electoralmente y lo confinaba a un espacio porteño de centro-derecha.
Carrió aportó una cuota de "republicanismo" y dotó al macrismo de un discurso moralizante.
Con Lilita en la foto, el PRO de Macri dejaba de ser la fiesta de globos amarillos (que hacía acordar a los eventos corporativos de fin de año) para convertirse en una fuerza creíble y sensible, con un "sello de garantía" contra la corrupción.
El propio Presidente dio muestras de entender la importancia de esa alianza cada vez que Carrió se despachó con alguna crítica.
Así se tratara del tarifazo, de la presentación de Nicolás Caputo en las licitaciones públicas o de la participación de Daniel Angelici como "operador judicial", Macri, lejos de confrontar, la convocaba para darle explicaciones. Y, en alguna ocasión, para dar marcha atrás.
Una corriente de simpatía
Una campaña electoral de varios meses -con la instancia previa de las PASO y luego la votación "de verdad"-, implica de por sí un duro desgaste físico.
Los candidatos deben recorrer la provincia de Buenos Aires y encima confrontar nada menos que con Cristina Kirchner.
Este trajín no es lo más adecuado para una persona con problemas cardíacos y a quien le acaban de recomendar mantenerse lejos del estrés.
Todavía no está claro qué tan profundamente afectará este episodio al futuro político de Carrió, ni si preferirá bajarse de la disputa electoral. Pero sí ha dejado en evidencia que marcó un punto de inflexión.
Aunque no resulte elegante hacer especulaciones basadas en cuestiones de salud, los analistas saben que resulta inevitable.
En ocasiones, una enfermedad puede jugar en contra en términos electorales, porque transmite una imagen de debilidad. Algo de esto le está sucediendo a Hillary Clinton en estos días.
Pero, en otras situaciones, puede tener un efecto indirecto positivo para el político que padece alguna enfermedad, ya que genera una corriente de simpatía popular que lo "blinda" de las críticas de sus adversarios.
Ocurrió en la Argentina en 1993, cuando el entonces presidente Carlos Menem fue operado de urgencia de la arteria carótida.
También cuando Néstor Kirchner, ya fuera del poder, fue dos veces intervenido por su afección cardíaca.
Y, por cierto, esa corriente de simpatía se hizo evidente en los diversos episodios de salud que debió atravesar la ex presidenta Cristina Kirchner. Especialmente en la operación craneana que la obligó a una extensa licencia médica en 2013.
La multitud de mensajes de cariño y deseos de recuperación que recibió Carrió en las redes sociales luego de su operación dan cuenta de una corriente de simpatía en la opinión pública que excede ampliamente su caudal electoral.
Más allá de que las encuestas la ubiquen en un lejano tercer lugar en Buenos Aires (con sólo el 15% de la intención de voto) su imagen positiva escalaba al 46% antes de su intervención cardíaca.
Por cierto, esta cifra es una de las más altas del país y no sería nada extraño que su capital político pudiera crecer.
¿Macri gana con Lilita fuera de carrera?
El interrogante es qué ocurriría si Carrió finalmente no puede o no quiere competir en las legislativas.
Por lo pronto, para el macrismo se plantearía el desafío de cómo sacar rédito de su buena imagen sin tenerla a ella en las listas.
En cierto sentido, hasta podría ser una buena combinación para la estrategia macrista.
A fin de cuentas, Lilita en carrera implicaría dejar fuera a figuras de alto perfil que el Gobierno quiere promover para fortalecerse en la provincia.
Se habla con insistencia del ministro del Interior, Rogelio Frigerio, como posible candidato.
Por otra parte, Lilita había mandado un mensaje inquietante al avisar que no se presentaría en una lista de Cambiemos si había otros candidatos que formaran parte de su "lista negra" de sospechados por corrupción.
La preocupación del oficialismo es que entre los "vetados" figuraba Jorge Macri, primo del Presidente y actual intendente por Vicente López.
Acaso, una Lilita alejada de la puja pero activa desde los medios (la tribuna donde más se luce e influye) le permitiría al macrismo maximizar sus fortalezas y minimizar sus puntos débiles.
Por lo pronto, los candidatos tendrían una mayor libertad de acción. Se podrían concentrar en discursos con foco en la gestión y Lilita abocarse al ítem "corrupción", arremetiendo con su habitual estilo furibundo contra Cristina y Massa.
Si a los señalados por Carrió ya les resultaba difícil defenderse de sus acusaciones durante la gestión anterior, de cara a lo que viene les resultará aún más, ya que el contraataque contra una figura que goza de simpatía pública puede tener un efecto boomerang.
Algo que sí va quedando muy en claro es que la operación de Lilita es un hecho político sumamente importante, más allá de que haya recibido rápidamente el alta.
La presentación pública de la Mesa Nacional de Cambiemos -y su evaluación sobre la situación del país- dará la medida de hasta dónde se ha expandido su influencia durante los meses del nuevo gobierno.
Mientras tanto, ella deberá decidir qué adicción le resulta más difícil de abandonar: el cigarrillo o la cruzada contra el peronismo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario