miércoles, 23 de noviembre de 2016
MACRI YA NO BAILA
TERRIBLE 2DO. SEMESTRE
Macri no se arrepiente de este amor, pero está enojado y ya no lo baila al ritmo de Gilda
Mauricio Macri transcurrió su primer aniversario como presidente electo sin aquella alegría con baile y los globos celestes y blancos que volaban arracimados en Costa Salguero al oficializarse el resultado del balotaje, enojado con la coalición Cambiemos, con algunos ministros que lo decepcionaron, con el jefe de la bancada en Diputados, Emilio Monzó, que denuesta a su gurú Durán Barba, con los que le cuestionan a Marcos Peña, con Sergio Massa y el círculo rojo que le instalaron una polarización para las elecciones 2017, con los empresarios conocidos de siempre, que aumentan los precios, no invierten, quieren pagar menos impuestos y acuerdan condiciones laborales excepcionales en el mundo con una vieja dirigencia sindical que lo acosa, junto a los piqueteros, con el fantasma de los estallidos de diciembre. Los desafía a debatir sobre el gasto público, devuelve los regalos. La edición iberoamericana de El País sopla la primera velita con el viento de una crisis que ve agravada.
Mauricio Macri, presidente de la Nación.
La portada de la edición continental de El País de España no le canta precisamente un “happy birthday to you” a Mauricio Macri al cumplir un año del triunfo en el balotaje que lo llevó a la presidencia y sí le pregunta dónde quedó la revolución de la alegría que proclamaba. A lo que un suelto de La Nación parece complementar remarcando los exóticos regalos que recibió y donará, mientras El Cronista Comercial rescata del discurso que pronunció, coincidente con la conmemoración, ante la UIA de que confía en una pronta recuperación, a la vez que desafió a detractores ajenos y a dispendiosos de la propia tropa que se trenzan en campañas de la generosidad fiscal a que se sienten a debatir qué gastos recortar ante un déficit primario que se disparó al 183%, como le recordaron los diarios económicos.
No se lo notó muy feliz al Presidente en el primer aniversario de su consagración. Un recuadro en la tapa de La Nación que sintetiza la columna de opinión de Joaquín Morales Solá lo dice todo: “No está conforme con la economía”.
Justamente, visado por uno de sus ministros más cuestionados, acaba de poner sobre la mesa, pero la de entradas del Congreso, su postura para la reforma de ganancias, que a todos (propios y ajenos) sorprendió por ser más mezquina de lo esperado. Subir 15 y no 17% como había trascendido el mínimo no imponible, dejar en el 35% el techo de la escala (porque más se chocaba con la Constitución) pero reducir las deducciones. Por fuera, Alfonso Prat-Gay (con cara de pocos amigos) anunciaba que a los medios aguinaldos que vienen no les retendrán el impuesto.
La presentación qu e hace Clarín de la definición del gobierno en cuanto a ganancias es que, tras la concesión para con el sueldo anual complementario, las rebajas de las escalas de la cuarta categoría se pasan para 2017: si las paritarias perforan la hipótesis presupuestada de inflación, la diferencia deberá reintegrarse en parte con la gabela.
Puede ser una actitud firme, pero con el escenario electoral en ciernes se parece más bien al viejo truco de tirar abajo un precio como punto de partida de un regateo en puerta, lo que sería más apropiado a mercaderes de Estambul que a dirigentes que deben asegurar un marco serio de discusión a una política de ingresos que viene contaminada por la inflación. Y, en este caso, distorsiona el poder adquisitivo de la llamada población activa en blanco, la mayoría representada en una especie de galgódromo al que no le llegó la franja legislativa de clausurado con la que sueña el Pro: es la arena en la que los jadeantes salarios corren contra los afilados precios que se llama convenciones colectivas de trabajo.
Fue revelador que desde la vereda del Frente Renovador hayan traducido al proyecto oficial como un piso para empezar a hablar.
El tema sería cuándo: las matemáticas indican que el tira y afloje quedará para el período extraordinario de sesiones, o sea dentro de un par de semanas, porque la Casa Rosada, aunque no cuente con un colegio de “escribanos” propio del otro lado de la avenida de Mayo, como sus anteriores moradores, logró reagrupar a la tropa del Pro, y a los ponchazos como pudo alineó a Cambiemos para interponerse al tándem ganancias-emergencia social que Sergio Massa metió por la ventana de la Cámara baja para este jueves 24/11. Se contentar á con hacerle la clásica verónica dentro del recinto, como los toreros, porque puertas afuera no pudo evitar que el aliado mediático Clarín le marcara la cancha, del modo que no quería, para las elecciones venideras: una polarización con Massa en vez de la atomización peronista que acariciaba el asesor Jaime Durán Barba en su bola de cristal. El influyente multimedios prefiere ver presa, o aniquilada políticamente, a Cristina Fernández de Kirchner antes que arriesgarse a que su nombre aparezca en la boleta única, sea electrónica o impresa, según emerja de una pretendida reforma electoral que también está en veremos.
El Frente Renovador aspira a atraer atrás a la diáspora peronista que dejó el kirchnerismo, como hizo en el ensayo de orquesta en el Senado, cuando demostró que podía meter a todos detrás del petardo que ofrendaba a la marcha conjunta de las dos CGT's con las organizaciones sociales un K no lacamporista, como Juan Manuel Abal Medina. Por algo las huestes de Máximo Kirchner se bajaron de la movilización callejera para sentar diferencias.
Sin embargo, el lado oficialista de la polarización con Massa que opera el círculo rojo no asegura permanecer tan incólume que digamos y le sobrevuela el fantasma del síndrome Frente Grande modelo 2000 por los pasillos del Palacio del Congreso. El responsable del bloque, Emilio Monzó (de reciente pasado justicialista), tuvo que desmentir que se iba, ratificar su directa, pero aparentemente no incondicional, lealtad a Macri y hasta proponer que sean integra dos en el gabinete ex compañeros suyos con los que hacían karaoke de la marcha con el disco de Hugo del Carril.
Aduce que la dueña del rating en la alianza gobernante, María Eugenia Vidal, anda en lo mismo, pero habría que aclarar que es a nivel de relaciones con los intendentes más que con reparto de cargos.
Un blanqueo de más ceros pero con los de siempre
Tanta esgrima dialéctica tropieza con la fría realidad de los números, cuando de intereses económicos se trata. Entre el sinceramiento de efectivo en los colchones, sociedades, cuentas e inmuebles, como enumeran La Nación y El Cronista en sus principales titulares, el blanqueo dio en la etapa inicial US$ 22.000 millones a la vista, cifra de la cual un tercio es plata contante y sonante perdida en los anuncios de la prensa sobre la fuga de divisas de los buenos tiempos del doble comando entre los cruzados (hasta por sus desavenencias) Axel Kicillof y Guillermo Moreno.
"Ese dinero, que estaba en poder de 108.623 ciudadanos, ingresó al sistema bancario local a través de 49 entidades, y ahora puede convertirse en inversión, ahorro, consumo", destacó el administrador federal de ingresos públicos, Alberto Abad. Habrá sido, como destacaron junto con el ministro de Hacienda y Finanzas, una conmovedora demostración de confianza, pero no mucho mayor que la de hace unos años, con la poco amigable para los mercados CFK, se juntó con los Cedines.
Los estudios contables por estos días trabajan a destajo, como suele suceder en las vísperas de las presentaciones de DDJJ de ganancias después de las vacaciones, con el emprolijamiento de los balances fiscales de la clientela que sinceró en cumplimiento de las exigencias bancarias de certificación fiscal de buena conduc ta a la mitad de la población que opera en blanco. A Abad le gustaría bajar un poco la presión para invitar a los clandestinos a sumarse a las ofertas, los “Ahora” 12 o 18, los descuentos, las tarjetas, el dinero electrónico, los créditos hipotecarios, y los beneficios de “pertenecer”, que como decía un recordado slogan de American Express, “tiene sus privilegios”.
La ola de sinceramiento fiscal no es sólo recaudadora, según consignan los diarios especializados en titulares “múltiples choices”. La industria automotriz, que cierra uno de los peores años de la historia reciente, reclama una reforma impositiva que reduzca la participación del Estado en el precio de los autos, que orilla el 50%.
La UIA le pidió otro tanto a Macri con los aportes previsionales, que entre patronos y obreros, andan más o menos por ese porcentaje. Y así círculo rojo y redes sociales insisten en que la presión de los impuestos es insoportable, a lo que el Presidente devuelve mecánicamente con la respuesta de discutir también los gastos, y les retransmite la inquietud que suelen manifestarle los potenciales inversores que lo visitaron, le demostraron simpatía y le desearon suerte: el atentado a la productividad que representan los costos laborales generados por las condiciones excepcionales acordadas para los convenios colectivos que no se ven en ninguna parte del mundo. Hasta los empresarios chinos se confiesan asimétricos por más que son gobernados por el partido comunista.
Ante tanta enjundia, Clarín reserva un amplio espacio esperanzador en su portada, con la prueba exitosa del primer páncreas artificial hecho en el país, los desafíos al mito de la belleza, que la tristeza no es una enfermedad y por lo tanto no debe automedicarse y, en la foto del día, que a los 41 y siendo presidente de un club exitoso como Estudiantes de la Plata, la “Brujita” Verón entrena con todo para volver a vestirse los cortos el año que viene aunque para cumplir con una promesa de dirigente: vender palcos.
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