miércoles, 9 de noviembre de 2016
PRENSA Y TRUMP
EL DÍA DESPUÉS
“Trump triunfó”, una redundancia que dejó atónita a la prensa nacional
Ni la tabla del cero de Macri (a la pobreza y al narcotráfico) ni el muro de Trump para segregar a México son promesas de campaña pasibles de comprobación empírica. Pero confirman que, en democracias modernas sin utopías para ofrecer ni debates ideológicos auténticos, las campañas electorales se dirimen en la credibilidad simbólica que despiertan entre la gente slogans políticos que catean más las ilusiones y los miedos ciudadanos que la satisfacción de demandas concretas. Trump triunfó (valga la redundancia idiomática) y “sorprendió”. Menos a propios y ajenos, a decir verdad, que a nuestros “vendedores de humo” mediáticos. Es cierto que dejó mudos a los mercados, que le hicieron sordina con una baja como precoz bienvenida. Pero no marca tendencia, sino que forma parte del juego de la especulación financiera. Y, para no ver sólo la paja en el ojo ajeno, el Presidente electo desmintió a nuestra prensa escrita vernácula, que al cierre de las ediciones no se resignaba y, lejos de intentar analizar la distribución y las características de la posición sentada en las urnas por casi 150 millones de ciudadanos, se puso a conjeturar acerca de la repercusión que podría tener en el mundo, como si cada voto electrónico o de papel contuviera la opinión de cada quien sobre la condición de potencia excluyente que tiene su país en el concierto internacional. ¿Decodificaron acaso los analistas las consignas provocadoras de Trump respecto de la realidad que le tocará administrar ya instalado en la Casa Blanca, cuando ni él debe tenerlo tan claro? Las tapas de los principales diarios argentinos pontifican, antes que desmenuzan, en torno de un resultado electoral que, a la medianoche, al cerrar las ediciones, asomaba inexorable y dejó pegadas todo el día las letras de molde.
Las tapas principales de este miércoles 9/11.
Cuando arrancaron las rotativas de los diarios, un sordo rumor escapado quizá de la falla de San Andrés parecía retumbar en las paredes de los talleres gráficos del sur de la Ciudad de Buenos Aires donde se imprimen los dos grandes “de bandera”, Clarín y La Nación.
Era de noche en Estados Unidos cuando Donald Trump, haciendo honor al significado de su apellido en inglés, inscribía las iniciales del triunfo en los principales distritos de la costa oeste y en Florida. Así como Hillary Clinton mandaba a su gente a dormir casi como un tácito reconocimiento del resultado electoral y sugestivamente repartía agradecimientos, los editores de este lado austral del continente daban forma al título con el que amanecerían los ejemplares impresos y situaban al mundo como sujeto ineludible de las consecuencias del por ese momento ya irreversible tránsito del candidato republicano a la Casa Blanca. Clarín habló del inicio de una era conmocionante, término con el que coincidió, finalmente, con Página 12, y La Nación del vilo, pero ambos globalizaron las urnas estadounidenses.
De los especializados, El Cronista Comercial reflejaba la pesadilla que vivían los mercados, que habían descontado en la víspera el “trump” de Hillary, y asociaba la “sorpresa” con que recibieron los resultados parciales al cierre de la edición, pero que parecían ya inamovibles.
En Ámbito directamente se frotaban los ojos y planteaban la esperanza de un final abierto, que ni siquiera avalaban las Bolsas que iniciaban la ronda hemisférica global en Asia sacudiendo hacia abajo los pulgares y los “cuernitos”.
BAE Negocios pagó el precio del cierre tempranero que le exige la entrada en máquina y se fue de pista con el título siguiendo las operaciones de prensa que desde temprano dirigían desde el comando demócrata y confirmaban el “favoritismo” (palabra que usó el matutino que afirma ir “hacia un capitalismo nacional”) de Hillary. Para enmendar la plana, el director periodístico, Fernando Alonso, habrá tenido que madrugar para escribir un comentario inteligente y subirlo a la web: vinculó el mensaje de las urnas de la primera potencia occidental con el Brexit europeo.
La xenofobia, el racismo, el autoritarismo, el proteccionismo, el clasismo, asociadas a la propuesta transgresora de campaña de Trump, no son convicciones que hayan guiado la mano “estadista” de quienes lo votaron entre los aproximadamente 150 millones de ciudadanos que definieron quiénes los representarán en el colegio electoral, sino más bien constituyen expresiones de impotencia ante la pérdida del famoso “sueño americano”.
Una vez instalado en la Casa Blanca, el nuevo Presidente, con mayoría republicana en el Parlamento, tendrá que ver, caso por caso, la facti bilidad de las metafóricas promesas de construir muros en la frontera con México, de seguir los acuerdos con China o la presencia rectora de EE.UU. en los bloques comerciales, como el Tratado del Pacífico, redelinear los límites de la apertura planetaria que encaró Obama como política exterior, incluida la relación con Cuba, revisar si la Reserva Federal antepondrá una política monetaria acorde con los estados que la integran o velará por la tasa de interés global.
Por ahora, llamó a la unidad de su país y prometió que gobernará para todos.
Lo que tarde en mostrar el verdadero rumbo del gobierno será el tiempo en que excitará el espíritu especulador de los mercados, donde los inversores se concentrarán para ir haciendo sus catarsis mientras “otros” pagan el costo de los ajustes por venir. Ya lo decía Vilfredo Pareto en su “óptimo” del siglo XIX: para que unos ganen otros tienen que perder. Aunque los primeros sean pocos y los segundos mayorías, la suma igual dará cero.
Vigilia en Manhattan
La Nación le dedicó toda su tapa al análisis de una elección en Estados Unidos que, al momento de arrancar la rotativa, aún no había recibido los sufragios de Alaska, dada la diferencia horaria de un cuarto de día. Por lo tanto, tuvo que manejarse con la condicionalidad del caso.
Clarín, en cambio, no pudo con su genio y a la foto y el título del día con Trump como protagonista, le agregó un zócalo a la portada con su habitual prédica: el freno de un fiscal a la denuncia de Nisman, que el empresario K Cristóbal López vendió parte de Oil para pagarle a la AFIP y un comentario del máximo editor del diario, Ricardo Kirschbaum sobre la naturalización del delito dedicado también a la militancia judicial K.
En la redacción del matutino seguramente hay carteles con la leyenda “Wanted” para el editor que en la víspera había elegido como foto principal de la tapa una de archivo del debate, en la que Trump aparecía aplaudiendo a su contrincante Hillary que levantaba sus brazos en señal de victoria.
Para los medios especializados en economía, tras la sorpresa y desazón que trasuntaron al titular las definiciones en los comicios de USA, volvieron al ruedo local con el dólar que quedó debajo de la línea de los 15 pesos y con la concesión que hizo el BCRA de reducir la tasa de interés, al fijarle el 26,25% a las Lebacs. El Cronista Comercial le agrega una cita de Federico Sturzenegger, en la que asegura que para cumplir el objetivo de inflación falta menos que antes, lo cual no coincide con la impaciencia de denotan los economistas ante la tozudez del titular del Banco Central de no bajar más las tasas de interés. BAE Negocios prefiere enfocar la decisión de la autoridad monetaria más por el lado de evitar que siga cayendo el dólar, aunque en un comentario que incluye en la parte superior de la tapa alude al comun icado oficial, que justifica la medida en la opinión de las consultoras sobre la inflación antes que en el efecto que podría tener en la economía real. A un costado, brinda un dato contundente en un recuadrito destacado: que las empresas no sólo no invierten, sino que desde que se levantó el cepo giraron al exterior US$ 727 millones.
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