sábado, 22 de agosto de 2009
PASIÓN DE MULTITUDES
Segunda Opinión - 22-Ago-09 - Editorial
Pasión de multitudes
por Héctor B. Trillo
“...que además secuestren los goles hasta el domingo aunque pague, como te secuestran la palabra o te secuestran las imágenes, como antes secuestraron y desaparecieron a 30.000 argentinos..” Cristina Fernández.
Naturalmente estamos de sobra acostumbrados al surrealismo de nuestros políticos. Pero nunca pensamos que la cosa podría llegar a tanto.
Que una empresa que celebró un contrato con la Asociación del Fútbol Argentino secuestre goles, incluso palabras y hasta imágenes puede resultar una actividad monopólica pero de ninguna manera tiene relación con la barbarie sufrida en el país durante los llamados años de plomo.
A esto se suma la aparición de un libro de una ex senadora víctima del terrorismo de Estado cuestionando seriamente la cifra de 30.000 desapariciones, más la patética respuesta de un ex integrante de los grupos terroristas que asolaron al país en los años 70 (con una carencia argumental notable), más el hecho de que no todas las desapariciones fueron de argentinos, sino que también desaparecieron extranjeros.
En verdad, el párrafo del discurso de la presidenta es el clásico recurso del ventilador, que nos recuerda un acto escolar al que asistiera uno de nuestros hijos en celebración del Día de la Bandera. Allí, en lugar de interpretarse la marcha A mi bandera, o tal vez Aurora u otra cualquiera de las que oíamos en nuestra infancia, las autoridades resolvieron reemplazarla por un tema interpretado por Teresa Parodi que habla entre otras cosas de que ellos se robaron todo...hasta la primavera.
¿Quiénes, pa, se robaron todo? inquirió mi hijo, por entonces de sólo 6 añitos. Obviamente mi respuesta fue que le preguntara a la maestra, que por supuesto no tenía pálida idea de qué contestar. La señora presidenta recurre a un sofisma por el estilo al afirmar que te secuestran la palabra, te secuestran la imagen, como antes secuestraron y desaparecieron (hicieron desaparecer, sería lo gramaticalmente correcto)...¿Quiénes?
Acá podemos establecer una división: la palabra y las imágenes por ejemplo las secuestraban ciertos gobiernos militares, y también los gobiernos de Perón, tanto los de los años 50 como los de los 70. En cambio el secuestro y la desaparición de personas en la Argentina estuvo en manos de grupos parapoliciales, como la Triple A, grupos terroristas como los Montoneros o el E.R.P. y organizaciones en general integradas por ex militares y ex policías que secuestraban gentes para cobrar simplemente un rescate sin finalidades políticas. Estos son ejemplos, aunque la presidenta al mencionar el cliché de los 30.000, centralizó la demanda, como cuando dijo que el Amazonas era solamente brasileño hace algo más de un año. Hoy en día se repiten modalidades de secuestros por parte de bandas armadas únicamente interesadas en cobrar rescates.
Es recordado por ejemplo el secuestro de los hermanos Born, por cuya liberación se pagaron nada menos que 60 millones de dólares de la época (años 70) que fueron derivados a Cuba, con la complicidad y el beneplácito del comandante Castro, que dicho sea de paso ha sido sucedido por su hermano sin que a nuestros demócratas funcionarios se les moviera un pelo mientras se rasgan las vestiduras a tambor batiente por el caso hondureño.
Pero volvamos al fútbol. La AFA, de la mano de su treintañal presidente Julio Grondona, firmó en su momento un contrato con una empresa privada a la que le otorgó lo que ahora la presidenta define como el monopolio de la transmisión del fútbol. Con independencia de eso haya sido efectivamente así (y lo fue), lo cierto es que ningún funcionario del actual o del anterior gobierno hizo las denuncias ni la ahora independiente Justicia actuaron de oficio para que se aplicara la ley de defensa de la competencia. Bueno sería que la señora nos explicara por qué.
Como también sería interesantísimo que el Sr. Julio Grondona nos dijera por qué motivo se calló la boca ante semejantes afirmaciones de la Sra. presidenta, que incluso puso en un plano de igualdad a terroristas asesinos con su propia persona, la de Grondona, que fue el firmante del contrato que secuestró palabras e imágenes.
Sin embargo, allí los vimos juntos, y si nos apuran hasta revueltos, a Grondona y la Dra. Fernández, en cadena nacional, además, para anunciarnos una fecha histórica en la que se lograba por fin que todos los habitantes del país tuvieran garantizado el derecho a la recreación de manera gratuita.
Como perla este derecho es incomparable. Porque habría que remontarse a la prehistoria tal vez para encontrar que la diversión y la recreación resultaran gratuitas. Porque hasta los espectáculos en la vía pública son pagos mediante el democrático sistema de pasar la gorra.
Porque siguiendo este curiosísimo ¿razonamiento? estaríamos en condiciones de preguntarnos por qué razón no es gratis el cine, el teatro, los parques de diversiones y, ya en el paroxismo, el ingreso a los estadios de fútbol. Es más, por qué hasta ahora y desde el advenimiento de la televisión nunca se televisaron todos los partidos de primera división en canales abiertos. Y es bueno recordar que los canales 2, 9,11 y 13 datan de los años 60.
Ahora bien. En verdad todo el mundo sabe que nada es gratis en esta vida. Por lo tanto alguien habrá de pagar para que los aparatos de televisión de todo el país difundan todos los partidos de fútbol. Y ese alguien es el pueblo, claro está. Todos nosotros.
Y hete aquí que los 800.000 que hasta ahora venían pagando por el servicio codificado, dejarán de hacerlo. Una bizarría increíble.
Es como si al intentar ingresar a un cine, por ejemplo, el encargado de controlar nuestras entradas nos dijera: no pague, que el servicio es gratuito para que Ud. pueda gozar del beneficio de la recreación.
Todo debería ser gratuito, ¿no? Pero nada lo es, insistimos. El absurdo de que casi un millón de personas está dispuesta a pagar por el fútbol televisado pero que el brindador del servicio opte por dejar de cobrarle pinta de cuerpo entero el modelo felliniano elegido.
La verdadera historia de todo esto es que el Estado argentino sigue violando impunemente los contratos entre privados. Porque si bien es cierto que el contrato entre la AFA y la empresa encargada de televisar los partidos de fútbol es, en verdad, bastante cuestionable, lo cierto es que los cuestionamientos deben ser hechos donde corresponde.
Pero este gobierno decadente, autoritario y torpe, no ha tomado debida nota todavía del berenjenal en que está metiendo al país. Mientras la presidente arma frases como la del inicio de estas líneas, que es una verdadera afrenta a la memoria de las víctimas del accionar perverso de un gobierno militar, proyecta sobre la sociedad toda la idea de que la culpa de lo que nos pasa la tienen ciertos sectores, denominados genéricamente ricos; sectores en los que no se incluye ella, su marido y sus amigos empresarios, beneficiados hasta el hartazgo por el amiguismo y el nepotismo reinantes.
Si la señora presidenta ha tenido el tupé de dirigirse a los ricos con argumentos tales como que no le vamos a quitar sus mansiones sin tomar en cuenta que como presidenta de la Nación no puede ni siquiera insinuar semejante barbaridad, sino que además ella y su esposo se cuentan también entre los tenedores de mansiones que multiplicaron su patrimonio a expensas del capitalismo que denuestan. Y no han repartido un peso de su bolsillo que se sepa.
Es todo tan penoso como obvio.
Mientras, el fútbol, la pasión de multitudes según el recordado José María Muñoz, se ha convertido en el nuevo circo para que la población se divierta un poco y se olvide de las penurias económicas, sociales, de seguridad, sanitarias, educativas y varios etcéteras.
Y encima, toda esta parafernalia populista se hace de la mano y con la connivencia del titular de la A.F.A., que en su discurso parecía recién arribado al planeta Tierra, cuando todo el mundo sabe lo que ha sido su gestión en los últimos 30 años, y también sabe el rol que ha venido ocupando en materia de transmisiones televisivas.
Ahora estamos donde estamos. Hundiéndonos en la irresponsabilidad de personajes nefastos, dentro y fuera del gobierno. Absurdos, maniqueos, estereotipados, prepotentes, agresivos, soberbios. Decididamente estúpidos en su concepción si es que tienen alguna.
HÉCTOR BLAS TRILLO
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