martes, 24 de noviembre de 2009
RELACIONES PELIGROSAS
Río Negro - 24-Nov-09 - Opinión
http://www.rionegro.com.ar/diario/2009/11/24/editorial.php
Editorial
Relaciones peligrosas
Que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner se las haya arreglado para ser "amiga" de sus homólogos el venezolano Hugo Chávez y el israelí Shimon Peres puede considerarse una hazaña diplomática ya que, como ella sabe muy bien, el primero es un aliado estrecho de otro mandatario, el iraní Mahmoud Ahmadinejad, que con cierta frecuencia se proclama resuelto a borrar del mapa el país del segundo. Para más señas, nuestro gobierno está entre los adversarios más vehementes del régimen teocrático iraní por tener muy buenos motivos para creer que estuvo detrás de los atentados sanguinarios contra la embajada de Israel y la sede de la AMIA. Sea como fuere, en este ámbito por lo menos, Cristina ha resultado ser un tanto más hábil que el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, el que no ha vacilado en invitar a Ahmadinejad a visitar su país antes de seguir viaje a Bolivia y Venezuela. Parecería que Lula, entusiasmado por la idea de que Brasil está destinado a ser una de las grandes potencias de mañana, ha querido recordarles a los norteamericanos que, como le dijo Cristina a Peres, "nadie nos elige los amigos", lo que sería razonable si el enfrentamiento de Estados Unidos e Israel con Irán se debiera sólo a diferencias menores, pero sucede que es una consecuencia lógica de la agresividad extrema del régimen clerical, de su respaldo a varias organizaciones yihadistas de aspiraciones genocidas como Hizbollah y Hamas y, sobre todo, de sus esfuerzos por construir un arsenal nuclear propio que le permitiría concretar las amenazas feroces que continúan formulando sus dirigentes contra "el ente sionista".
Puesto que no han prosperado los intentos del presidente norteamericano Barack Obama por congraciarse con el régimen iraní, absteniéndose de criticarlo por la represión salvaje de las protestas callejeras que siguieron a elecciones presidenciales claramente fraudulentas en que, según la versión oficial, triunfó Ahmadinejad, es de prever que en los próximos meses se agrave mucho la situación en el Medio Oriente. Aunque Obama parece suponer que poco cambiaría si los iraníes consiguieran pertrecharse de bombas atómicas, tal eventualidad significaría una derrota humillante para Estados Unidos y la Unión Europea, pondría en peligro mortal la existencia misma de Israel y desataría una carrera armamentista furiosa en la parte más explosiva del planeta, razón por la que no puede descartarse la posibilidad de que los israelíes, con la aprobación tácita de sus vecinos árabes, opten por lanzar en cualquier momento un ataque preventivo contra quienes no han disimulado su voluntad de destruirlos. También podría estallar una nueva guerra entre Israel y Hizbollah que, según se ha informado, gracias a los iraníes ha adquirido misiles capaces de alcanzar blancos en Tel Aviv y Jerusalén desde sus bases en el Líbano. En tal caso, el conflicto sería con toda probabilidad mucho más destructivo que el de agosto del 2006, que dejó en ruinas zonas de Beirut dominadas por los yihadistas chiítas.
Así las cosas, puede entenderse que no sólo los norteamericanos sino también muchos otros se sientan sumamente preocupados por los acuerdos militares entre la Venezuela de Chávez y el Irán de Ahmadinejad. Temen estar ante una reedición de la crisis de los misiles en Cuba que en 1962 puso al mundo al borde de una guerra nuclear. Aunque Irán no es comparable con la Unión Soviética de aquel entonces en cuanto a su poderío convencional y nuclear, a diferencia de los líderes comunistas los fanáticos iraníes juran estar más que dispuestos a inmolarse en una "guerra santa" contra los judíos y "los cruzados" occidentales, de suerte que sería riesgoso confiar demasiado en su racionalidad. Convendría, pues, que todos los gobiernos latinoamericanos que no se sienten comprometidos con el antinorteamericanismo rabioso -y el antisemitismo disfrazado de antisionismo- de Chávez actuaran con suma cautela, negándose a brindar a los iraníes motivos para suponer que podrían convertirse en aliados de su causa, ya que de producirse más guerras en el Medio Oriente de resultas de la beligerancia de Irán, los vínculos de Chávez con el régimen encabezado por Ahmadinejad podrían impedir que en esta oportunidad la región lograra mantenerse alejada de las operaciones militares.
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