lunes, 19 de julio de 2010

CRISTINA Y LAS CRUZADAS


CRISTINA Y LAS CRUZADAS

Por el Lic. Claudio Valdez (*)

¿Sabrá la presidente argentina “Cristina” que su nombre significa “cristiana”?. Que Cristo murió en la cruz y que “Cruzadas” es el calificativo con el que fueron conocidas reiteradas y heroicas expediciones de “luchadores y militantes” por la causa cristiana, también entendida como “causa del mundo occidental” en épocas en que Europa se enfrentaba a un potente imperialismo identificado como “el Islam”.

Aquellos convencidos “luchadores y militantes” portaban “el signo de la cruz” como distintivo y guerreaban por lo mismo que lo hicieron, lo hacen y seguirán haciendo todos los pueblos del mundo: lograr su espacio territorial, el predominio de sus intereses y el mantenimiento de sus modos de vida y bienestar.

Nuestra “Cristina”, que ostenta un doctorado chino “honoris causa” recientemente recibido, se atrevió a cuestionar desde “la pagoda oriental” a sus propios padres, que fueron quienes eligieron el “nombre de pila” que la identifica (suponiendo que haya sido cristianamente bautizada).

¡Claro!, seguramente ella supera a sus padres en aptitudes oratorias, pero esto no la convierte en mujer superior: por las disputas verbales en que sola se involucra demuestra oportunismo, malintención, perversión e incluso necedad. Una mujer de bien encontraría la forma de lograr predicamento, sin agraviar a sus ancestros ni a la cultura del país que le dio posibilidad de ser persona.

Deja muy en claro que no comprende la historia de los propios antepasados europeos y sin necesidad, para los resultados de la “misión comercial que se encontró integrando en China”, despotricó desde allí contra los sacrificios realizados por miles de empeñosos “cruzados” (integrantes de las campañas militares contra el mundo musulmán durante la edad media).

No satisfecha con denostar el pasado y pretendiendo valorizar un pervertido e incierto presente, del que se siente artífice, acusó a “la Inquisición” omitiendo con hipocresía a los más contemporáneos Estados policiales de China comunista, del Castro comunismo en Cuba con un “Che” Guevara incluido, de Corea del norte y de Irán. Olvidó asimismo al no tan lejano aparato represor soviético, mutado en “nuevos servicios” que aún no dejan de operar.

Intentando propagandizar supuestos derechos de minorías contraculturales, no escatimó oportunidad para cuestionar a la Iglesia Católica Apostólica Romana por su franca oposición a los despropósitos de la demagogia partidista en La Argentina.

El entretenimiento de los poderes del Estado en “cuestiones de franca irrelevancia” y la insistente acción sobre la opinión pública a favor de perversiones y necedades reclamadas por minorías de inadaptados sociales, ponen en evidencia la desatención dirigencial ante las responsabilidades políticas demandadas por los difíciles problemas que acosan al país.

Irónicamente, a pesar de los discursos escuchados, todos sabemos que “Alá es grande y Mahoma su profeta”; todos sabemos que siempre hubo “maricones y marimachos”; todos sabemos que “cultura es la forma de vida sentida y compartida por la población”, además de que toda “minoría extraña” solo tiene capacidad para importunar la necesaria evolución social.

Ningún “doctorado honoris causa”, ni siquiera nuevas extraviadas leyes políticas disponen de capacidad para “modificar a capricho” las verificadas, y siempre verificables, “leyes sociales”. Estas describen y explican “la relación necesaria derivada de la naturaleza de las cosas”. Mariano Moreno, precursor revolucionario en nuestra Buenos Aires de 1810, anticipando los devaneos que sobrevendrían, señaló: “Hay verdades tan evidentes que se injuria a la razón con pretender demostrarlas”.

Temeraria irresponsabilidad gobernante es falsificar, mediante interpretaciones disparatadas, la herencia cultural e histórica de la humanidad. Mucho más la de nuestra gente.



(*) Crónica y Análisis publica el presente artículo del Licenciado Claudio Valdez por gentileza de su autor.

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