jueves, 29 de octubre de 2009

A LO JUAN MOREIRA


Con el facón de Juan Moreira

http://www.notiar.com.ar/contenido/opinion/opi_9707.htm#1

por Omar López Mato

Nadie puede separar la figura de Juan Moreira de la política nacional, nacieron carne y uña, el uno para el otro, aunados por una trágica historia de desencuentros: el fraude, el matonismo, la prepotencia, el engaño y la traición.

Apenas muerto en un prostíbulo de Lobos, donde calmaba su instinto de hombre solo, el nombre de Moreira convirtió en leyenda.

Eduardo Gutiérrez le dio letra al drama del matón, que a punta de facón se encargaba de convencer a los tibios y de eliminar a los díscolos, hasta que su exceso de vehemencia lo convirtió en un instrumento incómodo para sus mentores.

Al gaucho mal entretenido le soltaron la mano y lo dejaron solo frente a la justicia, que en nuestro país le gusta correr con el pingo del comisario, espiar bajo la venda que ocluye sus ojos y hacer trampas con la romana.

Hijo de un mazorquero que se había convertido en un estorbo para los rosistas, Juan Moreira repite, sin saberlo, el trágico destino de su padre.

Al conocerse la muerte de Moreira, la gente se precipitó para ver el cadáver del famoso matón, que yació insepulto por varios días para satisfacer la morbosa curiosidad de sus antiguas victimas.

Sus hazañas se hicieron mito y el mito se hizo letra. Moreira fue el símbolo de una época de política teñida de sangre, la democracia impuesta a fuerza de puñaladas, que evolucionó hacia otras formas más sutiles de presión, menos sanguinarias pero más efectivas, como las mañas del famosos Cayetano Ganghi, que se alzaba con los documentos de los finados, convirtiéndose así en un definidor de elecciones, gracias a los dos mil documentos que atesoraba y entregaba al mejor postor.

La ley Sáenz Peña pretendió poner fin a estas costumbres fraudulentas, pero como todo en este país, hecha la ley, hecha la trampa, que no son tan obvias, ni violentas pero no por eso menos distorsivas o peligrosas, como esta que se cocina con la premura de un fast food, pero que ya despide un tufillo sospechoso.

Como dice el amigo Silva Ortiz, nunca vimos un lobo garantizando que las ovejas pasten en libertad.

No es poco lo que se juegan en las próximas elecciones. De ganar el oficialismo tendremos lo peor de lo mismo. La sola mención de esa posibilidad desvela a una enorme mayoría.

De perder, espero que aún exista algo que conocimos en tiempos pretéritos, algo que se llamaba Justicia, escrito así, con mayúscula y creo –si no me falla la memoria que se escribía con “c” y no con “s”, ¿verdad?

¿Qué trampita nos deparará la nueva Reforma Política?

Aunque algunos creyeron durante los días posteriores al 28 de junio, que el estupor inicial del patagónico era su certificado de defunción, el tiempo ha demostrado que estaban equivocados.

Cual Drácula del subdesarrollo, está dispuesto a levantarse de su sarcófago para continuar con su ingesta de glóbulos rojos.

Kirchner pretende hacer de su retirada una victoria, restando puntos al peronismo disidente.

Al parecer (aunque sólo lo sabremos a ciencia cierta cuándo se haga el anuncio oficial), para ser candidato a presidente, se deberá ser reconocido por los 24 distritos con un porcentual a especificar.

¿Podrán los piruchos rebeldes llegar a esos guarismos? Hmmm... Quizás nuestro Vlad Tepes autóctono esté preparando la vuelta al bipartidismo para enfrentarse con el radicalismo, pensando al igual que lo hizo Charlie en su momento, que le será más fácil ganarle a los radicales o en caso contrario, dejarle un país más ingobernable que el que recibió Fernando de la Rua.

Herederos del caos, al que le toque domar al redomón estará en graves problemas. Los desmemoriados de siempre dirán “¡Qué bien que estábamos con Néstor y Cristina!” y el patagónico piensa que podrá volver aclamado para poner en orden el zafarrancho que él mismo creó. Más de lo mismo.

Ahora, si estamos esperando que saquen las listas sábanas o tengamos voto electrónico, me parece que vamos a esperar sentados. Y para colmo el gobierno piensa controlar la pauta publicitaria. Lobo ¿estás?... me estoy poniendo las urnas.

La política argentina se encuentra varada en el ’45 ¡Al siglo XXI no llega ni en carromato!

Se avecinan tiempos tormentosos (bueno, ¿cuándo no los tuvimos?), los multimedios acorralados sólo pueden redoblar su apuesta, ya que la prolongación en el gobierno del conde de las tinieblas surero es su condena a muerte. Redoblarán sus ataques buscando todo resquicio donde puedan vislumbrar un atisbo de incorrección, tarea que no es difícil en el maremágnum de desprolijidades kirchneristas.

A lo largo de los próximos meses veremos un interminable desfile de corrupciones, pret a porter o hechas a medida, buscando la bala de plata o la estaca que se clave en el corazón sulfuroso del conde de Santa Cruz para hundirlo de una vez por todas en el infierno, o mejor aún, en Devoto.

Mientras tanto seremos testigos de una lucha de enemigos íntimos.

Los representantes del pueblo debatirán entre gallos y medianoche esta reforma política de sutiles connotaciones. Ya se deglutieron la Ley de Medios. ¿Qué nos espera?

¿Una vez más triunfará el sinestorismo? ¿Quién se dará vuelta cómo un panqueque? ¿A qué provincia habrá que beneficiar para que salga la ley? ¿Cuánta plata costará la triquiñuela del Drácula de los glaciares?

Como vemos, lo único que ha cambiado desde Juan Moreira a la fecha es que el facón ha mutado en ley escrita empujada por la premura de las necesidades y entre ellas la necesidad de eternizarse para evitar sanciones, o en todo caso, negociarlas con los más débiles. ¿Un nuevo “pacto de Olivos”? ya vimos esa película de terror, Frankenstein contra Drácula en el país de los muertos vivos. Ay ¡Qué miedito!.

Moreira fue parte del fraude y murió traicionado. Años más tarde el cuerpo del gaucho matrero fue desenterrado y su cráneo regalado al doctor Tomás Perón, prominente médico de Lobos y a su vez abuelo del general. Resulta que el Dr. Perón era un frenólogo amateur, estudioso de esa pseudo ciencia que pretendía descubrir los secretos de la mente a través de los accidentes óseos del cráneo.

A pesar de los detallados análisis que realizó el Dr. Perón, no halló un accidente anatómico que justificara la violencia fraudulenta del gaucho renegado. Tal fue su desconcierto, que le envió el cráneo de Moreira al Dr. Ochoa, el frenólogo más avezado de la Argentina. Éste llegó a la conclusión que el tal Moreira era un hombre común y corriente, que había caído en la delincuencia por los azarosos y traicioneros caminos de la política.

Quién sabe si dentro de unos años al estudiar los cráneos de los ideólogos de esta reforma política podremos descubrir ese esquivo centro que el abuelo del gen eral Perón no pudo encontrar.

No hay comentarios: