martes, 27 de octubre de 2009

PRESIDENCIABLE


Señor “presidenciable”



“Hoy Discépolo resulta un optimista

“con las cosas que tenemos a la vista”

Eladia Blázquez





Estimado señor:



Como se nos ha enseñado desde los lejanos días de “Instrucción Cívica”, esa materia hoy olvidada de nuestra currícula secundaria, la relación que vincula a los ciudadanos-electores con los ciudadanos-elegidos es un mandato, a punto tal que, al Presidente, se lo denomina “primer mandatario”.



Esta institución define el deber que asumen éstos de representar a aquéllos, con el límite de las “instrucciones” que reciben, plasmadas en la plataforma que los votantes escogen al momento de concurrir a las urnas, entre toda la oferta electoral.



Ahora bien; la realidad, especialmente en los últimos siete años, nos muestra que, en Argentina, el mandato que reciben los electos sólo significa la forma en que acceden al poder y que, una vez sentados en sus sillas –sean éstas el sillón de Rivadavia o la banca en Diputados o Senadores, y aún de los gobernadores o legisladores provinciales- olvidan rápidamente los compromisos asumidos cuando firmaron el contrato de mandato y lo ejercen a espaldas de sus mandantes y en contra de la voluntad de éstos.



Este conocimiento generalizado por parte de la ciudadanía llevó a que, en la crisis de 2001/2002, el grito de la calle fuera “¡Que se vayan todos!” , aún cuando hoy esos ‘todos’ estén en sus puestos, como si nada hubiera pasado.



Y esa situación de desilusión y desesperanza es la que anida en la sociedad en su conjunto, que castiga a don Néstor y a doña Cristina con un 80% de opinión negativa, pero tampoco lo premia a Ud, señor “presidenciable”, con altos índices de aprobación.



Como estoy convencido que la política sólo puede practicarse a través de partidos políticos, se me ha ocurrido escribirle esta carta, a fin de proponerle un método que le permita recomponer, al menos en su caso, la relación de confianza que debe ser la norma entre quienes lo votamos y Ud.



Se ha visto que resulta imposible hacer converger –al modo del tan remanido Pacto de la Moncloa- a todos los partidos y a sus candidatos, ni siquiera para la mera enunciación de las políticas de Estado necesarias para que Argentina, finalmente, se transforme y comience a recorrer un camino de progreso que fue interrumpido hace años, constituyéndola en el paradigma del fracaso, inexplicable para cualquier observador.



La idea que le propongo es bastante sencilla pero, hasta ahora, nadie parece haber reparado en ella.



Le sugiero, señor “presidenciable”, que, una vez definida su plataforma política la cual, obviamente, debería contener un camino a recorrer para solucionar cada uno de los grandes temas nacionales –educación, salud, seguridad, defensa, justicia, ley electoral, impuestos y coparticipación, relación con el mundo, y cualquier otro que se le ocurra-, concurra con todos sus adherentes y asesores a la Escribanía General del Gobierno de la Nación –o de la provincia de que se trate- y transforme esa plataforma en una escritura pública mediante la cual Ud. asuma el compromiso irrevocable de cumplirla.



Luego, debería Ud. dar a publicidad el contenido de esta escritura, en todos los medios gráficos de la circunscripción en la que pretenda postularse, y repetir esa difusión mensualmente, incorporando en cada caso las nuevas firmas que hayan insertado quienes adhieran a la propuesta, incluyendo a ciudadanos de a pie y a eventuales candidatos.



Ese público compromiso permitiría que la sociedad estuviera habilitada para ejercer, de verdad y en los Tribunales, la acción que su juramento le ofrece: “si así no lo hiciera, Dios y la Patria me lo demanden”. Además, obviamente, castigaría con todo el rigor del caso a los futuros “borocotizados” por la Banelco oficial, ya que éstos estarían incumpliendo un contrato concreto.



Estoy convencido que, con este sencillo método, Ud. conseguiría no solamente el fervor de quienes comparten su plataforma y sus ideas, sino la aprobación de quienes hoy se sienten decepcionados por el triste panorama que presentan la política y quienes pretenden representarlos.



En serio, ¿puede Ud. imaginar qué país distinto sería la Argentina del futuro si todos sus competidores lo imitaran y siguieran su ejemplo?



Con todo afecto,



Bs.As., 27 Oct 09
Enrique Guillermo Avogadro
Abogado

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