Hay coincidencia para las elecciones presidenciales de octubre, que el cinturón del Gran Buenos Aires es determinante para alcanzar el poder. Mayoritariamente está estructurado por poblaciones que van desde la clase media baja, hasta las de las precarias villas de extrema indigencia, dominadas en las últimas seis décadas por intendentes y caudillos políticos -muchos de ellos vitalicios- que paradójicamente son de la extracción política que predica la justicia social. Todos conocemos la metodología de compra de conciencias a los que son sometidos. Es irónico que ciudadanos en ese estado, se encolumnen detrás de quienes los mantienen marginados. Es como si el miedo los mantuviera en un estado hipnótico que les impide emanciparse de los ilusionistas electorales. Lo contradictorio es que cuando pueden ejercer su posibilidad de buscar un cambio, no lo hacen. ¿Realmente su voluntad es vivir siempre en el estado en que están? ¿Hay alguna forma de ayudarlos a salir de la hipnosis? Seguro que sí. Pero quienes pueden hacerlo los necesitan en el estado en que están, para mantener tan perverso sistema político de dominación.
Emilio Zuccalá
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