martes, 28 de abril de 2009
DESELECCIONES
LAS DESELECCIONES
Por Jorge Omar Alonso
Como expresión de la crisis política en el País se ha instalado un sistema autoritario, con una población sumida en la anomia y la desintegración social. La movilización de las masas solo es llevada a cabo por piquetes conformados por agrupaciones sediciosas en las que marchan encapuchados blandiendo garrotes.
Se ha construido una democracia formal con la presencia de un líder populista que ejerce ilegítimamente el poder supremo de la Nación, poniéndola en vilo al bastardear sus instituciones y sus leyes con su perverso juego de intereses mezquinos.
Inconscientemente ha implantado una política de devastación a una sociedad que ha sido dividida tajantemente, cuando es tarea de todo conductor sellar la unidad del pueblo y cerrar viejas heridas en vez de abrirlas inútilmente. Demás estar decir que a esto ha contribuido la miopía intelectual colectiva, que posibilitó comprender los males que acechan a la República y que la conducen a una profunda crisis terminal.
La descomposición a esta altura de los actuales acontecimientos huele muy fuerte y la destrucción de los valores al socaire de una gran miseria intelectual, se propaga como irremediable metástasis por todo el cuerpo de la República.
De todos modos no se avizora en el horizonte una oposición que pueda poner freno a tanta ambición. Nada podemos esperar de las “deselecciones”(Pierre Rosanvallon) del 28 de junio. Estas serán menos una oportunidad de optar entre distintas opciones porque no las hay, y entonces el juego electoral será simplemente para eliminar (de allí el término) y no para elegir. No existe “EL” candidato que despierte entusiasmo en la ciudadanía. Todo es vana alquimia de intereses en la que el interés supremo de la Nación no está en primer lugar. Juego de mezquindades y miajas entre postulantes sin credibilidad. Es un verdadero plebiscito convertido en farsa eleccionaria.
No existen programas de gobierno, solo viles campañas de ataques personales y denigraciones del adversario. Nada de ideas. El ciudadano solo dispone de una boleta de “rechazo”, no de elección. Al fin de cuentas entonces votará por el menos malo. Al traste con aquello de “sepa el pueblo votar”.-
CYA
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