jueves, 28 de enero de 2010
HIPÓTESIS DE CONFLICTO
El triunfo de la nueva derecha chilena comienza a modificar el escenario estratégico. El drama de Haití influye en el problema, pues el islamismo extremista tiene objetivos en el continente. Una pregunta cobra forma: ¿peligra la unidad territorial Argentina...?
Por Carlos Manuel Acuña
En un trabajo anterior señalamos que el triunfo de la nueva derecha chilena modificaría el escenario estratégico continental y hoy, a varios días de ese importante acontecimiento, las primeras palabras del victorioso Sebastián Piñera parecen ratificar este nuevo rumbo del mapa latinoamericano. Por un lado, el malestar indisimulado de las izquierdas o del populismo que aún mantienen el poder político en algunos países de la región, corrobora este aserto que desde Santiago el propio Piñera, con inteligencia y cierta sutileza, trata de colocar en un terreno lejano a posibles conflictos futuros. Por el otro, el alicaído presidente socialista de Venezuela recogió el guante después que el propio Piñera se adelantó a señalar que su gobierno se colocaría en las antípodas del chavismo, lo cual ha servido, entre otras cosas, a delimitar quien es quien en Latinoamérica. Concurrentemente, Chávez, con su economía en vía de destrucción, es poco lo que tiene para poder amenazar. El armamento adquirido especialmente a Rusia y que formó parte de los arsenales soviéticos, requiere una tecnología de mantenimiento y de uso, de sólida y novedosas preparación de la que el caribeño carece. En los hechos, se trató de millonarias operaciones con importantes comisiones en el medio, un asunto que sus externos aliados iraníes conocen bastante bien.
Ahora, los simpatizantes del Socialismo del Siglo XXI saben que Hugo Chávez sólo cuenta con el respaldo de los coloridos indigenistas Correa en el Ecuador y Evo Morales en Bolivia, Lugo en el Paraguay y la verborrágica Cristina Fernández en la Argentina, pero lo más importante de este cuadro es que las anteriores alianzas y respaldos mutuos se han modificado, sin olvidarnos que el ex tupamaro Mujica hizo que el Uruguay tomara distancia de este asunto. Piñera pasó a encontrar identificaciones con el Perú, el otrora tradicional aliado argentino y en particular con la orientación doctrinaria de su presidente Alan García y casi en un mismo acto, hasta tuvo palabras de elogio para con la Argentina, su vecino más importante con el que su país siempre tuvo roces significativos. De hecho, el antiguo aliado de Chile, Ecuador, ubicado a la espalda de los peruanos, gracias al indigenista Correa formado en universidades occidentales, pasó de aliado a ser un oponente ideológico.
Es en el campo militar donde la política externa tiene expresiones concretas, tema que es importante para nuestro país que unilateralmente resolvió desarmarse pese a los peligros que entraña una decisión de tamaña naturaleza. Chile ha crecido notablemente en tecnología y material militar que la ha colocado dentro de un primer plano en la materia. A la inversa de lo que hicimos nosotros, reforzó y amplió su Armada a la que posiblemente le incorpore un portaviones y más submarinos, su Fuerza Aérea posee y poseerá aviones de combate de gran capacidad y autonomía y hasta cuenta con un Awack, el espía volante que además sirve para mejorar las comunicaciones y dictar preavisos en caso de conflicto -por ejemplo, el resguardo de la ruta de los grandes petroleros que navegan en el extremo Sur- o si se produce un enfrentamiento drástico contra el comercio de la droga. Las fuerzas terrestres igualmente se han vuelto más poderosas y le aseguran el control interno (lo que incluye a los mapuches) y de sus fronteras en términos inimaginables. El asunto no sólo es importante en si mismo sino que se adecúa a los manejos estratégicos de la región donde junto con el desarrollado Brasil que por múltiples razones lleva la delantera en la materia, miran a la empobrecida Bolivia donde comparativamente hablando sus Fuerzas Armadas no existen desde ningún punto de vista. Muchos se preguntarán “¿y por casa cómo andamos?”, interrogante válido pero que tiene algunas excepciones: aquí hay persistencias todavía útiles y vivas, especialmente entre los más jóvenes.
Una pregunta para el Kirchnerismo
Allí, en el Altiplano, Morales, entretenido en retroceder varios decenios con su nueva constitución indigenista pergeñada por el verdadero presidente, el marxista homosexual, blanco y formado en el exterior, García Linera, carece de capacidad no sólo para incidir geopolíticamente, sino también y primordialmente, para sacar a su país de la pobreza. El gas, el litio y otros minerales convertidos en sus únicos armamentos estratégicos, son insuficientes para permitirle un juego operativo independiente y por lo contrario, constituyen una tentación para quienes necesiten de esos rubros y tengan la fuerza suficiente para crear las condiciones que les permita adquirirlos... o apropiarse. Por ejemplo, todo indica que así sucederá si Morales persiste en su proyecto marxista para quitarles las tierras a los productores de la región sureña más progresista, con hondos sentimientos rioplatenses y simultáneas tentaciones brasileñas.
Es aquí donde el caso argentino adquiere la categoría de tragedia, pues la destrucción de las Fuerzas Armadas corre paralela a otro problema que aparece en el horizontes: la posibilidad de un desmembramiento territorial, tema espinoso y doloroso, al que nadie quiere mirar pero que día a día se alimenta mediante las restricciones financieras impuestas por los restos del poder central y los avances de una inseguridad interna que amenaza con descontrolarse. Hace muchos años, sectores de la inteligencia europea trazaron mapas con estos vaticinios lo que permite preguntarse si el kirchnerismo es tan sólo un accidente indeseable, un castigo generado por nosotros mismos o bien son personajes que responden a otros objetivos además del enriquecimiento personal, tarea a la que también se dedican con esmero.
La hipotética ruptura geográfica del territorio nacional es otra cuestión a la que nadie quiere referirse con palabras claras y concretas y que posee otro componente adicional como es el cierre de unidades militares que otrora constituyeron centros de consumo, afianzaron la presencia en el lugar, dieron aliento a los requerimientos comerciales e intervinieron en la cultura y el fortalecimiento espiritual de quienes vivían en sus áreas de influencia. Al respecto y casi como al pasar -lo decimos así pues su importancia merece un análisis por separado- debemos nuevamente señalar que la supresión del servicio militar contribuye, entre otras cosas, a la inseguridad general, al descontrol de los niveles juveniles que carecen de restricciones y formación, favorece la intromisión de la droga y forma parte de un proceso más amplio que forma parte del estado de descomposición en que se ha colocado a la sociedad argentina.
Los avances del extremismo islámico
Para concluir por hoy, es indispensable incorporar a este análisis el problema de la organizada penetración islámica en todo el continente. Además de operar desde los Estados Unidos hacia el sur, además de la Triple Frontera los operadores del extremismo islámico actúan en determinados lugares con marcada preferencia, lo que responde a un previo estudio estratégico de la composición social y la situación económica de los pobladores. Así, nos encontramos con activistas de ese origen que se desenvuelven con el respaldo del chavismo y otros grupos concurrentes que incluso ya se encuentran en la Argentina y responden a distintas denominaciones y siglas. Todos pueden ser identificados con la izquierda más avanzada lo que suele estar atado con definiciones de simpatías pro Iraníes -¿acaso no lo dijo entre nosotros un favorito del oficialismo como es Luis D'Elía?- y la organización de operaciones muy ordenadas y constantes que comprenden a distintos grupos, especialmente aquellos de menor nivel cultural.
La reciente tragedia ocurrida en Haití abrió un importante campo de acción para esta tarea que llegó al país fallido bajo el disfraz de ayuda humanitaria. A igual que miles de docentes y médicos cubanos que se desempeñan en Venezuela o venezolanos que actúan en la Argentina, un objetivo específico de la infiltración islámica son las poblaciones negras y carenciadas. El caso haitiano se ha convertido en un objetivo de primera importancia que apela a las inclinaciones animistas de los sufrientes pobladores y las supercherías con que llenan sus vidas sin futuro. Tal vez por ello, las autoridades norteamericanos se han mantenido tan rígidas en el mantenimiento del control y seguridad de la tarea benéfica que se desarrolla con motivo del terremoto, que ha dejado a centenares de miles de personas sin techo y sin alimentos. Ofendidos, los franceses que algo tuvieron que ver con Haití, censuraron en un primer momento las restricciones norteamericanas a sus operadores que llegaban con ayuda, aunque los últimos días se caracterizan por el silencio con que se trata a la fricción surgida especialmente en el aeropuerto de Puerto Príncipe. Pero esto es casi una anécdota. Lo importante reside en la constancia y fortaleza con que se despliega la infiltración, lo que ocurre en el Paraguay, los impulsos que llegan a los Movimientos de los Sin Tierra y ya que estamos, obviamente al problema que poco a poco se va conformando dentro de núcleos de la población negra del Brasil.
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