lunes, 25 de enero de 2010

BANANEROS


Nuevo Encuentro - 25-Ene-10 - Argentina

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La fórmula infalible para convertirse de
potencia económica en república bananera

Cuando Barack Obama empezó su gestión, Cristina Kirchner, desconectada de la
realidad como siempre y entusiasmada por los cambios que prometió el flamante
presidente progresista, dijo arrogantemente: "parece que Obama leyó a Perón".

por José Brechner

"Ninguna situación es tan grave que no sea susceptible de empeorar"
-Federico II de Prusia

Cuando Barack Obama empezó su gestión, Cristina Kirchner, desconectada de la realidad como siempre y entusiasmada por los cambios que prometió el flamante presidente progresista, dijo arrogantemente: "parece que Obama leyó a Perón".

No hay necesidad de leerlo para destruir un país, aunque sin duda ayuda. Cualquiera que conozca la historia argentina, comprende que la mayoría de las desgracias sufridas por su pueblo son obra del peronismo. Más no es el único culpable, su tradicional contraparte, el radicalismo, que difiere más en la forma que en el fondo, fue el iniciador del hundimiento económico argentino.

¿Qué sucedió en la Argentina para que de la opulencia pasara a ser uno de los países más atrasados?

A principios del Siglo XX, Argentina era una de las naciones más ricas del mundo. Sólo Estados Unidos podía competir con ella. Fue bendecida con una tierra fértil, ríos navegables y un puerto marítimo accesible. Su nivel de industrialización era superior al de muchos países europeos. Tenía trenes, automóviles y teléfonos.

En 1916 un nuevo presidente fue elegido; Hipólito Irigoyen, que fundó el Partido Radical bajo el eslogan "cambio fundamental". En su propuesta se encontraba el seguro mandatorio de pensión, el seguro de salud, y el soporte a la construcción de viviendas baratas para estimular la economía. En palabras simples, el estado asumió obligaciones que no le competen y tuvo que generar nuevos impuestos para cumplir sus promesas.

Con el aumento de fondos para cubrir sus gastos, los sueldos a los empleados públicos fueron muy generosos y la maquinaria estatal creció tanto que sobrepasó a los ingresos de los impuestos. Rápidamente el estado se quedó sin dinero para continuar su plan de subsidios.

Pero la estocada de la muerte vino con la elección de Juan Domingo Perón, de extracción fascista corporativista, que se concentró en destruir a los ricos y fomentar el populismo con las clases medias y bajas, creando masivos programas sociales y formando monstruosos sindicatos.

Los elevados impuestos y la retórica progresista perduraron después de Perón y el gobierno siguió creciendo más allá de todo límite.

En 1989 explotó la hiperinflación. Fase final de un proceso caracterizado por el proteccionismo industrial, redistribución de la riqueza basada en elevados impuestos y mayor intervención estatal en la economía.

La práctica gubernamental de imprimir dinero para pagar la deuda pública destruyó la economía. La inflación llegó a 3.000 por ciento, el país se hundió en el caos.

Para 1994 el fondo de pensiones había colapsado. Los impuestos a los salarios aumentaron de 5% a 26%, pero no fue suficiente. Implementaron el IVA, nuevos impuestos a los ingresos, y un impuesto personal a la riqueza. Eso destruyó al sector privado dañando aun más la economía.

Se ensayó un intento gubernamental controlado de privatización para salvar a los pensionados, pero para 2001 esos fondos fueron consumidos por el gobierno y la Argentina entró en default por no tener con qué cubrir los bonos del estado.

Para 2002 la irresponsabilidad fiscal llevó a una crisis similar a la Gran Depresión norteamericana.

En 1902 Argentina era uno de los países más ricos del mundo. Cien años después hace contorsiones para cubrir sus deudas en medio de la sequía.

Es la película de siempre. Es la ideología progresista que no ha dado resultados positivos en ningún lugar jamás en la historia, porque lo que toca el estado termina en bancarrota.

La Argentina actual es una caricatura folclórica tercermundista. Cristina no se atreve a viajar a China por no dejar el país en manos de su vicepresidente de quien desconfía, destruyendo oportunidades comerciales por más de 3.000 millones de dólares.

Quiere destituir arbitrariamente al presidente del Banco Central que siendo juicioso y responsable, no le permite que use las reservas del Tesoro para pagar deudas.

El gobierno en vez de hacer un cambio estructural y girar hacia el centro, que es lo único que puede salvar a la Argentina, sigue empecinado con su vetusto y pernicioso peronismo, hoy enarbolando la bandera de la ultra izquierda, haciendo que el país caiga vertiginosamente por el precipicio.

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