sábado, 23 de enero de 2010

SERVILES



GENIA.. DE UN MITIN DE SERVILES

Por Jorge Omar Alonso

"¡Genia!", le gritó alguien del público. Ella, la Presidenta, sonrió, y dijo: "¡Yo qué voy a ser genia, ojalá! Si fuera una genia haría desaparecer a algunos como hacen los genios".

Estupor total.

Suele suceder cuando se habla, se habla, se habla mucho.

Se puede ser víctima de una verborrea feroz

Esto de evacuar continuamente desde el atril convertido en inodoro de sus desmesuradas incontinencias, se le ha vuelto en contra a la Cristina.

Flor de gazapo se mandó con eso de las desapariciones.

Ya es escatológico este escenario, desde donde se hace escarnio del vicepresidente, los jueces y todo adversario que se le ponga a tiro a la “genia”

Toda esta desmesura, todo este zafarrancho de vituperios contra los “enemigos” del régimen, no hacen más que mostrarnos las señales del próximo fin.

Como dicen los chicos: a la “genia” se le “soltó el collar”.

Esto me hace acordar a esas peleas de verano de los famosos mediáticos que refleja la televisión.

Y para que no falte de nada como en almacén de ramos generales, ahora está la frustrada visita a China.

Suspensión que a no dudarlo tiene otros motivos que no son los declarados.

Pero ha venido muy a propósito para victimizarse, frente a los estúpidos de esa claque que le escucha toda esa perorata chirle desde el pupitre infame.

Esta es la clase de dirigentes que nos gobierna.

Es esta calaña hostil pronta al saqueo de las instituciones, que ha hecho de la política no la vocación o el sentido de sus vidas, sino la conquista y sojuzgamiento de la Nación.

El connubio presidencial tiene el arte de trastornar la fe pública con palabrerío inútil y razones mediocres.

Saben utilizar esa retórica sofística tanto desde el atril por cadena nacional como desde el palco de un “meeting”, para adoración de la masa de serviles que los escuchan arrobados.

Es grave nuestra decadencia porque no se entiende que la democracia es la aceptación de la competencia pacífica y el compromiso.

Claro está que resulta ilusorio creer que todo se pueda resolver por medio del compromiso, cuando se está en presencia de un régimen autoritario.

No obstante es bueno recordar lo que sostenía Montesquieu, que el principio de la democracia no era la virtud sino el compromiso.

Nosotros como ciudadanos lo tenemos para con la Nación.

¿Qué nos señala ese compromiso? Batir a la tiranía.

Estamos en presencia de un régimen oprobioso, que hace del hostigamiento y la provocación todo un ejercicio de poder.

Es por lo tanto necesaria la unidad nacional para derrocar a esta tiranía.-

(*) Crónica y Análisis publica el presente artículo de Jorge Omar Alonso por gentileza de su autor.

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