domingo, 5 de febrero de 2012

OBSESIONES OFICIALES




Cuatro temas cuatro

La Presidenta fija su vista en Moyano, Scioli, la re-reelección y el ajuste. Desmemorias y un increíble reclamo a la AFIP.


Por Nelson Castro

04/02/12 - 10:48


HAY FUEGO EN TUS OJOS.... Cristina Fernández. DIBUJO: PABLO TEMES.
Moyano. Scioli. El ajuste. Y la re-reelección. He ahí los cuatro asuntos clave que ocupan al Gobierno en este momento de esplendor en el poder.

Lo de Moyano ya no tiene vuelta atrás. En realidad, hace tiempo que ya no tiene vuelta. Las declaraciones que el líder de la CGT hizo en el programa Con voz propia, de Gustavo Sylvestre, más la difusión de la carta a la Presidenta, más el asado del viernes, fueron acciones que implicaron un certificado de defunción para cualquiera que se hubiera ilusionado con alguna posibilidad de recomposición de las buenas relaciones entre el líder sindical y el Gobierno. Amado Boudou y Julio De Vido tienen buena relación con Moyano, a quien enviaron mensajes por los cuales lo invitaban a bajarse del ring. Se ve que aún no lo conocen. Se sabía que la comparación de la frase de estos últimos tiempos que aplica el Gobierno –la de “sintonía fina”– con cualquier cosa que tuviera que ver con el menemismo enojaría a la Presidenta.

El primero que lo sabía era Moyano. El cometido se cumplió: al escucharlo, Cristina Fernández de Kirchner enfureció.
Antes del 10 de diciembre de 2011, Moyano tenía pensado dar un paso al costado en la conducción de la CGT. Eso, al menos, es lo que le escucharon decir algunos empresarios que todavía mantienen una buena “sintonía fina” con el Gobierno. Desde entonces, las cosas han cambiado. Ahora Moyano quiere quedarse por otro período, cuatro años más. El asado en la CGT fue un primer paso. En ese universo sindical en el que conviven sus leales, su enemigos de siempre y los que van mostrando su deseo de abandonar el barco, el líder camionero ya sabe que con los Gordos no cuenta. Ya sabe que tampoco con la poderosa UOM y que con la UOCRA la cosa está inestable. Con el líder de los taxistas, Omar Viviani, que hasta aquí era casi como su álter ego, las cosas tampoco están bien. Alguno de los que comienzan a distanciarse le critican su acercamiento a la CTA y los gremios de izquierda, como el de los subtes. “Si seguimos por ese camino, nos quedamos sin la CGT”, le advierten esas voces. A Moyano esto no lo sorprende. Lo que sí sabe es que el Gobierno puede llegar a usar muchas herramientas en su contra. De ellas, las causas judiciales son las más fuertes. Lo que sí es seguro es que Moyano no volverá a la conducción del PJ bonaerense. Eso se lo dirá a Scioli en una próxima reunión. Al respecto, un dato curioso: ante el deseo expresado por Scioli de pedirle a Moyano que retirara su renuncia, el ministro del Interior, Florencio Randazzo, salió a hacer saber que el kirchnerismo no quiere que eso ocurra.

“Cuando se presenta la renuncia es para irse”, sentenció el ministro, quien debe de haber tenido un lapsus de su memoria, ya que olvidó que Néstor Kirchner también supo renunciar a la presidencia del PJ tras la derrota de 2009, para después reasumir su cargo. Como ya se sabe, en el kirchnerismo estos problemas con la memoria son habituales.

Moyano y Scioli se encontraron por última vez en septiembre. En esa reunión, el líder sindical escuchó al gobernador que le confesaba que la Presidenta le había dicho que él –Scioli– era su delfín para el 2015 y que tenía que “bancarse” a Gabriel Mariotto como futuro vicegobernador sin preocuparse. No se sabe qué le respondió Moyano. Lo que sí se sabe es cómo está actuando Mariotto. Por lo pronto, lo primero que salta a la vista es que en el kirchnerismo lo de Julio Cobos ha hecho escuela.

En realidad, el vice bonaerense parece ya un cogobernador. Y sus diferencias con Scioli son indisimuladas. El último episodio ha sido el acto en José León Suárez, donde se recordó y se reclamó justicia por el asesinato a manos de dos policías de dos jóvenes de la villa La Cárcova, Mauricio Ramos y Franco Almirón, tras el descarrilamiento de un tren cuya carga, sobre todo de alimentos, fue tomada por los pobladores. La policía reprimió a mansalva.La versión que apañó el Ministerio de Seguridad provincial fue que la gente había hecho descarrilar al tren a propósito, lo que la pericia desmintió: el tren descarriló por el desastroso estado de las vías. Desde ese punto de vista la crítica de Mariotto es impecable: los nichos de corrupción de la Policía Bonaerense siguen florecientes. Pero quedarse en eso es ignorar el sentido político que esta actitud del vicegobernador conlleva. “Le está pegando en el corazón de su gestión”,
reconocen fuentes del sciolismo. Alguien que lo conoce muy bien al gobernador advierte: la relación privada de Scioli y Mariotto es buena. ¿Y entonces? Ese es uno de los asuntos que desconciertan a quienes no terminan de saber qué es Scioli y qué es lo que en verdad quiere.

Mientras tanto el ajuste avanza. La quita de subsidios se extiende como una mancha de aceite. La dimensión de su impacto lo tendrá la ciudadanía cuando haya que pagar las cuentas. Hoy la fiesta todavía sigue. Lo del SUBE ha sido y es una vergüenza. La improvisación de su instrumentación ha dejado expuesto un nivel de maltrato que nadie merece.

De nada de eso habló la Presidenta en su acto del miércoles en la Casa Rosada, transmitido por cadena nacional. Los actos de Fernández de Kirchner, en los que se expresa con aires de Susana Giménez –lo que le está dando buenos resultados–, se parecen cada vez más al Aló, Presidente, de Chávez. Los anuncios del aumento para los jubilados fueron buenos aunque insuficientes. En ese acto, la jefa de Estado dijo: “Le pedí al señor de la AFIP (sic) que me diera los sueldos aparentes de gerentes y demás”. ¿No es eso una violación del secreto fiscal? ¿Desde cuándo le está permitido a un presidente hacer eso?
También allí –y ya a manera de rutina– Fernández de Kirchner se quejó, una vez más, de la prensa. Macri veta y aumenta el costo del subte y nadie de los medios dice nada, fue el resumen de los dichos presidenciales. En las dos cosas, la Presidenta faltó a la verdad: las críticas en muchos medios a los vetos de Macri y al aumento del subte fueron contundentes. Por lo demás, a esta altura hay un parecido entre Cristina y el jefe de Gobierno porteño que es irrefutable: las cosas malas las hacen siempre los otros.

Guillermo Moreno se mueve como el verdadero jefe de Gabinete. Es él quien supervisa todo lo que hacen los demás. El doble e idéntico trámite que se les exige a los importadores con la AFIP y con la Secretaría de Comercio es también kafkiano. Por lo demás, a esta altura, hablar de Moreno dentro mismo del Gobierno es una rutina bastante similar a la que se escucha fuera de los despachos ministeriales.

Finalmente, la re-re-elección. El vicepresidente Boudou lo blanqueó ante una pregunta que le hizo Jorge Rial en su programa de radio. “Se necesitan cuatro años más”, fue su respuesta. Es lo mismo que se decía desde el menemismo cuando buscó forzar la re-reelección del ex presidente. ¿Se habrán olvidado en el kirchnerismo también de eso?

Producción periodística: Guido Baistrocchi

No hay comentarios: