sábado, 25 de abril de 2009
EMERGENCIA NACIONAL
Crónicas del desastre …
EMERGENCIA NACIONAL
“De lo que tengo miedo es de tu miedo …”
William Shakespeare.
Por dónde empezamos? … buena pregunta habida cuenta del caos reinante, producto de la desastrosa gestión de los dos peores gobiernos que jamás asolaron a nuestro querido País, broche de oro de la “democracia” pergeñada a partir de 1983 y en la que nadie en su sano juicio todavía cree.
Antes de que las plañideras de siempre inicien su acostumbrado festival de sollozos y quejas contra lo que afirmo, reitero lo que tantas veces dije: la democracia es solamente la forma de elección de los funcionarios de la gran olvidada de esta tragedia: la República, hoy ya fenecida y esto a tal punto que dudo mucho que nuestros jóvenes sepan siquiera qué es o tengan claro concepto de lo que ella significa.
Aquí el concepto de democracia solamente sirvió parta envilecer y finalmente destruir a nuestro otrora poderoso y respetado País, claro está que –al amparo de su constante advocación- se hicieron ricos o vivieron fácilmente y por años todos los malandrines habidos y por haber, con el agravante de su absoluta falta de idoneidad para desempeñar sus cargos que sirvió para acelerar el desastre.
Diremos a modo de recordatorio para aquellos que tienen mala memoria o que son demasiado jóvenes que -en este período (el democrático iniciado en 1983)- cada gobierno fue peor que el anterior, hasta culminar en la suprema vergüenza de los dos a los que me refería al principio aunque, quizá, deberíamos hablar de un gobierno (Néstor) y medio (Néstor – Cristina) … supremo insulto a las instituciones que nos hace figurar en el libro Guiness de los récords como el único país con sistema de doble comando.
La política es como un plato de masas finas… cuando recién lo traen a la mesa todos escogen las más delicadas pero –a medida que la sobremesa se prolonga- terminan resignándose y comiendo aquellas que nadie quería al principio, por simple necesidad. Aquí pasó lo mismo y si lo duda haga una lista mental de las sucesivas presidencias y se explicará fácilmente cómo llegamos a esto.
Hace pocos días falleció el primer Presidente del período “democrático” al que me refiero. Quiero aclarar que –como ser humano y como cristiano- lamento el hecho (“la muerte de todo ser humano me disminuye…” se acuerda? ), pero eso sin caer en el error tan común entre nosotros de creer que la muerte todo lo iguala y disminuye las culpas o de no advertir que la consecuencia de la pueblada provocada por el hecho sirvió para modificar el tablero político, resucitar al alicaído radicalismo (el ave Fénix era un simple aficionado, a la luz de tantas resurrecciones en la historia del partido), acrecentar la inmerecida fama de personajes como Cobos (su voto lo sacó del anonimato, aunque –en la ocasión- ni él mismo lo sabía) y “promocionar” en primera fila al dúo Alfonsín – Stolbizer, por el solo mérito de la portación de apellido.
No cometeremos aquí la torpeza de comentar los aciertos y los errores de aquel gobierno, no es ése el objeto de esta modesta nota, solamente recordemos que no pudo finalizar su mandato por la misma debacle económica que él mismo creó y que al llamado Pacto de Olivos, última joya de aquella corona, debemos la ruinosa reforma constitucional de 1994 que –entre otras cosas- eliminó los Colegios Electorales, posibilitando de esa forma que cualquiera que contara con algunos distritos del conurbano bonaerense se hiciera con el poder, por el solo y dudoso hecho del mayor número de votos. Si esta sola burla resume la esencia del sistema no vale la pena perder el tiempo en proseguir su análisis…
Los que lo sucedieron no fueron, como dijimos antes, mejores que el primero. Simplemente recordemos que –por obra y gracia de la dedocracia de turno- accedió al poder el inefable pingüino, con el menor porcentaje de votos de la historia (la mayoría prestados por su entonces mentor). Lo que siguió después está todavía fresco en la endeble memoria de los argentinos y -como colofón de esta triste historia- llegamos al doble comando de la cosa pública al que me refería al principio.
Un País en bancarrota, con su principal fuente de producción deshecha por el real capricho, en un mundo en plena crisis, víctima del más gigantesco engaño que se pergeñó nunca en todos los aspectos y el ocultamiento sistemático de la realidad, desde que ocho chicos mueren de hambre por día, con una desocupación creciente, una inflación soterrada e imparable, su moneda devaluada indirectamente por el manejo caprichoso del dólar, un porcentaje de pobres e indigentes aterrador y en constante aumento, en total déficit habitacional (¿se acuerda de las 700.000 viviendas prometidas?), con las escuelas y hospitales públicos pauperizados y la seguridad en una crisis tal que la población ha pasado directamente a ser rehén de los delincuentes y asesinos.
Amable lector, ya nadie duda de que –para nuestra corporación política- la pobreza, la ignorancia y el desorden son un magnífico negocio que le permite seguir encaramada en el poder, aunque esté en juego hasta nuestra integridad territorial.
El campo (olvidemos a las otras actividades productivas, nuestra Nación no creció por ellas y además están en progresiva e imparable bancarrota) enfrenta una realidad más que preocupante (en el último decenio el promedio de siembra de trigo fue de 6.000.000 de hectáreas, en la actualidad no llega a los 4.000.000 y la producción mermará aún más debido, entre otras cosas, al menor uso de agroquímicos por su precio exorbitante. La última cosecha –esto ayudado por la sequía- fue totalmente insuficiente) en lo referido a la soja, girasol, carnes vacunas y lácteos.
En tanto esto ocurre el circo político trabaja a tres pistas, con el solo fin de hacer variar las porciones de poder que cada uno detenta, aunque sin propuestas ni planes o políticas definidos para sacarnos del tembladeral… así vemos aparecer y desaparecer los acuerdos más descabellados, asistimos a la suprema burla y estafa institucional de los llamados “candidatos testimoniales” ( y el que no se presta va a la basura, según es norma en los “K”), se carga contra los “desertores” olvidando que más que eso son mercenarios políticos que se venden al mejor postor… en fin, a qué seguir.
Mucho se ha hablado en los últimos días de si el dengue es o no una emergencia nacional… los Kirchner son la verdadera emergencia nacional, la peor de todas, la más peligrosa y nos obstinamos en no verla, por desinterés, indiferencia o cobardía…negamos la realidad y ésta ha sido siempre una conducta suicida.
La frase de Shakespeare que escribí al principio nunca ha sido más cierta que ahora… con tal de mantenerse en un poder que asegura impunidad apelarán a cualquier método, sin trepidar en hacernos enfrentar entre hermanos si es necesario. ¿Seremos cómplices otra vez?
Justo Pastor AYARZA
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