jueves, 28 de mayo de 2009

CARTA A JUECES


Carta abierta a los jueces y envío a los secuestrados por la tiranía


Esta carta está dirigida a los jueces que tienen en sus manos la suerte de los militares y policías secuestrados por el régimen, ya sea en primera o segunda instancia, y a los ministros de la Corte Suprema que presiden todo el sistema judicial y tienen poder para hacer Justicia o cometer injusticias.

Por Cosme Beccar Varela

La escribo conmovido por la situación de los cientos de secuestrados en las cárceles de Kirchner. He recibido informes de la situación de los que están en Marcos Paz y en Bouwer, Córdoba. En esas cárceles, los allí encerrados son tratados con métodos de la Lubianka, la siniestra prisión de Stalin, violando, entre otras cosas, el art. 18 de la Constitución Nacional que dice: "Las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas y toda medida que a pretexto de precaución conduzca a mortificarlos más allá de lo que aquella exija, hará responsable al juez que la autorice". A fortiori, ese artículo se aplica a los que no son "reos" o sea, condenados por delitos, sino simplemente acusados por el odio de sus enemigos, sin pruebas y sin legalidad alguna.

Ese juez al que se refiere el art. 18 de la Constitución, son todos Uds. pues todos Uds. tienen poder para hacer cesar esas torturas cometidas contra oficiales que son mayores de 60 años -y algunos muy mayores-, pero aunque no lo fueran eso no disminuye en nada la perversidad de las torturas a las que se los somete.

No sé cual es la situación de los que están en otras cárceles, pero sea cual sea el trato que allí se les dé lo más grave es que están privados ilícitamente de su libertad. Y eso es inadmisible.

Con el agravante de que casi todos ellos están detenidos sin sentencia, con prisión preventiva desde hace 6 o más años, sin perspectiva alguna, hasta el momento de que sean tratados equitativamente por Uds. y en las mismas cárceles que los delincuentes comunes condenados.

Eso además de ser una iniquidad, viola el art. 313 del Código Procesal Penal (pésimo Código aprobado por los partidos peronista y radical como ley 23.984 en 1991, durante el gobierno de Menem). Ese artículo empieza diciendo:

"Excepto lo previsto por el artículo siguiente (de prisión domiciliaria) los que fueren sometidos a prisión preventiva serán alojados en establecimientos diferentes a los de los penados... Se podrán procurar a sus expensas las comodidades que no afecten el régimen carcelario y la asistencia médica que necesiten...".

Según los informes que he recibido y que me merecen fe, ninguna de esas condiciones se cumple y Uds. no pueden ignorarlo. Tampoco he sabido que alguno de Uds. se haya interesado jamás en averiguarlo.

Y en cuanto a la prisión domiciliaria, que sería lo normal tratándose de gente honorable y débil que no ofrece peligro alguno, Uds. saben que ha sido abolida en todos los casos por presión del Poder Ejecutivo ocupado por individuos que fueron guerrilleros o que simpatizan con ellos, y en todos los casos, están movidos por un odio insaciable reñido con la serena imparcialidad que deben tener siempre quienes están en el gobierno. Uds. se hacen partícipes de ese odio, o porque también lo tienen o porque temen al gobierno o a la prensa que lo atiza continuamente.

Hay un agravante. Es evidente que los militares secuestrados han sido substraídos a sus jueces naturales, como lo he demostrado en el artículo nro. 831 de "La botella al mar", del 20/2/2008, al cual me remito, y que, por otra parte, si cometieron algún delito ya fueron indultados por el Poder Ejecutivo o incluidos en la amplia amnistía dictada por el Congreso Nacional mediante la llamada "ley de obediencia debida", siendo que esta exención de pena también figuraba desde hace años en el propio Código Penal (art. 34, incisos 4to. y 5to).

Uds. saben muy bien que la "anulación" de esa ley por el actual Congreso carece de toda validez y menos aún para aplicarla retroactivamente a quienes ya se habían beneficiado de la amnistía anterior.

Todas estas iniquidades son notorias para cualquier estudiante de Derecho que conozca su materia, cosa que considero sobreentendida en el caso de Uds. No pueden ignorarlas y estoy seguro de que no las ignoran. Sin embargo, Uds. siguen manteniendo esta situación perversa que pone a las infelices víctimas de esa injusticia en una especie de "tierra de nadie" a la que no llega la esperanza, a no ser la que todos debemos tener en Dios misericordioso, que es también el Dios de las venganzas.

Es posible que si Uds. leen esta "carta abierta" la desprecien como el desahogo de un argentino cualquiera sin poder para restablecer la Justicia. Con eso Uds. estarían demostrando que lo único que les interesa es satisfacer a los que tienen poder y no cumplir con el deber de hacer Justicia. De otra manera no se explica la flagrante violación de las leyes nacionales y de los Tratados Internacionales (citados en el artículo 831 al que me remití) que están cometiendo.

Pues bien, si temen al poder les recuerdo que hay un Poder que está por encima de Kirchner, de Verbitsky, de Bonasso y de los medios de comunicación, y es el poder divino. Uds. algún día morirán y el Supremo Juez les pedirá cuentas estrechas por cada injusticia cometida. Deberán reparar el daño que han causado, pero ¿cómo podrán hacerlo cuando cada minuto de prisión injusta es un daño irreparable cometido contra cientos de personas y sus familias?

La amenaza divina que pesa sobre Uds. es tremenda. Dice la Sagrada Escritura: "Potentes autem potenter tormenta patientur" ("los poderosos padecerán potentes tormentos") (Libro de la Sabiduria 6-7).

En el libro de Isaías se lee: "¿Cómo la ciudad fiel y llena de justicia se ha convertido en una ramera? Ella fue en otro tiempo alcázar de rectitud y ahora lo es de homicidios. Tu plata se ha convertido en escoria y tu vino se ha adulterado con agua. Tus magistrados son rebeldes y van a medias con los ladrones: todos ellos gustan de regalos; corren tras el interés: no hacen justicia al huérfano y no encuentra apoyo en ellos la causa de la viuda" (Isaías, 1-21,22,23)

En el libro del profeta Daniel figura la increpación que éste les dirigió a cada uno de los dos jueces que hicieron condenar a la casta Susana falsamente, increpación que vale para todos los jueces inicuos:

"Envejecido en la mala vida, ahora llevarán su merecido los pecados que has cometido hasta aquí, pronunciando injustas sentencias, oprimiendo a los inocentes y liberando a los malvados, a pesar de que el Señor ha dicho: ´No harás morir al inocente ni al justo´" (Daniel 13-53).

Los jueces inicuos son especialmente censurados en la Revelación. Es la figura bíblica más odiosa. El Juez, que por definición debe ser el paladín de la Justicia, convertido en cómplice de la injusticia es tratado por los autores inspirados con especial severidad. El Juez es una figura de Dios, el Juez Supremo, y todos los pueblos de todos los tiempos así lo han considerado. Sólo por ser así pudo serles reconocida la potestad de ordenar la muerte, la perdida de la libertad o de los bienes de una persona. Por eso, el juez inicuo es un prevaricador horrendo que la humanidad entera execra. Es casi una blasfemia burlesca contra el Justo por excelencia, que es la Justicia misma por Su esencia divina.

No intenten decir que "se cometieron muchas injusticias en el tiempo en que los militares tenían poder" porque eso lo sabemos todos. Entre otras razones lo sé porque he sido víctima de eso en la persona de mi querido amigo Christian Vargas, secuestrado por un "grupo de tareas" y torturado. Y he sufrido con mi querido y recordado amigo Enrique Holmberg el asesinato de su hermana Elena, heroica patriota, a manos de otro "grupo de tareas". A pesar de eso, no guardo ningún ímpetu de venganza contra los culpables, aunque sospeche donde podrían ser buscados. Ha pasado mucho tiempo, hay enemigos mucho peores y sé muy bien que será Dios quien castigue a esos canallas.

Pero ocurre que hay un principio que Uds. conocen muy bien y es que no se puede condenar a nadie sin probar que ese tal en particular es culpable de un crimen. Mientras eso no sea probado, se presume su inocencia. Este principio elemental de justicia Uds. lo dejan de lado con una desvergüenza atroz y recurren al inicuo sistema de no terminar nunca los procesos ni sobreseer por falta de pruebas, manteniendo a los acusados en prisión preventiva indefinidamente o dictando sentencias contra algunos que son engendros jurídicos, como en el caso del Padre von Wernich.

Todos sabemos, también, que el gobierno de Kirchner está lleno de ladrones, pero jamás se me ocurriría, si fuera Juez, condenar por robo a cualquiera de ellos simplemente por formar parte de este gobierno.

En realidad no debieron abrir nunca esos procesos porque, como dije, todos están indultados o amnistiados o excusados por el principio de la "obediencia debida" que establece el Código Penal.

Espero que esta carta tenga efecto sobre las conciencias de Uds. y que, arrepentidos de vuestras iniquidades, comiencen de inmediato, sin miedo a la tiranía ni a la prensa que la sirve, a reparar el inmenso daño causado, liberando a los prisioneros del odio.

Si así no lo hicieren, tengan la certeza absoluta de que Dios y la Patria les pedirán cuentas. Si tuviera la desgracia de ser uno de Uds. temería más el juicio de Dios que el de la Patria, porque Él es quien puede mandar las almas de Uds., que son inmortales, al eterno fuego del infierno.

Con alguna esperanza en algunos de Uds. les saludo con la debida consideración

Cosme Beccar Varela

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