sábado, 30 de mayo de 2009
EL MOTÍN.....
El motín del empresariado fabril: “¿Tú también hijo mío?”
La decisión de Hugo Chávez de expropiar empresas del grupo Techint levantó una muralla de olvido sobre el publicitado caso de los niños maltratados en un hogar perteneciente a la Fundación “Felices los niños” que dirige el sacerdote Julio Grassi. Extrañamente, los tirios y troyanos que defendieron y atacaron respectivamente la labor del establecimiento y el accionar de la Justicia, han desaparecido de los medios de comunicación que frecuentaron hasta el cansancio en esos cercanos y pasados días de combate mediático. Con seguridad, algún oculto acuerdo entre partes hizo que se produjera el milagro de la reconciliación. Quizás fue simplemente magia política, la misma a la que se encuentran tan acostumbrados los argentinos
Pero el pase de mano de empresas argentinas en suelo venezolano al nuevo poder del socialismo del siglo XXI, que es tan antiguo como el socialismo del siglo XX, es la cuestión con la que hoy matamos el tiempo, de mayor envergadura, parece, que el aumento de los casos locales de gripe chanchuna. Llama poderosamente la atención que el empresariado fabril se haya pronunciado abiertamente en contra de la medida implementada por Chávez, por cuanto no se lo ha visto tan alterado cuando el socio “privilegiado” local tomó idéntica medida con empresas extranjeras radicadas en Argentina: Correo, Aguas, Aerolíneas, trenes, fondos de jubilación, Massuh, a lo que hay que agregar la flamante incorporación de espadas de segunda y tercera línea, ávidas de remuneración en los directorios de una veintena de sociedades privadas.
Hasta Hugo Moyano, el secretario general de la CGT, mostró su disconformidad por lo sucedido al decir que no comparte el hecho porque “estatizar empresas no es lo que nos enseñó Perón”. Con evidente amnesia parcial, muy parcial, olvidó que quien ejerció tres veces la presidencia de los argentinos se destacó precisamente por su afán estatizador; como su mujer, María Estela Martínez, por su pretensión “argentinizadora” (Siemens y Standard Electric) y como Néstor Kirchner, uno de los actuales presidentes a quien brinda todo su apoyo con los demás sindicalistas por su reivindicación nacionalizadora. Debe recordarse también la estatización de las deudas empresariales, de las cuales surge como la más destacada la llevada a cabo por Domingo Cavallo en el año 1982. Y ahí no se produjeron muchas protestas que digamos.
Los empresarios que ahora ponen el grito en el cielo son los mismos que aplaudieron en la Casa de Gobierno o en el quincho vidriado de la Quinta de Olivos todos los anuncios presidenciales sin tener en cuenta la repetición de los mismos, su incumplimiento o, como en el caso de los acuerdos de precios o la construcción del tren bala, la fantasía que involucraban. En la defensa del “modelo” Rosado no dudaron en una primera etapa, para luego recular con velocidad, en criticar a sus pares agropecuarios por las medidas de fuerza que implementaron a raíz de la frustrada implementación de la recorda Resolución 125. Ocupados con sus negocios no habrán tenido tiempo para leer a Brecht, de lo contrario se hubiesen intranquilizados porque tarde o temprano aunque esas empresas no fuesen suyas, irían por ellos. Y no sólo por sus empresas, también por su libertad y la de gremialistas. Eso se verá cuando finalicen los juicios patibularios contra los militares para que sigan otros.
La represalia exigida por la UIA de rever el ingreso de Venezuela al MerCoSur como contestación política a la estatización de empresas argentinas parece desmesurada, porque fue ese país el que financió la fantasiosa recuperación argentina y la implantación del “modelo” estatizador kirchnerista al precio de pagar tasas exorbitantes de interés y mayor endeudamiento externo e interno. ¿Para qué están los socios si los “amigos no son amigos” y los “negocios no son negocios”?
Los empresarios argentinos deberían dejar de aprovecharse de situaciones a todas luces desventajosas para el pueblo que le da de comer y paga –siempre, siempre- sus quiebras, sus deudas, pero nunca es partícipe de sus ganancias. Como los políticos, jueces y la policía, están desprestigiados. Eso no es bueno. Deberían tomar el toro por las astas y exigir formar parte de la conducción política representativa del país. Como lo están haciendo en la actualidad sus iguales del campo. El proceso de colocar abogados en los sitiales más altos de la república se encuentra en agonía. Como dice José Fandi, uno de los inventores más prolíferos del país: “El empresario no busca para dirigir el incremento de su producción a un abogado. Selecciona a técnicos idóneos que conocen de producción y no de pleitos. Así ganaría más, si es eso lo que más le interesa. Deben hacer que las bancas se llenen de ingenieros, arquitectos, médicos y toda clase de técnicos y profesionales, y dejar de financiar a inhábiles barriles sin fondo”.
SALINAS BOHIL
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario