miércoles, 27 de mayo de 2009
PALABRERÍO
El abuso de las palabras
EL PALABRERÍO NOS SITÚA EN UNA ESPECIE DE CUENTO DISCEPOLIANO
Por Marcelo Elías
El mal uso del lenguaje suele ensuciar las relaciones políticas y sociales. Cuando esto se da con habitualidad entre los dirigentes y los comunicadores, afecta bienes públicos y sus consecuencias son graves.
Días atrás escuchaba quejarse a un oyente radial sobre el tema de las candidaturas testimoniales, con buen criterio planteaba que el gobierno instaló esa denominación cuando en realidad son candidaturas fraudulentas, engañosas, o como se quiera llamar, menos testimoniales.
Según el diccionario, testimonio es la "prueba, certeza o verdad de una cosa".
Testimoniar, "Atestiguar, afirmar como testigo" y testimonial, "que hace fe y verdadero testimonio".
Como podemos apreciar, ninguna acepción cuadra con el discurso gubernamental, ningún candidato "testimonial" puede dar fe, verdadero testimonio de nada, ninguno de ellos puede atestiguar o afirmar como testigos sin caer en falsedad, los hechos que relata el kirchnerismo.
Ninguno da testimonio como prueba de certeza o verdad de una cosa, pensemos sólo en el INDEK de Moreno.
El más saliente de los testimoniales, el Gobernador Scioli, otrora hereje y traidor, devenido hoy en predicador del evangelio kirchnerista, anda haciendo malabares con su candidatura y el compromiso de respetar o no el voto de la ciudadanía.
Es más, en los escritos presentados ante la Justicia por los apoderados de PJ se afirma que asumirá su cargo de diputado nacional el 10 de diciembre del 2009, para lo que se sabe deberá renunciar a su cargo de Gobernador, algo que aseguró hace sólo unos días nunca hará.
La candidatura de Nacha convierte a la lista que encabeza Néstor en un ambiente de la casa de Gran Cuñado, donde ésta buena artista hace de Evita, mezclando con mal gusto los intereses electorales del Kirchnerismo lo más autentico de la historia de este movimiento popular.
El daño a la credibilidad del sistema democrático, el perjuicio a los valores mínimos que un hombre público debe sostener en su conducta es enorme. Así se consolida el "vale todo" kirchnerista para sostener el poder a cualquier precio.
La "viveza" se viste de inteligencia, la transgresión a las normas en "habilidad" y la mentira pretende ser verdad. Todo parece un cuento discepoliano.
Pero el peronismo no se contenta, nunca encuentra su límite. No conforme con los atropellos del kirchnerismo, suma la "capacidad de mutar" y pretende convertirse en oposición. Nuevamente violenta las reglas de juego y nos somete al espectáculo degradante de dirimir su interna en una elección general.
Esto no es oposición ni alternativa, es un engaño. Así el electorado, puede quedar preso de un juego de pinzas que lo encierra en el peronismo y nos condena nuevamente al fracaso.
En tanto De Narváez nos dice que tiene un plan que no muestra para resolver el problema de seguridad, Solá, responsable directo de años de inseguridad, lo secunda en la lista.
Obsérvese, Solá, el segundo en la lista de De Narváez, es quien hace sólo unos meses encabezaba la lista de Cristina Presidenta.
En estas elecciones estamos discutiendo por mayorías parlamentarias, puestas al servicio del proyecto hegemónico del peronismo o a disposición de un cambio que se debe nutrir de la diversidad y el consenso.
Nuevas mayorías que deben no solamente alterar lo que parece el curso natural de la historia, sino trabajar para mejorar las instituciones y poner la economía al servicio de una sociedad mejor.
Hay que hacer además un gran esfuerzo para resignificar palabras y actitudes, para recuperar con la urgencia de su necesidad la credibilidad de la política, el interés y el valor de la cosa pública, que es de todos.
AGENCIA OESTE
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